Era un discípulo que a menudo cedía a la tentación de hablar y criticar a los otros. Acudió a ver al maestro y le dijo:
-En estos días que corren mucho te agradecería, que me dieras alguna instrucción mística.
El Maestro repuso:
-Poco tengo que enseñarte, pero te aconsejo que antes de hablar de otro, te mires a ti mismo. Y si quieres ver al diablo, contempla tu propio ego.
Reflexión
Al descalificar a otros, lo hacemos a nosotros
mismos; al herir a los demás a nosotros mismos nos herimos. Estamos ligeros a ofender,
difamar y calumniar, pero antes de hacerlo, deberíamos mirarnos a nosotros
mismos y ser más reflexivos. La palabra pronunciada nos hace su cautivo;
mientras no ha sido dicha, no lo somos, pero del mismo modo que nadie puede
recuperar la flecha disparada, no es posible recuperar la palabra lanzada.
Extracto del libro: “Cincuenta Cuentos para meditar y regalar” - Ramiro Calle