Por María Rosa Casal
El libro del I Ching, es el libro sagrado para el Tao. Su verdadero sentido, nada tiene que ver con un libro de adivinación. En su forma original utiliza un lenguaje muy simple que apunta directamente a la naturaleza espiritual de todo lo que existe.
Sólo dos trazos: Una línea continua Yang. El Cielo. Lo Espiritual.  El Padre.
Una línea discontinua: Yin. La Tierra. La Materia. La Madre
Sólo dos realidades, Cielo y Tierra.
Espíritu y Materia. Y del encuentro de ambas nace toda forma  o fenómeno.
Estas dos líneas y sus diferentes combinaciones forman los  ocho trigramas del libro de las Transformaciones, éste es su abecedario. Y este  abecedario tan simple como profundo habla en un “lenguaje” que abarca desde lo  más profano hasta lo más espiritual, llevando ambas realidades a su unidad  original.
Actualmente, cuando compramos cualquier aparato, por simple  que sea, viene con su libro de instrucciones. El ser humano, sin embargo  “parece” que viene sin instrucciones. A pesar de ser una forma de vida muy  compleja, elaborada y destinada a llegar a “saber” ese misterio que es. Pues  bien, el Tao, nos dice que el I Ching es “el libro de instrucciones del ser  humano”. Y con ese vocabulario tan sencillo, compuesto de dos únicos trazos  (las palabras se añadieron posteriormente) va mostrando el Camino, el Gran  Camino.
Estas instrucciones son simples y no dejan mucho lugar ni a  fantasías, ni a ilusiones. Son tan radicales como las líneas que las expresan.  Señalan claramente los niveles con conciencia necesarios para llegar a “ser” lo  que realmente somos.
Estas instrucciones nos llegan a través de un libro sagrado  proveniente de una cultura muy lejana en el tiempo y también en el espacio.  Permitiéndonos caer en la trampa de pensar que son simples recomendaciones, eso  sí, llenas de sabiduría.
Pero lo sorprendente de todo es que la información esencial  de esos trigramas es también la esencia más íntima de nuestros órganos vitales.
Podemos decir, aunque esto no ha sido dicho en el I Ching,  sino en nuestra propia tradición: ”Llevamos tus leyes escritas en nuestras  entrañas”.
Nuestro cuerpo es realmente un templo y en él está escrito  todo. ¿Será por eso que el ser humano sigue buscando la respuesta hasta su  último aliento?
Esto me recuerda la respuesta de un maestro zen  contemporáneo a su discípulo cuando éste le preguntó si él también podría  llegar a la iluminación. Su respuesta fue clarísima “Si usted tiene un cuerpo,  puede”.
Sabemos que el ser humano no es una colección de distintas  partes, sino un todo: cuerpo–mente–alma. Lo transitorio, como las emociones,  cohabitan en la misma “casa” que lo inmanente, como el espíritu. Y no hay ni un  solo cabello que quede fuera de este juego.
En un camino espiritual serio y profundo libre de teorías,  doctrinas o conceptos, el cuerpo está totalmente comprometido y con él todos  los órganos vitales por su influencia sobre los distintos niveles de  conciencia.
El Tao nos enseña que todos ellos participan, no sólo  haciendo posible la vida en el cuerpo, sino alimentando nuestras emociones,  nuestra mente e influyendo muy activamente en el nivel de conciencia.
El I Ching igualmente nos dice como lo aparentemente débil y  transitorio encierra el secreto de lo trascendente.
Aunque todos los órganos participan, nos alargaríamos  demasiado en ver cuál es su parcela en el camino espiritual. Por otra parte,  para abordar la importancia que tiene la alimentación en todo esto, será  suficiente enfocarlo a través de los “órganos clave”: el corazón, los riñones,  el bazo y los pulmones.
El corazón funciona con la energía del trigrama del fuego,  la luz que ilumina la conciencia. Es el órgano de la autoconciencia. Si nos  fijamos en este trigrama, está formado por dos líneas continuas (yang) en el  exterior, y una línea discontinua (yin) en su interior.
FUEGO
La dimensión del cielo, de la luz, creando en su interior y  envolviendo la materia. El poder y la fuerza de lo espiritual abrazando la  debilidad de la carne. Del corazón humano cuando está “sano” nace lo más noble;  es ese tesoro que sabemos ver en las personas a las que amamos. Y es el tesoro  que sabemos ver en cada cosa cuando está realmente funcionando con nuestro  corazón, y el “combustible” que le corresponde, la luz de la autoconsciencia.  Del corazón humano, brota el amor, la compasión, la honestidad, el sentimiento  de unidad con el otro o con lo otro, la gratitud, la necesidad de compartir y  disfrutar lo que se tiene con los demás; es la casa de la felicidad.
En el trigrama del corazón, el I Ching nos dice que para  andar el camino, necesitamos, lo primero de todo, claridad mental y un  propósito claro. Recordemos que el corazón es la puerta de la mente.
La luz que habita en el corazón es la luz que ilumina la  consciencia, por eso cuando “esa luz” falta, lo que suele brotar es lo peor: la  crueldad, la ignorancia (especialmente de nosotros mismos), el egoísmo, el  egocentrismo, la arrogancia y la soberbia (una de las peores enfermedades). Si  esta luz aún no está disponible en el corazón, si está aún cerrado a su  verdadera identidad, falta la lucidez mínima necesaria para emprender el camino  que nos llevará a nuestro destino.
Por esta razón, todo camino espiritual, comienza trabajando  el propio corazón, ésta es la llave que abrirá la primera puerta del “Templo”.
El riñón, es el segundo órgano en importancia. Su trigrama  invierte los trazos con respecto al del corazón.
Ya que corresponde a la energía del agua.
Dos líneas discontinuas en el exterior, lo femenino, nos  enseñan cómo la materia envuelve y guarda en su vientre el misterio de la luz  del espíritu.
AGUA
Los riñones, por estar situados por debajo del diafragma, a  diferencia del corazón, están relacionados con el inconsciente, guardan la  memoria del desarrollo de la vida en el planeta Tierra, guardan la herencia  recibida de nuestros antepasados y son los depositarios de la esencia de la  vida.
De los riñones, cuando están en equilibrio, brota un estado  de tranquilidad y serenidad silenciosa que permite al elemento agua refrescar y  calmar el fuego excesivo del corazón, trayendo paz al corazón, silencia la “charla”  incesante de la mente discursiva, permitiendo así desarrollar esa atención  vigilante al momento presente, que va profundizando en el nivel de conciencia  hasta tocar fondo y descubrir su verdadera naturaleza.
Y entre el corazón que es la luz de la conciencia, y los  riñones que trabajan desde el inconsciente guardando todos nuestros “secretos”,  está situado el bazo. Un órgano considerado como el rey de la sangre en la  medicina que nace de la cosmovisión taoísta.
El trigrama del bazo trabaja con la energía del elemento  tierra.
Tres líneas discontinuas. Es la energía femenina por  excelencia. Su energía crea, nutre y regenera tejidos, la carne.
En la familia cósmica del Tao, es la Gran Madre de la  materia. Podemos decir que es la máxima expresión del cuerpo. Junto con el  estómago influirá no sólo en la digestión de los alimentos, sino en la  digestión de todo aquello que nos alimenta en la vida: conocimientos, ideas,  relaciones, experiencias…
TIERRA
Cuando este elemento tierra, el bazo y el aparato digestivo  están bien, esto se traduce en que todos los “alimentos” que utilizamos para  nutrirnos, fluyen correctamente por el tubo digestivo; lo que sirve se absorbe,  se integra hasta convertirse en hueso, sangre, tejido muscular, o ideas y  proyectos; y se hace nuestro. Lo que no sirve se deja pasar y se elimina sin  demora. Entonces podemos fácilmente identificarnos con ese estado de conciencia  del trigrama de la tierra, y nos volvemos flexibles, disponibles, abiertos,  fluimos fácilmente con lo que la vida nos propone en cada momento, sin  desgastarnos inútilmente en controlarla. Esta apertura nace de la confianza,  que es una de las cualidades del bazo. Por esta razón en el Tao y en la  macrobiótica se dice que la salud depende de este elemento tierra, ya que una persona  saludable es una persona que posee una gran capacidad de adaptación al medio y  a sus circunstancias.
Y, por último, debemos de tener en cuenta a los pulmones. Su  trigrama está compuesto de tres líneas continuas. Es el máximo exponente del  cielo, en la familia cósmica representa el Padre.
CIELO
Recordemos que nuestro primer gesto al nacer es ese “primer  aliento”, y dejaremos esta dimensión con un “último aliento”. Y este aliento de  cada respiración nos trae toda la fuerza del cielo, una respiración tras otra,  acompañando cada instante, cada paso en el camino. Cuando manejamos en  equilibrio la energía de los pulmones, aparece la perseverancia yang, fuerza,  coraje y constancia. Expresamos la voluntad de vivir en este cuerpo que somos  ahora y descubrir lo que somos desde siempre.
Los que “andamos el camino” sabemos de la importancia de la  respiración y sabemos por ella “dónde” estamos.
Estos cuatro órganos y la “energía” con la que cada uno de  ellos trabaja son decisivos en el camino interior.
Nuestra comida, además de aportar los nutrientes necesarios  para la vida humana, también pertenece a la categoría yin-yang, y se puede  clasificar según ella. No existe nada que escape a las Leyes Universales.
Hay alimentos muy yang, muy contractivos; alimentos muy yin,  muy expansivos, y alimentos muy equilibrados (todo visto desde un punto de  vista energético).
Estos alimentos (los equilibrados) son los más adecuados,  puesto que no conducen a ningún órgano vital a excesos o carencias.
Una alimentación que favorezca la salud del cuerpo, favorece  también el nivel emocional y mental y dispone los niveles de conciencia para  conectar con lo esencial.
Nos interesa una alimentación sencilla que reúna estas  condiciones:
Alimentos enteros, que mantengan su esencia completa, donde  todos sus componentes están relacionados entre sí de una forma “viva”.
No escogeremos alimentos refinados o muy procesados que nos  dan una información más dispersa. Mientras que los alimentos enteros nos ayudan  a conectar con nuestro centro y vivir desde él.
Alimentos ricos en  agua. El ser humano está compuesto esencialmente de agua. Al comer una  importante cantidad de verduras, legumbres y cereales cocinados (en el proceso  de cocción absorben agua) tendremos el suficiente líquido, que, además, será  absorbido de una forma natural junto con los demás nutrientes de forma que no  sea necesario beber en exceso ni dentro ni fuera de las comidas. Esto  representa una gran ventaja tanto para el hígado como para los riñones.
La moda moderna de beber cantidades exageradas de agua, con  el pretexto de drenar y eliminar toxinas, no deja de ser una incongruencia. La  solución más lógica sería eliminar de nuestra dieta los productos que más  residuos y toxinas nos dejan, en vez de sobrecargar los sistemas de eliminación  del cuerpo hasta agotarlos. Una comida más limpia y natural, más hidratada y  con menos productos refinados es la solución más inteligente.
Alimentos de primera  mano. ¿Qué significa esto? Los vegetales se nutren directamente de la  tierra, el agua, la luz, el cielo... y esto nosotros lo absorbemos directamente  de ellos. Éstos son alimentos de primera mano.
Un animal come productos de primera mano y esa energía del  cielo, la tierra, el agua y la luz que ingiera las utiliza para sus funciones y  procesos vitales, de forma que, cuando nosotros nos alimentamos a base de  ellos, esas energías primordiales ya no están disponibles para nosotros. Éstos  son alimentos de segunda mano.
Siguiendo la analogía de los alimentos, cuando se consumen  alimentos de segunda, hay una tendencia a vivir de segunda mano, nutrirse de  las ideas de los demás, acumular muchas cosas alrededor e intentar rodearse de  “seguridades” creando un mundo estático.
Estos alimentos de segunda mano, están faltos de los  líquidos mínimos necesarios, de manera que la persona tomará bastante alcohol,  cerveza u otro tipo de bebidas, así como zumos de fruta sintéticos, bebidas  industriales, helados y estimulantes. Todo esto en perjuicio de su salud.
Si estas tres recomendaciones básicas a la hora de escoger  nuestros alimentos se concretaran aún más, tendríamos:
Cereales integrales.
Su composición, una vez cocinados, tanto en agua, en aminoácidos, en vitaminas y en minerales es semejante a la célula humana. Proporciona además de los nutrientes mencionados, una energía muy centrada, ha crecido con la fuerza de la tierra y ha madurado con la luz del sol. El yin y el yang aquí se han integrado en total equilibrio. Es un alimento que ayuda a vivir desde el centro, ideal para conseguir la claridad. Ideal para el corazón.
Su composición, una vez cocinados, tanto en agua, en aminoácidos, en vitaminas y en minerales es semejante a la célula humana. Proporciona además de los nutrientes mencionados, una energía muy centrada, ha crecido con la fuerza de la tierra y ha madurado con la luz del sol. El yin y el yang aquí se han integrado en total equilibrio. Es un alimento que ayuda a vivir desde el centro, ideal para conseguir la claridad. Ideal para el corazón.
Verduras completas  (raíz, tallo y hoja)
Hay muchos tipos de verduras, muchas clasificaciones que se puede hace por su sabor, textura, morfología… Verduras de raíz, de tallo, de hoja, redondas…
Hay muchos tipos de verduras, muchas clasificaciones que se puede hace por su sabor, textura, morfología… Verduras de raíz, de tallo, de hoja, redondas…
Dentro de todas ellas, las redondas, son fantásticas para  nutrir nuestro bazo y nuestra energía tierra. Nos ayudan a ser más flexibles y  a estar más relajados, además de la gran cantidad de vitaminas y minerales que  nos aportan.
Una pequeña cantidad de legumbres, completará los  aminoácidos esenciales de los cereales y nos aportará proteínas completas y  limpias, fáciles de digerir. Es el alimento ideal para los riñones.
Como complementos importantes hemos de utilizar las semillas  y los frutos secos (con medida) ya que nos aportan ácidos grasos esenciales, y  es la mejor manera de consumir aceites de buena calidad.
También las algas, las verduras del mar, nos brindan  minerales, proteínas, vitaminas, y nos recuerdan nuestro origen en el mar  primigenio. Son grandes limpiadoras de la sangre, manteniendo su condición  hidrosalina, limpian arterias y venas, y disuelven depósitos de grasa, de  lácteos.
Ideales para nuestros riñones y sistema nervioso.
Deben de estar presentes en nuestra comida cada día (en una  pequeña cantidad).
Las frutas deben formar parte de la dieta, pero no como algo  fundamental, sino como complemento, dependiendo de la estación de año, del tipo  de fruta (mejor la fruta del lugar donde estamos) y de la condición energética  de cada uno. En todo caso tomarla siempre fuera de las comidas y con  moderación.
Una dieta sencilla, como recomendamos en la Escuela Macrobiótica,  que al mismo tiempo está en la base de todas las culturas, como fundamento  nutricional: cereales integrales,  verduras, legumbres y algunos condimentos y acompañamientos bien escogidos.
Fácil y sencillo. En el régimen de los monasterios zen en el  Japón, este tipo de alimentación es llamado “Syozin Ryori” que significa “Cocina que mejora la comprensión”.
Y como somos lo que comemos, quizás podamos así conseguir  que nuestra naturaleza espiritual nos muestre el “sabor” de la verdadera vida.
Fuente: Revista Dharma # 8
Síguenos  en nuestro canal de WhatsApp