Economía Espiritual

Economía Espiritual


“No digas que el dinero está escaso. Eso será en tu casa; abunda en muchas partes y lo tienen los triunfadores, los optimistas ¡No te engañes!.”- Anónimo

¿Hay esperanza de una economía mundial basada en principios espirituales? Me gustaría cambiar la forma en la que me gano la vida hacia algo que se sienta más satisfactorio y de apoyo para el mundo en el que me gustaría vivir. He observado a otros que se convierten en sanadores, practicantes y canalizadores, pero la mayoría apenas están sobreviviendo financieramente, y el estrés para hacer concordar los números parece ser el mismo sin importar el trabajo que se haga. Yo sé que hay muchos que practican el intercambio o servicios de trueque, pero eso no paga la renta. Coronando esto, la comunidad espiritual que conozco parece competitiva y a veces mezquina. Yo he visto compromisos en principios que rivalizan con cualquiera en el mundo de los negocios de núcleo duro. ¿Hay una solución para esto? ¿Podemos hacer una diferencia en el mundo y aún conseguir una entrada respetable? ¿Podemos ser espirituales y también pudientes?

Los principios espirituales no son diferentes a otros principios cuando son apoyados, sostenidos y considerados vitales. Un principio es un estándar esencial y subyacente que asume pensamiento y acción moral y ética. Un principio es un pensamiento primordial; uno que viene ante todos los demás.

Economía Espiritual

Los principios o pensamientos correctos, se hallan bajo la dirección de la Primera Causa o aquello que vino antes de Si Mismos; la primera antes de que hubiera una primera, y el cero antes de que hubiera un uno. Este principio, una causa absoluta, asume que el pensamiento correcto llevará a la acción correcta, el efecto más natural y obvio.

Esto les podrá sorprender, pero el mundo se basa en principios espirituales, y en su mayor parte ellos son mantenidos. ¿Por qué no se ve de tal manera? Porque los principios y leyes más elevadas son transparentes e invisibles. Ustedes no pueden ver la causa, pero pueden ver el efecto.

Siendo la causa más sutil que el efecto, la misma también es más refinada. La Ley Divina es el fundamento en el cual se asienta la ley humana, pero en la actualidad la ley humana no se asienta con facilidad, y de hecho apenas se apoya en ella.

La dificultad con los lugares de trabajo hoy en día es que muy pocos sienten que ellos están haciendo una diferencia en su entorno o en el mundo que comparten con innumerables otros.

Hay un fastidioso y persistente vacío que permanece mayormente sin llenar. Anhelando el tipo de afectos que solamente el Espíritu puede brindar, la humanidad va en búsqueda de un empleo más satisfactorio en lugar de un sendero más satisfactorio. Con tantas horas que se pasan en el trabajo por día, por semana, por años, no resulta difícil imaginar por qué la humanidad quisiera hacer un cambio hacia una misión más satisfactoria.

¿Por qué está la comunidad espiritual rebosando de sanadores, canalizadores, maestros, facilitadores y practicantes de cualquier tipo?Porque aquellos que han invitado, dado la bienvenida o tropezado con la calidez del Espíritu en sus vidas, no pueden menos que querer compartirlo con otros. Hay un lugar similar a un trono dentro de cada ser, un asiento del alma.

Una vez que el Espíritu penetra a este lugar y lo calienta con agua o fuego del alma, se produce un cambio que no se parece a ningún otro, uno que transforma las vidas y pone el propósito en curso.

Como si estuviesen intoxicados por una poción de amor, la Materia y el Espíritu ahora se han unido, han puesto el curso que los llevará más allá del sol y de regreso nuevamente. Mientras se halla en este viaje el ser es capaz de volver a visitar a muchas de sus expresiones previas, y en cada uno de estos cruces de camino, se agrega otra memoria y otro regalo es agregado o recordado. Con el tiempo el fuego arrasador se convierte en un incinerador controlado y el ser inflamado se establece dentro de un nuevo patrón, en donde la material está sostenida por el espíritu. Los patrones normalmente son emulaciones de perfección, debido a lo cual son tan atractivas e incitantes. Inspirados por la perfección o Causa, uno no puede menos que querer a compartir en esa expansión de perfección.

Aquellos que se ofrecen de esta manera, describen una cercanía de la Fuente, que sienten que está menos disponible para ellos en otra parte.

¿Por qué hay tantos de estos individuos de buenas intenciones, bien intencionados y merecedores que apenas sobreviven financieramente? En algunos casos el individuo y su esfuerzo no están bien adecuados el uno para el otro. El mismo fuego que nunca puede ser apagado, puede quemar y quema.

Cuando la Materia y el Espíritu no están mantenidos en equilibrio, la ley perfecta no puede ser mantenida. Como la ley perfecta es el fundamento debajo de la ley humana, un fundamento menos que perfecto llevará a un patrón menos que perfecto. Los patrones perfectos se expanden perfectamente, pero los patrones menos que perfectos se expanden en formas menos que perfectos, frecuentemente creando un desafío en su intento de reintegrar la perfección. Incluso aquellos que son guiados por el Espíritu tienen que emplear la orientación o manifestar en y con la Materia. No hay parte alguna en la que este ley esté más en evidencia que en la tercera dimensión de la Tierra, en donde el sufrimiento y la ignorancia de la ley natural se reflejan el uno al otro irrevocablemente.

Las condiciones en la que la falta persiste, son reflejos de una polaridad sesgada. Utilizando la asunción arriba mencionada, tenemos que concluir que el Espíritu o la Materia, están ambos fuera de equilibrio, ahí donde se refiere al individuo o su trabajo. Quizás el deseo de sanar tiene que ser expresado de otra manera. Frecuentemente, aquellos que tienen un fuerte deseo de sanar a otros primero tienen que sanarse ellos mismos, o al menos permitir que sus energías se manifiesten como lo desean. La ley superior requiere esto y lo demanda cuando es necesario. El mundo será sanado un corazón por vez, sin importar si en el proceso se intercambian dinero o favores. Las ostras son irritadas para hacer las perlas por medio de los granos de arena persistentes. Los humanos son parecidos a las ostras.

Las modalidades y las técnicas corresponden al momento y al día. Certificados de Compleción, como diplomas, son recordatorios de energía ya gastada. El empoderamiento para sanar para enseñar surge de la chispa interna, que por si sola se recrea ya que es un reflejo de la Luz. Aquellos que enfocan su práctica como estudiantes de la vida, encontrarán que prosperan más que aquellos que manifiestan conocimiento de lo divino. La divinidad es integridad no dividida. Las modalidades y los maestros que dividen y desacreditan el trabajo de otros, oscurecen su propia luz, desacelerando su progreso y enlodándolo en la sombra.

Hace mucho tiempo atrás, un predicador que creía en un cielo bienaventurado y en un infierno feroz, comenzó a hacer circular un rumor insaludable acerca de quién pudiera ser suficientemente valedero para guiar su carruaje hacia el reino de arriba. Le decía a sus parroquianos que el Cielo y el Infierno estaban en competencia para ver quién podía atraer más candidatos. Para probar su punto el hizo enfrentar a dos de los zapateros del pueblo, susurrándole a cada uno que el otro secretamente quisiera verlo fuera del negocio. Durante un tiempo los dos zapateros se miraban sospechosamente, contando sus monedas en secreto y cuestionándose cuántas monedas estaban contando el otro. Cuando la carga de su trabajo disminuyó ellos imaginaron que una conspiración se estaba gestando, y comenzaron a tramar una contra-medida. Ellos soñaron con el cielo que se merecían y con el infierno que esperaba al otro. La amargura llenó a sus corazones y pensamientos de venganza llenaron sus mentes. Cada uno se enfermó y estaba seguro de que el otro le había echado una maldición. La buena fortuna eludió a ambos. El prejuicio ganó poder en el pueblo y muchos se enfermaron por una luna crítica, que parecía estar en las sombras durante un cuarto demasiado largo.

Un día un pordiosero hambriento entró al pueblo descalzo y con un harapo como manto. Le ofreció al primer zapatero el trabajo de una semana a cambio de unas pocas comidas calientes y un par de zapatos usados, pero fue rechazado gruñonamente. Se acercó al segundo zapatero y le ofreció dos semanas de trabajo a cambio de un catre suave, unas pocas comidas calientes y un par de sandalias usadas. Fue rechazado, aunque en forma más gentil. Cuando el día se convirtió en noche el pordiosero buscó refugio en la parroquia del pueblo, esperando encontrar un banco en el que acostarse.

Tambaleando y mirando de reojo a medida que el delirio del hambre y del agotamiento amenazaban reclamarlo, el asustó al predicador al que prontamente le dio un ataque cardíaco y murió.

El pordiosero temía por su vida y pensó que lo más probable era que la perdía, especialmente bajo las circunstancias dadas. Pensando que nunca era demasiado tarde para hacer una buena primera impresión, él decidió que prefería encontrarse con su creador con una panza llena y vestido con algunas ropas mejores.

El cenó bien en las despensas y más tarde se vistió con alguna de las ropas del predicador muerto. Por más que probaba no podía calzar los zapatos del predicador, y tristemente permaneció descalzo.

El pordiosero se fue en la búsqueda del carcelero del pueblo, pero en su camino se encontró con el primer zapatero, el cual no lo reconoció vestido y planchado como estaba en la vestimenta del predicador fallecido. El zapatero le dio la bienvenida al pueblo y de inmediato le ofreció un par de zapatos hechos a medida, que el impostor no pudo menos que aceptar.

El sopesó el daño de aceptar el regalo y encontró que era poco, hablando comparativamente. Continuando en su camino casi chocó con el segundo zapatero el cual se disculpó profusamente e insistió que iba a indemnizar la injusticia infortunada con un par de nuevas sandalias. Temeroso de ser reconocido antes de poder confesar su crimen, el impostor aceptó el regalo y llegó a escapar.

Al ofrecer saludos gentiles y haciendo preguntas corteses, el pordiosero descubrió que el carcelero, un hombre amable y lleno de recursos, había recibido un cierto entrenamiento en las artes de la medicina, e incluso ahora estaba afuera juntando otra cantidad de hierbas para agregar al último bálsamo y ungüento, en un intento de sanar los muchos síntomas distintos que estaban comenzando a afectar a todo el pueblo. El pordiosero regresó a la parroquia prometiéndose que iba a volver mañana para ser juzgado y lo más probable sentenciado.

Entretanto, se permitió a si mismo el placer de otro baño y aún otra comida. Él no se podía imaginar como sería el infierno, pero pensó que el momento actual estaba tan cerca del cielo en cuanto a lo que había conocido hasta ahora. Él levantó su cabeza como hacia el Cielo, y dio las gracias. Luego dejó caer la cabeza y le susurró al Infierno que dentro de poco estaría llamando. Silenciosamente y desde lados opuestos de la habitación los dos zapateros entraron a la parroquia, agachados como para no perturbar una oración en progreso, para evitar que no fuese respondido debido a su intrusión. Cuando el momento se hizo más propicio ellos saludaron al impostor, que ya tenía el aspecto y sonaba en algo como un real predicador.

Notando que ya no estaba solo, estando cómodo de alguna manera en su nuevo entorno, el pordiosero aceptó y elogio los nuevos zapatos y sandalias regalados cuando le eran presentados por cada uno de los zapateros. Convencido de que ya no lo podían identificar como el pordiosero, y como una extensión de su gratitud, invitó a sus nuevos amigos zapateros a compartir un agasajo con él y de sentarse junto al fuego, lo cual ellos aceptaron con contento. Una dulce melancolía invadió a los tres cuando cada uno por turno comentaba la benevolencia que se les brindó en los momentos menos esperados. Sin saberlo el pordiosero/predicador, los dos zapateros se miraron el uno al otro con miradas de reojo afligidas. Es interesante que nadie preguntó, qué es lo que le había pasado al predicador original o hacia donde se había ido.

Llegó el domingo a la mañana y el carcelero no había regresado. El pordiosero estaba fuera de si con miedo. El salió de la pequeña habitación en la que se había permitido vivir, para encontrarse con un salón lleno de parroquianos. En un momento atormentado le pidió al infierno que se lo lleve ahora, pero nada pasó. Demasiado avergonzado para pedirle al cielo favores, él ocupó su lugar en el púlpito e inclinó su cabeza con vergüenza.

Cuando hizo esto, así también lo hicieron todos los parroquianos. Movido hasta las lágrimas, él comenzó a hablar de penurias poco envidiables que a veces acontecen a los buenos hasta que comienzan a parecer malos. Sus simples palabras salían a borbotones de un corazón suave que había sobrevivido en un mundo áspero y que ahora estaba contando su cuento. Sin saberlo, él había ejecutado su primer discurso.

Una parroquia agradecida y contenta le respondió y se paró con respeto a medida que pasaba delante de ellos. Le dieron la mano y le agradecieron a medida que caminaban arrastrando los pies pasando delante de él y diciéndole adiós. Unos pocos no pudieron evitar el acosar sus suaves ojos con las promesas de cenas, tortas, leñas y más. Todas las ofertas fueron alegremente aceptadas. Por extraño que sea, nadie preguntó qué es lo que había pasado con el predicador original o a dónde se había ido.

La leyenda dice que el Cielo y el Infierno se encuentran una vez por año para intercambiar residentes y reclamar los nuevos. La leyenda también reza que un predicador reformado descalzo saluda a cada recién llegado e intercede por ellos. Después de hacerlo se conoce que dice "a fin de que no juzguen, y no sean ni pordioseros, prestamistas, prestatario o ladrón".

La historia verdadera anterior (yo estuve ahí) es una parábola, una simple verdad que está destinada a ilustrar e inspirar. No hay una gran lección aquí, y ciertamente ninguna que es nueva. La competencia, ya sea entre zapateros o maestros, lo atrapa a uno a su propio miedo, sea lo que sea. El miedo tiende a consumir la pasión, extinguiéndola antes de que siquiera haya calentado al alma. En una competencia contra uno mismo, ¿quién puede ser el ganador? La mezquindad proviene de pensamientos pequeños, y generalmente aquellos que están basados en la percepción de días pasados injustos. Es mejor hablar menos y contemplar más, especialmente antes de emitir un voto de no confianza. Incluso las palabras silenciosas, como un ungüento mágico, harán aparecer a plena vista todo aquello que es invisible. Las palabras que son menos que honrosas también serán vistas en la luz llamativa del día. Rodéense con aquellos que admiran y a los que les dan la bienvenida y permitan que otros hagan lo mismo.

Los compromisos en principio se basan en la falta del respeto hacia si mismo, como así también en la confianza disminuida en el campo de la abundancia. La ley superior no se inclinará ante la ley inferior, así que la ley humana tiene que elevarse o sufrir sus fallas. Un compromiso es un acuerdo en el que dos o más lados acuerdan aceptar menos de lo que originalmente habían esperado o pensado que era posible. Con mayor frecuencia la disputa es entre el ser superior y el ser inferior, que es dónde se estudian y prueban los principios. El mundo comercial de atención dura está construido por la misma plataforma energética como la de la Nueva Era o de la Edad de Piedra. Muchos de los sanadores y maestros de hoy en día han escapado solamente hace poco del entorno de los negocios que los amenazaban de consumir. El nuevo idioma que están aprendiendo a hablar no ha borrado las perogrulladas de su pasado. La paciencia tiene que prevalecer mientras que ellos se establecen en la labor a mano.

El trueque de bienes y servicios es una tradición vieja y establecida. El mismo sostiene el intercambio artículos útiles sin comprometer monedas o dinero efectivo. Hace mucho tiempo atrás a aquellos de una clase menor se les prohibía tener propiedades. Como ellos tampoco podían firmar o completar las obligaciones de un pagaré, ellos crearon un sistema propio, uno que establecía y mantenía un valor basado en la palabra y en un apretón de manos. Era un sistema excelente y aún sigue siéndolo, salvo por el hecho que aquellos que actúan de acuerdo a ello siguen bajo la ilusión de que en alguna forma pertenecen a o están relacionados con un estándar de vida inferior.

Inseguros de su real valía, o el valor de sus talentos únicos, ellos los ofrecen a amigos, a la familia e incluso a extraños a unas tarifas reducidas, mínimas o no existentes. Ellos canjean y comercian buscando habilidades, productos y servicios sin establecer un valor verdadero o manteniendo un estándar de vida.

Está bien ser instruidos en muchos sistemas distintos de pensamientos, tanto sociales y económicos. También es importante conocer el valor propio de uno, y de ser tan honesto con uno mismo como con los otros. En todas las cosas hay un punto de equilibro, y en cada intercambio su equivalente tiene que ser logrado para que los resultados sean óptimos. El despliegue del valor es la expansión de la riqueza. La riqueza no es la acumulación de dinero. Es la reunión de recursos, como así también el conocimiento que acompaña a todas las cosas hacia el lugar que le corresponde. Esto incluye el rápido pago de una deuda cuando se debe, y la deliciosa fusión del Espíritu y Materia a medida que penetra a cualquier lugar dentro y a través de la vida de uno.

El Espíritu y la Materia son una parte de cada sistema de medición de abundancia. Una Riqueza de Espíritu sabe que la materia es su compañero, y el Espíritu mora incluso en la Materia más densa. Aquellos que operan en bancos y comercian y confieren valor a un cierto sistema monetario actual, disfrutan de su labor. Uno no es menos espiritual porque ha encontrado un acorde de equilibrio en este sistema, donde otros no lo han logrado.

Cuando el actual sistema da paso al próximo, quizás otros se hagan más prósperos. Acumulen tanto como se les ocurra o descarten aquello que ya no sirve, no tiene más importancia que el hecho es que serán mejor servidos cuando la decisión es suya propia y no la de otro. Ahí donde el Espíritu y la Materia están bien equilibrados, no hay diferencia entre riqueza espiritual y riqueza monetaria.

La Materia quiere hacer y el Espíritu quiere ser. Dios es un Ser Divino, no un Hacer Divino, porque Dios es el Espíritu que anima a la Materia. La humanidad es tanto Materia y Espíritu, es tanto Quién y Qué, y el uno no puede vivir mucho sin el otro.

La humanidad se halla mejor cuando ambos están en equilibrio. La tarea de uno o el hacer ya no asegura un fundamento espiritual más de lo que ser un visionario espiritual alimenta una familia hambrienta. Por el otro lado, encontrando el propio acorde de vida, esa frecuencia única que habla desde un lugar profundo y hondo, estimula y completa una esencia de perfección que facilita y trae paz incluso a las turbulencias y anhelos más profundos.

¿Tiene el mundo una solución por los empleados casuales o aquellos que son infelices de manera deprimente en sus puestos actuales? Si, pero ello involucra el salir fuera de y más allá de los sistemas de creencias que atan los tobillos y hacen trastabillar el primer paso tan fácilmente como el último suspiro. La tercera dimensión está fuertemente inmersa en la densidad. Es una de las dimensiones más pesadas, tal que como se evidencia por su intensidad del campo gravitatorio. Ustedes no pueden escapar al jalado de la gravedad más de lo que pueden ignorar la cantidad de sufrimiento que se manifiesta diariamente.

La tercera dimensión es como la tercera dimensión hace. En otras palabras, el ser viene antes del hacer. El Espíritu llega a ser antes que la materia. Nuevamente, el Espíritu entra a la Materia y luego crea a través de ella. Es por ello que preguntas que comienzan con '¿qué es lo que puedo/que es lo que debería hacer?', son tan difíciles para responder – el Espíritu aún no ha entrado en ellos, así que aún no hay Materia. 'Nada es la materia' (la traducción debería ser: No tiene importancia) quiere decir que el espíritu aún no ha sido detectado en la Materia.

A fin de crear una nueva realidad, se tiene que detectar un cambio en la actual. Ese cambio se llama Estado de Ser; también se lo llama Divinidad, Creatividad y Actividad. La actividad es un aspecto del ser, no del hacer. Un ser activo, como un principio activo, es una expresión dinámica de posibilidad. Un activo es toda una gama de energía, al igual de un espectro de luz; es voluntad (deseo puro) expresado como una fuerza (energía), y se caracteriza por la producción (y secreción) de una actividad (siendo y haciendo) que produce cambio, desarrollo y movimiento. ¿Lo ven? Esta es la fórmula de como ser el cambio que verán!

Esto es como cambiar su mundo, un pensamiento por vez, un trabajo por vez, una moneda circulante o sistema por vez – o todo junto! No tienen que destruir su mundo o sus creencias; pueden reemplazarlas con una verdad superior y una ley superior.

Es una ciencia; no puede ser defraudada o desorientada. No puede ser manipulada o controlada. La comprensión de esta ley los liberará para escapar a la sentencia que sus sistemas de creencia han impuesto sobre ustedes. La ley es la clave, y tal como podrán recordar, no hay carcelero, solamente una gentil reunión metafísica que todavía podrá curar las afecciones del mundo. ¿Serán mis compañeros en esto?

Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 301 Volumén 2: Economía Espiritual