Aprende cómo liberar la rabia de forma positiva

Aprende cómo liberar la rabia de forma positiva




La expresión de los sentimientos

Una tragedia puede convertirse en nuestro mayor bien si la abordamos de tal forma que nos ayude a crecer.

Cómo liberar la rabia de forma positiva

Todo el mundo tiene que vérselas con la rabia alguna que otra vez en su vida. La rabia es una emoción sincera. Cuando no se expresa, se va acumulando en el cuerpo y normalmente se manifiesta en forma de mal-estar (enfermedad) o de algún tipo de disfunción del organismo.




Tal como nos sucede con la crítica, generalmente nos enfadamos una y otra vez por las mismas cosas. Si pensamos que no tenemos derecho a expresar nuestro enfado, nos lo tragamos, lo cual nos produce rencor, amargura o depresión. De manera que es bueno «encargarnos» de la rabia cuando ésta se presenta. Hay muchas formas positivas de manejar la rabia. Una de las mejores es hablar sinceramente con la persona con quien estamos enfadados y liberar las emociones contenidas. Podemos decirle: «Estoy enfadado contigo porque si sentimos ganas de gritarle o chillarle, eso quiere decir que la rabia que sentimos se ha estado formando durante bastante tiempo, probablemente porque no nos atrevemos a hablar con la otra persona. En este caso, lo mejor es liberar la rabia hablando con esa persona en el espejo.

Busca un lugar donde te sientas seguro y sepas que no te van a interrumpir. Mírate a los ojos en el espejo. Si te resulta demasiado difícil, concéntrate en la nariz o la boca. Mírate y/o mira a la persona con quien estás enojado. Recuerda el momento en que te enfadaste y deja que salga la rabia. Comienza diciéndole por qué exactamente estás enfadado. Expresa la rabia que sientes. Puedes decir algo así:

• Estoy enfadado contigo porque  ________
• Estoy muy dolida porque tú        ________
• Tengo tanto miedo porque tú     ________

Deja salir todos tus sentimientos. Si te dan ganas de expresarlos físicamente, coge algunos cojines y golpéalos. No te asustes de que tu rabia tome su curso natural. Ya has tenido reprimidos esos sentimientos demasiado tiempo. No hay por qué sentir ninguna culpa ni vergüenza. Recuerda, tus sentimientos son pensamientos en acción. Tienen una utilidad, y cuando los dejas salir libremente de tu mente y de tu cuerpo, dejas espacio para otras experiencias más positivas.

Cuando hayas terminado de expresar tu rabia, haz lo posible por perdonar a la persona o las personas que la provocaron. El perdón es un acto de libertad para ti, porque eres tú quien se beneficia con él. Si no puedes perdonar a alguien entonces el ejercicio será una afirmación negativa y no curativa para ti. Hay diferencia entre «liberar» y simplemente «revivir» viejas rabias. Tal vez necesites decir algo así: De acuerdo, esa situación está superada. Ahora pertenece al pasado. No apruebo lo que has hecho, pero comprendo que hiciste lo mejor que podías hacer con el entendimiento, el conocimiento y la información que tenías en aquel momento. He acabado con esto. Te libero y te dejo en paz. Tú eres libre y yo soy libre.

Tal vez tengas que repetir el ejercicio varias veces hasta sentir que de verdad te has liberado de la rabia. También es posible que necesites trabajar con varias rabias. Haz lo que te parezca apropiado para ti.

Podemos usar diversos métodos para descargar la rabia. Podemos llorar y chillar contra un almohadón, podemos golpear cojines, la cama o un saco de arena de entrenamiento. Podemos escribir una «carta de odio» y después quemarla. Podemos gritar dentro del coche con las ventanillas cerradas. Podemos ir a la pista de tenis o al campo de golf y descargar la rabia golpeando pelotas una tras otra. Podemos hacer ejercicio, nadar y dar varias vueltas a la manzana corriendo. Podemos escribir o dibujar nuestros sentimientos empleando la mano no dominante: el proceso creativo es una forma natural de liberar emociones. Hay un amigo que se ponía un reloj de arena cuando comenzaba la sesión de golpear almohadones. Se daba diez minutos para dejar salir todas sus frustraciones y la rabia que sentía contra su padre. A los cinco minutos estaba agotado; cada treinta segundos miraba el reloj y se daba cuenta de que aún le quedaban unos cuantos minutos para continuar. Yo solía golpear la cama y armar mucho ruido. Ahora ya no puedo hacerlo porque mis perros se asustan y creen que estoy enfadada con ellos.

Pero he descubierto que me resulta muy efectivo gritar dentro del coche o cavar un hoyo en el jardín. Como ves, se puede ser bastante creativo para liberar los sentimientos. Te recomiendo que hagas algo de tipo físico para liberar las emociones muy cargadas, algo que no entrañe ningún peligro. No hagas cosas temerarias o peligrosas para ti o para los demás. Acuérdate también de comunicarte con tu Poder Superior. Entra a tu interior y reconoce que ahí hay una respuesta a tu rabia y que la encontrarás. Tiene mucho poder curativo meditar y visualizar cómo sale libremente la rabia del cuerpo. Envía amor a la persona con quien estás enojado y ve cómo tu amor disuelve la discordia. Es preciso que estés dispuesto a que haya armonía. Tal vez la rabia que sientes te haga recordar que no te comunicas bien con los demás. Al reconocerlo, puedes corregirlo. Es increíble la cantidad de personas que me dicen lo felices que llegan a sentirse una vez que han liberado la rabia que sentían. Es como si se quitaran de encima un enorme peso. A una de mis alumnas le resultaba dificilísimo dejar salir sus sentimientos. Intelectualmente los comprendía, pero no podía expresarlos. Una vez se permitió expresar sus sentimientos, empezó a gritar y a dar puntapiés y les dijo de todo a su madre y a su hija alcohólica. Sintió que se aligeraba de una enorme carga, cuando la visitó su hija al poco tiempo, ella no paró de abrazarla. Había dejado espacio para el amor allí donde antes tenía acumulada la rabia reprimida.

A lo mejor eres una persona que se ha pasado enfadada la mayor parte de su vida. Quizá sientas lo que yo llamo «rabia habitual». Pasa algo y te enfadas. Pasa otra cosa y te vuelves a enfadar. Y así continuamente. Te pasas la vida enfadándote, pero nunca vas más allá de la rabia. La rabia habitual es infantil: uno siempre quiere salirse con la suya. Te convendría preguntarte:

• ¿Por qué escojo estar todo el tiempo enfadado?
• ¿Qué hago para crearme una situación tras otra que me hacen enfadar?
• ¿Es ésta la única manera que tengo de reaccionar ante la vida?
• ¿A quién sigo castigando? ¿O amando?
• ¿Es esto lo que deseo?
• ¿Por qué necesito ponerme en este estado?
• ¿Qué creencia mía causa toda esta frustración?
• ¿Qué es lo que doy que produce en los demás la necesidad de irritarme?

En otras palabras, ¿por qué crees que para salirte con la tuya tienes que enfadarte? No quiero decir con esto que no haya injusticias o que no tengas derecho a enfadarte. Sin embargo la rabia habitual no es buena para tu cuerpo, porque se queda alojada allí. Fíjate en qué centras tu atención la mayor parte del tiempo. Siéntate frente al espejo durante diez minutos y mírate. « ¿Quién eres?», pregúntate. « ¿Qué es lo que deseas?» ¿Qué es lo que te hace feliz?» « ¿Qué puedo hacer para hacerme feliz?» Ha llegado el momento de hacer algo diferente. Crea dentro de ti un espacio nuevo y llénalo de hábitos amables, optimistas y alegres.

Muchas personas suelen enfadarse cuando conducen. Expresan así sus frustraciones contra los malos conductores que se encuentran por el camino. Hace bastante tiempo comprendí la realidad de que lo iba a pasar mal debido a la incapacidad de otras personas para seguir las normas de tráfico. De modo que la forma que tengo de conducir es: primero pongo amor en el coche al subirme a él, y en seguida afirmo y sé que siempre voy a ir rodeada por conductores maravillosos, competentes y felices, que todas las personas que me rodean son buenos conductores. Debido a mis creencias y afirmaciones rara vez me toca algún mal conductor cerca. Los malos conductores suelen estar lejos, molestando a aquel que va agitando el puño y chillando.

Tu coche es una prolongación tuya, del mismo modo que todo y todos son prolongaciones tuyas; por lo tanto, pon amor en tu coche y envía tu amor a todas las personas que te rodean en las calles y en las carreteras. Las partes del coche, pienso yo, son similares a las partes de nuestro cuerpo. Por ejemplo, una compañera de trabajo encontraba que «no tenía visibilidad», no veía hacia dónde iba su vida ni adónde deseaba ir ella. Una mañana se levantó y se encontró con que el parabrisas de su coche estaba roto. Un conocido mío consideraba que estaba «atascado» en su vida. Ni avanzaba ni retrocedía, sencillamente estaba parado. Tuvo un pinchazo en el neumático y no pudo continuar su camino. Sé que esto puede parecer tonto al principio, pero encuentro fascinante la terminología automovilística que emplearon para referirse al estado mental en que se encontraban. No tener visibilidad significa que no ves nada hacia adelante. El parabrisas es una metáfora perfecta, así como un neumático pinchado es un ejemplo perfecto del hecho de quedarse «atascado». La próxima vez que le suceda algo a tu coche, piensa qué te parece que representa la parte estropeada y ve si puedes hacer una conexión con tu estado de ánimo o tus sentimientos en ese momento concreto. Puede que te sorprenda el resultado.
Hubo una época en que no se comprendía la relación cuerpo-mente. Ha llegado la hora de que ensanchemos aún más nuestro pensamiento y comprendamos la relación máquina-mente.

Toda situación en la vida es una experiencia educativa y se puede manejar para que nos funcione.


No hay nada nuevo ni especial respecto a la rabia. Nadie escapa a su experiencia. El secreto está en identificarla por lo que es y en llevar esa energía en una dirección más sana. Si te pones enfermo, no te enfades por ello. En lugar de meter rabia en tu cuerpo, llénalo de amor y perdónate. Las personas que se dedican a cuidar a los enfermos podrían acordarse de cuidarse ellas también. Si no lo hacen, no serán de ninguna utilidad ni para sí mismas ni para sus amigos y familiares. Se quemarán. Es preciso que hagan algo para dejar salir sus sentimientos también. Una vez que se aprende a manejar la rabia de forma positiva, que aporte beneficios, se descubren maravillosos cambios que van mejorando la calidad de la vida.

Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 114 Volumén 2: Rompiendo las Barreras que nos Detienen