EL DRAMA PERSONAL
Según el Principio de Causa y Efecto, todo lo que vivimos es el  resultado de nuestros propios actos. Contamos con un poder creador, y a veces,  debido al mal uso del mismo, creamos situaciones difíciles o dolorosas, creamos  de esta manera nuestro "drama personal". Según la metafísica, el  drama de toda persona se reduce a la idea de separación de su Fuente.
Podemos comparar el efecto de la separación con el concepto del  "pecado original". En la Biblia, esto se explica con la imagen de la  expulsión de Adán y Eva del Paraíso. La sensación o desconexión de nuestra  Verdadera Fuente es la que genera todos los miedos, las angustias y los  problemas mayores. Un ejemplo de esto es la soledad. La soledad no se resuelve  teniendo a una persona al lado nuestro; en muchos casos, uno puede llegar a  sentirse horriblemente solo aún estando acompañado.
La soledad es un problema personal y tiene que ver con la sensación de  estar desconectado de nuestro Creador. Solamente reparando esa conexión podemos  sentirnos plenos, completos y felices. Curiosamente, muchas iglesias fomentan  la idea de separación y no la de unión. Esto se debe a que se basan en las  leyes del ego y no las del Espíritu. El miedo más grande que existe es el miedo  a Dios, a recibir Su condena o castigo, lo cual es totalmente absurdo.
Como conclusión, la idea del karma, o el ciclo de culpa y castigo, fue  creada por nuestro "ego". Dios NO condena ni castiga porque Él nos ha  creado tal como somos. El sabe que lo que estamos viviendo es como un gran  sueño del cual tenemos que despertar. No hay culpas, ni culpables; no tenemos  nada que pagar ni que hacer pagar a los demás; solamente existe la experiencia.
El proceso de liberación del karma comienza con el reconocimiento de la  proyección que hacemos hacia los demás. Es decir que tenemos que empezar a  reconocer que "no hay culpables fuera de nosotros", sino que, de  alguna manera, uno está proyectando el problema hacia afuera.
Luego, debemos reconocer que tampoco nosotros somos culpables, sino que  solamente hemos cometido algunos errores.
Finalmente, debemos reparar esos errores corrigiendo nuestra percepción  de la vida.
Cuando creamos nuestro ego, cuando surgió la idea de separación, Dios puso  en nuestra mente el instrumento necesario para devolvernos la percepción  correcta de la vida. Este instrumento es lo que llamamos "Yo Superior o  Espíritu Santo". Todo estudiante de metafísica debe aprender a invocar a  la Guía de su Yo Superior, especialmente en los momentos en que se encuentra en  conflicto, para entender lo ¿qué le está ocurriendo?
La Era de Acuario nos enseñará que no somos culpables de nada; tan sólo  hemos cometido errores y los errores se corrigen. La parte más perfecta de  nuestra mente nos ayuda en este proceso. Para poder evolucionar, debemos  desarmar nuestro "drama personal". Con nuestro drama lo único que  hacemos es acaparar la atención de los demás y de su energía. Esto significa  que cuantos más dramas experimentamos, más robamos la energía de los demás.  Pero cuando empezamos a despertar a la vida espiritual, descubrimos que la  Fuente de nuestra energía es otra y que la misma es infinita e inagotable, por  lo tanto, no necesitamos apropiarnos de la energía ajena.
El proceso del "Perdón" consiste en "desarmar" lo  que hemos construido, eliminando las culpas que ponemos en otros y en nosotros  mismos. De esta manera, comenzamos a sentir la sensación de Unidad. Pero  mientras exista una sola persona a la que consideremos culpable, nunca encontraremos  paz en nuestra vida.
El Perdón a uno mismo, es tal vez, uno de los más difíciles de lograr.  La autocondenación se da la mayoría de las veces de una manera muy sutil, y a  la vez, muy intensa. A veces, sentimos la voz de un juez interno que nos  recuerda cuán tontos hemos sido al haber actuado de cierta forma; ese juez no  es más que la voz de nuestro propio ego que debemos aprender a callar.
Perdonar no es  sinónimo de debilidad. Muchas personas confunden el perdón con la permisividad.  Perdonar no significa permitirles a los demás que vuelvan a hacer lo mismo con  uno. Perdonar significa "entregar el problema a una Autoridad  Superior" a la nuestra que impondrá Su justicia y no la que nuestro ego  quiere. Perdonar también significa aprender a ponerles límites a los demás y a  defender nuestros derechos.
Los siete principios de la felicidad - Horacio M. Valsecia
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