La Magia de tu Disposición parte 1/2


“...el universo opera por medio de un intercambio dinámico… dar y recibir son aspectos (...) del flujo de la energía del Universo.  Y, si estamos dispuestos a dar aquello que buscamos,  mantendremos la abundancia del Universo circulando en nuestra vida.” Deepak Chopra.

Cuando hay disposición, el 95% de lo que parecía imposible se transforma en posible y de hecho se logra. ¡Es un acto de magia lo que se alcanza mediante la habilidad de actuar con verdadera disposición de ayuda! Estoy convencido de que se logran encomiendas quijotescas cuando hay verdadera disposición. 

Creo que todos hemos pasado por la misteriosa y muchas veces inexplicable experiencia de recibir un “no se puede” como respuesta ante una solicitud de ayuda para que logremos algo. Mira, a ver si estás de acuerdo conmigo. Todos en algún momento de apuro hemos sentido la debilitante experiencia de escuchar respuestas tales como:

  1. ¡Híiiiiijole! Eso está difícil.
  2. No se puede.
  3. No hay. Y no, de momento no le sabría decir cuando nos vuelven a surtir.
  4. No, definitivamente eso no se pude, con suerte otro día, pero ahorita no.
  5. Ya no estamos en el horario para hacer eso.
  6. Es que ya se fue el encargado y no sabemos a qué hora regrese.
  7. No, disculpe, pero no se puede, por políticas de la empresa.
  8. No caray, si dependiera de mí pues quizá, pero está fuera de mis manos.
  9. Me encantaría ayudarle pero ahí sí no tengo forma de hacerlo, lo siento, no se puede.
  10. Es que ya vamos a cerrar.
  11. ¡Uy! No creo, y es que ahorita ya se fue el gerente y no hay quien autorice.
  12. Déjeme preguntar no más para que esté tranquilo, pero lo más seguro es que no, incluso por reglamento.
  13. Es que así son los estatutos, eso no se puede.
  14. No. Y para encontrar al gerente ahorita es imposible. Mejor dése otra vuelta otro día.

¿Te has topado con obstáculos como estos alguna vez? Pues yo también. Pero la gran diferencia es que algunas personas cuando escuchan este tipo de negaciones las creen y otras ¡no las creen!, y es entonces cuando mantienen su ideal a pesar de las aparentes evidencias que los obstaculizan, mismo ideal que se esfuma en aquellas otras personas que creyeron que no se podía porque alguien sin disposición les dijo que no. 

¿Cuál es el común denominador de todas esas actitudes de negación ante una solicitud? Respuesta contundente: Falta total de verdadera disposición de ayuda. En mi experiencia he podido constatar fehacientemente que cuando te encuentras con la dicha de contar con alguien con verdadera disposición de ayuda, todo lo que parecía imposible y que, de hecho, así lo era frente a varias evidencias, se transforma en algo perfectamente posible y alcanzable. De hecho, se logra. ¿Pero cómo se logró al final de cuentas? Tan solo con la verdadera disposición de ayuda de ese otro que logró hacer lo que los demás juzgaban como imposible. Alguien con disposición es un mago, transforma las cosas y circunstancias que los demás creían imposibles, en posibles, y las transforma contra toda lógica, pero contra toda lógica de aquellos otros, porque alguien con disposición se mueve más allá de los límites de toda lógica, alguien con disposición se desenvuelve en una dimensión donde nunca se agotan las posibilidades. Hoy que he recorrido varios años de mi experiencia como humano, te afirmo contundentemente de que SIEMPRE HAY UNA MANERA DE LOGRAR LAS COSAS para quien cree profundamente en sí mismo y así contagia su fe a otro conquistando su disposición de ayuda, ¡siempre! Por más imposibles que parezcan, por más que vayan en contra de toda cordura, por más evidencias que muestren que no se puede alcanzar el objetivo, al final de la historia, si hay disponibilidad por las partes involucradas, ¡claro que se puede! Todo se puede. Solo es cuestión de ese poderoso, mágico y transformacional ingrediente: disposición. 

Curioso y motivante es que el diccionario de la lengua española defina la palabra “disposición” con acepciones como las siguientes: “Gallardía y gentileza en la persona”, ¡Uf! Me encantó esa definición. Otra: “Cómo fórmula de cortesía para ofrecerse una persona a otra”. ¡Qué hermoso! Otra: “Hallarse apto y listo para algún fin”. ¡Qué sublime sentido existencial denota esta otra acepción! Por eso se siente tan bien la gente con disposición, porque se sienten tremendamente útiles para otras personas, se empiezan a experimentar a sí mismos como indispensables y sin necesidad alguna de ufanarse por ello, simplemente lo saben. Y precisamente por lo mismo, aquellas personas carentes de disposición se sienten tan mal, tan vacías por dentro, con la consecuente actitud hostil que les genera ese vacío. ¡Obsérvalo tú mismo! 

Aplica el conocimiento y analiza luego de esta Nueva Conciencia, a muchos colaboradores de trabajo, vendedores o prestadores de servicios: se les nota a mil leguas su frustración y su amargura, observa su rostro donde se manifiesta claramente su hartazgo, recargados sobre los mostradores con la ilusión de que nadie se acerque y que pronto pase el tiempo para irse, observa sus movimientos donde demuestran tremenda lentitud, analiza con cuánta frecuencia se sienten enfermos de algo. Y es lógico, no tienen disposición, luego entonces no sienten ningún interés, luego entonces no se mueven, luego entonces se sienten muertos mientras van a trabajar. 

Muchas veces ya he explicado cómo vida es movimiento, y por ello estas personas se sienten morir en sus trabajos, no se mueven y es que no tienen disposición que les mueva. Son de esos vendedores donde se sucede la increíble ironía de que van a su trabajo con la ilusión de que al llegar no haya mucho que hacer, de que no se vaya a presentar un cliente solicitando algo muy difícil de conseguir, de que no vayan a haber olas. Seres grises. Seres que harían más bien quedándose en su casa a dormir por días y días. Bueno, de hecho, siguen dormidos incluso yendo a trabajar. No han despertado su disposición y creen que alguien más debe despertarla. Si surge un líder que les ayude a despertar, ¡enhorabuena! Pero si no, ¡no importa! El ser humano por sí mismo puede despertar su disposición de ayuda total y ahí entrar al paraíso de encontrarle sentido a su vida, es cuando la persona toma una misión y solo descansa, física y espiritualmente, cuando la ve cumplida. Es ahí cuando la disposición engendra la fortalecedora experiencia de un compromiso, mismo que no da cabida a la opción de “no se puede”. 

Es cuando no se sabe quién es más feliz, si la persona con total disposición por ayudar o el ayudado, al lograr juntos su cometido. Tener disposición, maravillosa certeza de tu capacidad de ayuda, es un placer privilegio exclusivo de aquellos de corazón generoso que se interesan genuinamente por los demás y que no se puede entender cabalmente tan solo por leerlo aquí, sino que solo se comprende si se ha vivido. Gente así es la que reclama a gritos mi país. 

Desde el punto de vista de liderazgo, para lograr la disposición del otro podemos tomar responsabilidad a través de nuestro poder de convencimiento, a través del arte de nuestra motivación, sin duda. Esta idea puede sustentar muy bien el uso de los poderes del líder, su poder de recompensa, su poder de referencia, pero más poderoso aún puede ser su poder transformador. De lo que se trata es de despertar la disposición en la otra persona, ¿pero cómo? Respuesta: haciendo sentir al otro tú problema como si le fuera propio para que tenga interés, que tenga interés en lograr el objetivo también. Generar el interés despierta la disposición. 


La persona que siente tu problema como propio, te ayuda, porque lo propio se cuida, lo propio se procura, lo propio nos mantiene con tremendo interés. Y es precisamente ese interés el que no tiene en absoluto la persona sin disposición, y es que no siente nada propio, nada le afecta si se logra el objetivo o no. Esa es la actitud del vendedor mediocre o del tibio colaborador mediocre en el trabajo (¡que abundan!), el despreocuparse por lo que siente su cliente o su patrón. Por ello he afirmado en alguno de mis libros que la incomprensión no es falta de capacidad para comprender, sino la falta de capacidad para sentir lo que siente el otro. Si yo no siento nada, no hago nada. Pero si siento, la emoción de ese sentimiento es la que me mueve hasta para querer buscar por cielo, mar y tierra la solución y lograr los objetivos.

Continuará...


Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández