La historia que voy a contar, quizás de origen turco, es de una gran   sabiduría:
En una pequeña y pacífica aldea, vive un sabio. Un día, de pronto, todas las   gallinas caen muertas. Entonces los aldeanos van a ver al sabio y le   preguntan:
-¡Es bueno!
-¿Qué dice usted de esto, es una maldición?
-No -responde el sabio- es algo bendito. No puedo decirles por qué, pero es   para nuestro bien.
Los aldeanos se van refunfuñando, diciendo que el sabio ya envejeció   demasiado…. Al día siguiente todos los perros se desploman, paralizados. Los   aldeanos regresan a ver al sabio.
-¿Y ahora, díganos, esto es bueno o es malo?
Al tercer día, todos los fuegos se apagan. No funcionan las cocinas, ni los   hornos para el pan, ni las calefacciones, no pueden encender una antorcha.   Corren otra vez a la choza del sabio.
-¡Ahora sí que es verdaderamente una maldición!
-¡No, es para nuestro bien!
- ¿Cómo puede decir que es bueno que nuestras gallinas mueran, los perros se   paralicen y los fuegos se apaguen? ¡Se ha vuelto loco, ya no creemos en   usted!
En ese momento una banda de bandidos pasa cerca de la aldea. Todos los   aldeanos se aterran pensando que serán robados. Se ocultan reteniendo lo más que   pueden su respiración. Pero el jefe de los ladrones observa las calles vacías y   dice:
"No hay gallinas, no hay perros, no sale humo de las chimeneas, aquí no vive   nadie. Vámonos"…  Y es así como los aldeanos se salvan de una muerte segura.
MORALEJA: 
A veces nos suceden cosas que sentimos como una catástrofe.
Sin embargo, cuando tienes una gran pérdida, el mundo te da un bien mayor que   no esperabas. La perdida y lo obtenido se equilibran. Pero, si no estás en la   vía espiritual, todo lo que te sucede te parece totalmente nefasto, a semejanza   de los aldeanos del cuento.
Si te privan de algo, pregúntate si no eres tú quien ha provocado esto, y   dirás que, quizás eso sea para tu bien.
Así como los aldeanos pierden a sus animales y su fuego, nosotros, que   vivimos en una época difícil, estamos perdiendo antiguas amarras que nos daban   la seguridad. Estábamos atados a unas costumbres, a una moral religiosa, a una   cultura, a unas ideas políticas, a un sistema económico. Todo esto nos ha   decepcionado. El mundo ha entrado en crisis. Y los individuos también.
El mundo, con sus leyes caducas, no nos pide nuestro parecer. Quienes   acaparan el poder, no nos dejan ser lo que somos, nos obligan a ser lo que ellos   quieren que seamos. Debemos luchar y trabajar para enriquecer a las grandes   multinacionales. ¿Es esto una maldición? ¡No, es para nuestro bien!
Así como el gusano se retuerce para dar origen a una mariposa, la situación   actual, donde hasta el planeta se menea, nos propulsa hacia un despertar   inminente de la conciencia.
Aprendemos a ser libres, a desprendernos de todo lo que no es auténtico:   osaremos demoler los límites inculcados en nuestra mente por culturas que   durante siglos han vivido impidiendo el cambio, la mutación, para así, en nombre   de la tradición, intentar esclavizarnos. Entre la dispersión subjetiva, pensar   una cosa, amar otra, desear otra y hacer otra cosa, elegiremos la unidad, para   así gestarnos a nosotros mismos, aprendiendo a amarnos liberados del Yo,   reconociendo que somos una obra divina.
Entonces, sin jefes bufones, seremos dueños de nosotros mismos, con confianza   total en nuestro destino, en la unión con todos y en la aceptación como única   patria al Planeta Tierra.
Alejandro Jodorowsky.
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