Afrontando el Mañana: Lo Que Realmente Podemos Controlar

Afrontando el Mañana: Lo Que Realmente Podemos Controlar


No tienes control sobre todos los acontecimientos que ocurren, pero puedes controlar tu respuesta a ellos...

No tienes el poder de controlar todos los elementos de tu vida. Igual que no puedes dirigir la trayectoria de la existencia de tu mejor amigo o de tu hermana.

Un día podrías estar haciendo un trabajo excepcional, y al día siguiente optar por marcharte debido a unas condiciones laborales insatisfactorias.

Podrías estar en una relación amorosa y maravillosa, sólo para que termine al día siguiente debido a la distancia o a la falta de conexión.

Podrías disfrutar hoy de todo lo que siempre has soñado, sólo para perderlo mañana.

Afrontando el Mañana: Lo Que Realmente Podemos Controlar

El futuro es impredecible.

La vida tiene su parte de tragedias y pérdidas. Nos enfrenta a traumas y angustias que parecen destrozarnos. La vida puede infligirnos todo esto y más, sin pedir antes nuestro consentimiento.No puedes tener el control absoluto de tu vida, ni de adónde irá dentro de cinco años, ni de adónde irá mañana.

Me gustaría que pudieras. Desearía que todos pudiéramos. Pero no es así. Todos vivimos en un estado constante de incertidumbre, marcado por un persistente signo de interrogación. Estamos inmersos en el magnífico y a la vez formidable misterio del hoy y del mañana.

¿Qué debemos hacer? ¿Cuáles son nuestras opciones? Si no podemos influir en los microbios que atacan nuestro cuerpo ni en las células malas que invaden nuestras venas, ¿qué nos queda bajo control? Si no podemos controlar el país en el que nacimos, el color de nuestra piel o la familia disfuncional en la que crecimos, ¿qué podemos controlar realmente?

Sólo podemos controlar una cosa.

Podemos intentar regular nuestro pensamiento, reacciones y mente. Podemos intentar influir en nuestra percepción de nuestras vidas y del mundo que nos rodea. Podemos esforzarnos por dar forma a la manera en que afrontamos nuestras tragedias y desafíos. También podemos trabajar para preservar mejor lo positivo.

Podemos luchar por un futuro mejor, incluso cuando el presente nos parezca sombrío y aburrido. Podemos aspirar a un sueño que alivie el dolor, aunque sólo sea por un momento. Podemos cultivar pensamientos positivos, incluso cuando nuestra existencia parece estar en declive.

Podemos ver el lado positivo de las cosas.

Podemos dirigir nuestra atención a la respiración, conscientes de que perseveramos en el momento presente. Tenemos la capacidad de reconocer el valor de lo que tenemos: nuestros amigos, nuestra familia y, si tenemos suerte, un refugio sobre nuestras cabezas.

Tenemos que ver la luz de la esperanza.

Tenemos que aferrarnos a ese resplandor. ¿Por qué, sinceramente? Porque es lo único que nos queda. Porque, aunque no podamos controlar los acontecimientos desafortunados que ocurren, aunque no tengamos control sobre nuestras preferencias e incluso nuestras orientaciones sexuales, y aunque no podamos influir en el tipo de familia con la que hemos sido bendecidos, podemos actuar sobre algo.

Podemos controlar nuestra visión de la vida y los pensamientos que nos metemos en la cabeza.

Podemos controlar la esperanza que impregna nuestros huesos y corre por nuestras venas. Además, con la esperanza podemos intentar sonreír. A pesar de la tristeza, a pesar de las lágrimas, a pesar de la pérdida y la tragedia. Podemos hacerlo lo mejor posible, sólo tenemos que seguir creyendo. Intentando encontrar la felicidad en medio de la oscuridad.

Por Clara  C.
Imagen: Robert Weber ©


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