El Equivalente Mental parte III

El Equivalente Mental parte III



MANTENIENDO EL NUEVO EQUIVALENTE
Es bueno hacer un experimento práctico, así que les aconsejo que tomen un asunto de su vida –algo que deseen que desaparezca- o algo que deseen obtener, cambia tu pensamiento sobre el mismo, y mantenlo cambiado. No tengas prisa por escoger el problema, toma el tiempo necesario.

No le digas a nadie sobre el mismo. Si se lo cuentas a un amigo, estás, por supuesto afirmando fuertemente su existencia, que es lo que deseas eliminar en sí. Si le dices al amigo que estás trabajando en tu reumatismo o escasez, estás haciendo estas cosas muy reales en tu subconsciente. Además tu energía espiritual se está desperdiciando como le pasa a la electricidad en la "antena de tierra".

Toma tu problema y cambia tu pensar en relación al mismo y mantén el cambio por un mes, y te asombrarás de los resultados que obtendrás. Si verdaderamente mantienes tu pensamiento firme en el cambio, la demostración puede efectuarse en cuestión de horas. Pero mantenerse tensamente esperando la demostración es en sí afirmar la existencia del problema. ¿No es así? El secreto es mantener tu pensamiento cambiado- en la nueva condición, así que conserva tu pensamiento cuidadosa y calladamente expresivo a la nueva condición que tú deseas producir. Cree en lo que estás pensando, y para probar que crees en ello, tienes que hacer tu parte.


El Equivalente Mental parte III

Cambiando tu pensamiento sobre el problema y manteniendo el cambio, estás construyendo un nuevo equivalente mental, un equivalente mental de armonía y éxito, a ese equivalente como sabemos, se demostrará en tus experiencias.

Por algún tiempo encontrarás que tus pensamientos continúan durmiendo en el viejo molde. Tal es la fuerza del hábito. Pero si persistes calladamente, ganarás la victoria. Es siempre un poco difícil cambiar un hábito, pero se puede hacer, y luego el hábito correcto se establece y resulta más fácil que el viejo, y así se edifica el nuevo equivalente mental.

Cambia tu mente y mantén el cambio.
No hables del asunto negativo, ni actúes como si existiera. Actúa como si en verdad la nueva situación ya estuviera presente. Si lo haces la nueva condición aparece en lo externo, porque lo externo no es sino la proyección de lo interno.

Nosotros proyectamos nuestra experiencia y la llamamos experiencia, esto nos da la clave entre una acción verdadera y una acción falsa o irreal.

¿Qué es acción verdadera? Una acción verdadera es aquella que en verdad cambia las cosas. La acción falsa no lo logra. Por ejemplo si tu automóvil tiene arrastre (tracción), este se mueve. Esta es una acción real, pero sin arrastre. Habrá movimiento, vibración, pero no arranca. Estás arruinando el motor, y tal vez las llantas, pero no te lleva a ningún sitio. Lo mismo ocurre con el soldado que "está matando el tiempo". Se cansa, gasta sus  zapatos, pero no llega a ninguna parte. Estos son ejemplos de acciones falsas.

Suponiendo que tienes que escribir una carta difícil, preparar un sermón o una conferencia. Te sientas con el papel enfrente, haces círculos, dibujitos, muerdes el lápiz, juegas con tu cabello. Esta es acción falsa y son muchos los que hacen esto. Estas acciones no te producen nada. Comenzar a canalizar tus pensamientos, y escribirlos en una acción verdadera. Notarás que la diferencia es que la falsa acción comenzó desde afuera. No has preparado tus pensamientos. Quieres comenzar por escribir. Con la acción verdadera primero ordenaste tus pensamientos y luego escribiste, o la actividad externa continúa. Una acción falsa quiere decir estancamiento, Una acción verdadera es siempre fructífera.

La acción verdadera viene de adentro hacia fuera. La falsa trata de hacer lo contrario, de afuera hacia adentro. Una es centrífuga y otra es centrípeta, en términos técnicos. Si estás trabajando de centro a circunferencia, tu trabajo está vivo y es productivo. Si lo haces de la circunferencia al centro, tu trabajo es muero y tendrás efectos negativos.

Los artistas y literatos hablan de "rollo". ¿Sabes lo que es un "rollo"? Es un cuadro que pintas o una historia que escribes no porque tengas interés en el mismo, sino por ganar dinero. Nunca es bueno, porque no es el resultado de la inspiración sino con fines monetarios. Si se hace desde afuera es una acción falsa. Este es un dicho común entre los escritores que tres "rollos" matan el talento y eso es cierto. La forma correcta de pintar un cuadro es admirar la belleza en alguna parte. En un paisaje, en una cara bella, o donde la admires, te inspira esa belleza y entonces vas al lienzo y expresas allí tu inspiración. Eso es arte y te ayuda a tu propio desarrollo.

Si escribes una historia o una novela porque has observado la vida, has visto ciertas cosas, estudiado cierta gente y lo escribes porque estás viviendo todo esto, eso es una acción real y escribirás un gran libro.

Dickens, George Elliot, Balzac y todos los grandes autores escribieron en esa forma. Pero si dices: Escribiré 1500 palabras todos los días y luego se lo entrego a mis editores, "La misma basura de siempre para obtener dinero", tu trabajo está muerto. Esta práctica matará todo el talento en ti.

Si estás en el mundo de los negocios y tienes interés en tu trabajo y lo amas, tu trabajo es una acción positiva, y a la larga te traerá éxito. Aún cuando el puesto no sea del todo de tu agrado, pero piensas "Este es mi puesto del momento y voy a hacerlo lo mejor posible, y sé que algo mejor me vendrá", estás trabajando de adentro hacia fuera. Tu trabajo es una acción positiva y no tendrás que esperar mucho por algo que realmente te agrade.

Muchas personas saben que estas cosas son ciertas. Saben que son ciertas para hacer cuadros, historias y para la vida de los negocios, pero no se dan cuenta que son asimismo verdaderas para las cosas del alma. Pero esta es la realidad, si oras y meditas desde afuera porque lo consideras una obligación o porque te sientes culpable si no lo haces, tus oraciones son muertas. No obtendrás la demostración alguna, ni lograrás progreso espiritual, ni gozo alguno. Pero si sientes que al orar y meditar estás visitando a Dios, y que estos son los momentos más felices de tu existencia, entonces estás laborando de adentro hacia fuera. Tu crecimiento espiritual dará frutos, y crecerás rápidamente en comprensión espiritual. Al orar en esta forma no hay esfuerzo penoso, y tu alma se satura de paz.

El gran enemigo de la oración es la sensación de tensión. Cuando estás tenso estás trabajando de afuera hacia adentro. La tensión en la oración es probablemente la mayor causa de fracaso en la demostración. Recuerda que la mente trabaja ineficiente cuando está bajo tensión. Cuando piensas "tengo que traer a la demostración", tengo que lograrlo en tres días, estás tenso, estás usando tu voluntad y esto hace más daño que bien.

Recuerda: La puerta del alma abre hacia adentro. Si recuerdas esto te ahorrará años de espera en la demostración. Escribe en tu libretita, la que llevas en la cartera, no la que tienes guardada en tu escritorio, porque esa es un mausoleo; mejor aún, escribe en una tarjeta y ponla en tu tocador "La puerta del alma abre hacia adentro", y ora a Dios que recuerdes esa verdad cada vez que vayas a El en oración. Tú sabes lo que quiere decir cuando una puerta abre hacia adentro: Mientras más fuerte la empujas, más la cierras, cuando la presionas contra ella, tan solo la cierras contra ti. Cuando te relajas y te apartas, das la oportunidad que abra enseguida". En los teatros y otros edificios públicos, las puertas abren hacia fuera.

La ley lo exige así, porque el público cuando tiene pánico empuja, y si las puertas abren hacia adentro, la gente se aprisiona y se mata. La puerta del alma abre hacia adentro. Esa es la Ley. Relájate mentalmente, aléjate espiritualmente del problema, y la acción de Dios abrirá la puerta para ti y serás libre.

Hay una leyenda de la Edad Media muy interesante: Un ciudadano fue arrestado por un barón y encerrado en una mazmorra de su palacio. Fue llevado al fondo de la mazmorra por un carcelero feroz que cargaba una llave de un pie de largo. La puerta de la celda estaba abierta y se le tiró en ella. La puerta se cerró de un tirón y ahí quedó él. Estuvo encerrado allí unos veinte años, la puerta se abría con un gran ruido y crujido, se le daba un jarro de agua y un mendrugo de pan, y de nuevo se cerraba la puerta

Después de veinte largos años el prisionero decidió que ya no podía soportar más el encierro. El quería morir, pero no quería suicidarse. Así que decidió que al día siguiente cuando el carcelero viniera, él lo atacaría. El carcelero lo mataría y así terminarían todos sus tormentos. Pensó examinar la puerta cuidadosamente para estar listo para el día siguiente y llegando a ella agarró el picaporte y le dio la vuelta. Para sorpresa suya la puerta se abrió y cuando la examinó vio que no tenía cerradura y que nunca había tenido y se dio cuenta que durante esos veinte años no había estado cerrada sino en su creencia.
En cualquier momento durante ese tiempo pudo haber abierto la puerta, si tan sólo hubiera sabido. El creía que estaba cerrada, pero no lo estaba.

Tanteando siguió por el corredor y subió las escaleras. Allí había dos soldados conversando y no hicieron ademán alguno de detenerlo. Cruzó un patio grandísimo sin llamar la atención. Había un guardia armado en la casilla del portón de salida, pero ni se fijó en él y salió afuera como hombre libre.

Llegó a su casa sin ser molestado y vivió feliz de ahí en adelante. El pudo haber hecho eso mismo en cualquier momento en esos veinte años de arresto si hubiese tenido el conocimiento suficiente, pero no lo hizo. Era un cautivo, pero no de una celda de piedra y hierro, sino de falsas creencias. No estaba encerrado; tan sólo creía que lo estaba. Por supuesto, esto no es más que una leyenda, pero una en extremo instructiva.

Todos estamos viviendo en alguna forma en una prisión, unos en una de una clase, otros en otra; unos en una prisión de carencia, algunos en una prisión de remordimiento, otros en una prisión de ciego e ininteligente temor, otros en su prisión de enfermedad. Pero siempre  la prisión está en nuestro pensamiento y no en la naturaleza de las cosas.

No hay verdad en nuestros problemas aparentes. No hay realidad en la carencia. No hay  poder en el tiempo ni en las condiciones para convertirnos en viejos, cansados o enfermos.

Las enseñanzas de Jesucristo y el movimiento de Unity en particular, vienen en nuestra ayuda y dicen: "No estás encerrado en una prisión de circunstancias. No estás encadenado en calabozo alguno. En el nombre de Dios, toca la puerta, sal fuera y sé libre".

Edificad un equivalente mental de libertad, de vibrante salud física, de verdadera prosperidad, de creciente comprensión y convicción de Dios. Edificadlo pensando en ellos, teniendo fe en ello y actuando debidamente, y el viejo equivalente de limitación irá gradualmente desapareciendo, pues la puerta no tiene cerrojo, y la voz de Dios en vuestro corazón dice: "Sed libre".

Continuará...

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Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 54 - Volumén 2