La vida puede ser serpenteante, y no hay escapatoria. A veces las cosas se vuelven tan complicadas que es difícil ver las cosas buenas. Cuando entramos en este estado de desesperación, no sólo nos afecta a nosotros, sino también a nuestro entorno.
La tristeza ama la compañía, sobre todo porque nunca tiene invitados.La gente no quiere estar cerca de una persona negativa. La vida ya tiene su cuota de sufrimiento, no necesitamos crear o mantener más.
Dejarse llevar por la amargura es perjudicial para la salud y el porvenir. Dejas de desarrollar recursos internos de felicidad y fortaleza. Es un ciclo de autosabotaje. Te siguen ocurriendo cosas negativas porque es para lo único que estás preparado.
A continuación, cinco características comunes presentes en un estado de ánimo “amargado”. Mereces algo mejor y recuerda que el sol brilla aunque no puedas verlo para todos.
1. Rencores
No te pases la vida torturándote por las veces que te han engañado. No sólo es una pérdida de tiempo y energía, sino que la atención mental y emocional permanece centrada en lo negativo. No puedes cambiar lo ocurrido, así que lo más productivo es aprender de ello y seguir adelante. Las personas que guardan rencor suelen decir que lo hacen para que no vuelva a ocurrir o porque así "mantienen las cosas en perspectiva".
Dejar pasar no significa que hayas perdonado u olvidado, solo significa que ya no te centras en ello ni dejas que la situación te domine.
2. Fingir para llamar la atención
La desdicha ama la compañía, y para tener "compañía", una persona amargada puede crear escenas y problemas. No utilices el drama para llamar la atención o crear la ilusión de respeto y empatía hacia los demás. Deja que tus actos y tu carácter hablen por ti. La energía gastada en obtener reconocimiento momentáneo podría emplearse mejor en desarrollar recursos internos.
3. Ser envidioso
La envidia es uno de los rasgos más contraproducentes que puede tener una persona. También es uno de los más feos. Alégrate por los logros de los demás. Decir que tu necesidad es mayor o más meritoria que la de otra persona es muy presuntuoso y no beneficia a nadie.
Si quieres algo, trabaja por ello. La envidia y el odio no te ayudan a conseguir tus objetivos y sólo engendran negatividad en tu corazón.
4. Estar siempre desesperado
La vida puede ser una experiencia difícil. A veces parece que nuestras vidas no son más que una serie de pruebas que sólo sirven para hundirnos. Si no nos resistimos activamente a esto, podemos desarrollar una resistencia natural a las expectativas positivas. Empezamos a pensar que los acontecimientos y escenarios pasados siempre se repetirán. Ser fatalista no protege a nadie, simplemente nos excluye de un mundo de posibilidades.
Ser insensible crea un entorno propicio al sufrimiento. No olvides que esperar es una opción que consume poca energía y que cada momento nuevo tiene un potencial sin explotar. Permanece abierto a las posibilidades del universo y no pierdas la esperanza en el futuro.
5. Centrarse en lo negativo
Tenemos el poder de manifestar nuestros deseos y pensamientos. Centrarse en lo negativo y creer que esa es la única verdad convertirá esos pensamientos en realidad. Si albergas elementos improductivos en tu mente y en tu corazón, crecerán y ganarán influencia.
Obtenemos lo que ponemos en la vida, así que alimenta la negatividad y obtendrás más negatividad. Puede ser un ciclo difícil de romper, pero el cambio empieza en nuestro interior.
Reconoce lo malo y agradece las lecciones. Sonríe y olvídalo. Deja siempre espacio para que cosas nuevas y hermosas entren en tu corazón y en tu vida.
Por Juan Carlos Réno
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