No huya del conflicto cuando puede resolverlo en su lugar

No huya del conflicto cuando puede resolverlo en su lugar


Hay muchas maneras de manejar un conflicto, y una de ellas es evitarlo. Dependiendo de nuestras primeras experiencias desde nuestra infancia, todos fuimos moldeados y enseñados acerca de cómo podemos navegar el conflicto de diferentes maneras.

Hay familias que se comunican más fuerte, aprendiendo a enfrentarse realmente a ciertos conflictos de maneras que causarán conflictos adicionales.

Otras familias atraviesan verdaderas tribulaciones, pero una de sus formas de superarlas es fingir que nunca han ocurrido. Sin embargo, otras se sientan, celebran reuniones familiares y moldean cómo deben ser las conversaciones conflictivas.

A muchos nos asustan los conflictos. Donde hay conflicto, también hay dolor. Y, donde hay dolor, hay pérdida y también sentimientos de desesperación.

No huya del conflicto cuando puede resolverlo en su lugar

La gente tiende a evitar los conflictos por varias razones. Los conflictos no sientan bien ni son fáciles para nadie. De hecho, no se nos suele enseñar cómo podemos superarlos sin que nos hagan sentir mal, así que simplemente los relacionamos con espacios negativos.

Sin embargo, lo cierto es que cuando ignoramos o evitamos el conflicto, significa que también evitamos el amor, el crecimiento y la alegría. También evitamos aprender a amar mejor a los demás, practicar a decir la verdad y familiarizarnos con las necesidades y deseos que tenemos.

Para dejar de evitar los conflictos, y no odiar el proceso de trabajar en todo con nuestros seres queridos, primero necesitamos establecer nuestros límites con nuestras formas de involucrarnos dentro de los conflictos.

Cuando evitamos los conflictos por el ruido que provocan y por el tono que utilizamos al mantener esas conversaciones, deberíamos ser capaces de ser honestos y sinceros con nosotros mismos cuando se trata de eso, y después de eso comunicar las formas en las que deberíamos hablar y cómo deberían ser nuestras conversaciones.

Cuando tendemos a evitar los conflictos porque nada parece funcionar, debemos tener la capacidad de recordar esas razones y después cambiar y comunicar nuestras intenciones para esa conversación.

Deberíamos ser capaces de llevar nuestras mentes a lugares en los que estemos más centrados en la solución que en el problema, y después de eso, deberíamos ser capaces de comunicar la expectativa.

Definitivamente, hay maneras de hacer que los conflictos sean más positivos y alegres en lugar de algo que tememos. Hay formas de tener la capacidad de decir: “Oye, esto no funciona para mí, pero quiero resolverlo contigo. Hablemos de lo que hay que hacer”, sin que suene negativo.

Para dejar de evitar los conflictos, deberíamos ponerles límites. Deberíamos tener la capacidad de hablar de lo que nos conviene o no en medio de la conversación. Deberíamos tener la capacidad de moldear las discusiones difíciles de manera que no sólo sean obtenibles, sino también eficaces.

También deberíamos averiguar cuáles son los desencadenantes de los conflictos y de dónde proceden todos ellos. Deberíamos descubrir cómo necesitamos que suenen, se sientan o se vean los conflictos. A continuación, deberíamos practicar la comunicación de esas necesidades a las personas que más queremos, incluidos nosotros mismos.

Cuando enseñamos a los demás nuestros límites, también les enseñamos dónde está nuestra puerta. Cuando esa puerta está abierta de par en par, pueden entrar el crecimiento, la conexión verdadera y el amor.

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