El sacrificio de una madre


Los padres no son malos ni buenos, sólo son padres!!! no nos toca a nosotros juzgarlos, porque es la propia vida la que con profundas heridas nos cobra el dolor que les hayamos causado, no olvidemos que después de Dios, solo tenemos el amor de nuestros padres . Si aún conservas a tus padres, venéralos, jamás los ofendas, jamás los desprecies, porque si lo haces, hay alguien que te juzgara más duramente a ti, y ese llanto será el más amargo de tu vida!!!

A sus tiernos 17 años ya era madre de un niño pequeño y llevaba otro en su vientre. Perdió a su madre no sabía oficio alguno, y ¿Quién la iba a emplear con un niño pequeño y otro en su vientre? Qué difícil es conseguir el pan cuando se es joven y desamparada. Su niño le pedía comida y ella se desgarraba en su dolor.
Aquella tarde con su gran barriga fue a la Iglesia, el enorme tamaño de su estómago le hizo difícil hincarse pero una vez de rodillas, lloró con profunda tristeza, luego miró el cristo crucificado y le dijo: Padre, yo no quería, pero en cuanto nazca este niño ya decidí lo que haré, mientras tanto pediré limosna si es necesario. Y en verdad, hubo días que no tuvo que hacer, otros en cambio lavaba ropa ajena limpiaba los vidrios de los carros, cualquier cosa y cuando su niña nació, una esquina oscura fue testigo fiel de una más que se dedicó al más antiguo de los oficios. Al principio fue difícil, pero sus hijos necesitaban muchas cosas. Y así, con mucha humildad pero mucho amor, les dio siempre lo necesario, aún a cuestas de su propio sacrificio.
Los años pasaron pronto y cuando vio a sus hijos orgullosamente casi profesionales pensó en que ya era hora de descansar. Aun joven pero con la vida que llevaba se había acabado demasiado y envejeció pronto,

Y enfermo pronto de tanto sufrir. Pero un día, una mala lengua de esas que no sienten dolor alguno en clavarte puñaladas, le contó a su hija el pasado de ella. Esa noche cuando volvía cansada, estaba lloviendo fuertemente sobre los humildes techos de las casas, la primera mirada que encontró al entrar a su casa la madre vió a su hija, quien al verla le dijo:

- ! Vete, no quiero verte, hoy supe que eres una prostituta, veté porque no eres digna del amor de tus hijos, me das asco!
Ella no supo que responder, sabía que un día lo sabrían, siempre lo temió y siempre pensó que la reacción de ellos no sería agradable. Pero darles asco, eso no, esa palabra fue como un puñal directo al corazón, salió corriendo bajo la lluvia sin parar el rostro se le mojaba tocándole el rostro como si la estuviera consolando. Cuando empezó a amanecer, ella permanecía todavía afuera de su casa en la puerta, de repente sintió una sábana sobre su cuerpo y al volver, era su hijo mayor;

Madre toda la noche te he andado buscando, ven entremos a casa.

No! le dijo: tú hermana me desprecia, no sé si ya tú lo sepas.

Saber que!! Te amo y todo lo que venga de ti no me avergüenza. Esa mañana los hermanos pelearon como nunca ante los ojos de la madre; La hija gritaba Que se vaya no ves que es una cualquiera! no te da pena su oficio? ya poco falta para ser una profesional me da vergüenza que todos mis amigos sepan lo que es ella, El hermano respondió; pues vete con tus amigos, que yo cuidare de ella, yo no me he olvidado de las veces que ella se sacó el pan de la boca para dárnoslo de las noches que ella nos veló cuando nos enfermamos, tú y yo no tuvimos padre porque nos abandonó, pero en cambio tuvimos una madre que todo nos lo dio, Yo solo sé lo que le debo a ella .
Si tú la desprecias ,vete! que yo la amare por los dos, Y así fue la chica se fue, Un largo año pasó y la chica que salió de esa casa nunca se graduó pero en cambio encontró el amor. El amor traidor de un hombre que aprovechándose de su inexperiencia, se burló de ella y la abandono, como un día un cobarde abandono a su madre dejándola con un niño pequeño y otro en su vientre, solo como aquella a la que había criticado duramente, y esta había envejecido rápidamente también, Por hambre y remordimiento volvió al hogar.

Entro a su casa, vio a su hermano sentado tristemente le dijo, vengo a pedirles perdón!

El hermano bajo la mirada tristemente y contesto, ¡Sígueme!

Los muchachos caminaron varias calles, el joven se paró enfrente del cementerio, allí estaba su madre!!!

La muchacha grito fuertemente llorando se echó sobre la tumba de su madre y gritando porque!!! Porque te fuiste sin poder despedirme de ti !!!
Velar tu cuerpo, besarlo y pedirte perdón!! Porque madre, ¿por qué? ¡ Perdóname! allí postrada sobre la tumba de su madre pedía perdón una y mil veces.

El hermano le dijo que su madre en su lecho de muerte le había echado su bendición a ella y que no le guardaba rencor y le pido que si regresaba la recibiera con los brazos abiertos como ella lo hubiera hecho en vida.

Los hermanos se retiraron lentamente abrazados y no notaron la suave brisa que acariciaba sus mejillas ellos no se dieron cuenta que era su madre que los acariciaba y daba su última bendición
Autor desconocido