Aceptando la realidad parte II


Nos preguntamos “¿quién me he creído para ser brillante,  espléndido, talentoso, sensacional?”, pero en realidad, ¿quiénes nos hemos creído para no serlo? - Marianne Williamson
Parte anterior

Se recomienda leer previamente de los capítulos 275, 276, 277 y 278

Recuerden que la Ley de Correspondencia la manejamos con un gráfico muy sencillo:


Correspondencia de destino complementario


Policía  ====> Ladrón
Médico   ====> Paciente o persona enferma
Pedagogo ====> Alumno

Tenemos unas situaciones específicas. Decimos, “Yo tengo una persona cuya función es ser policía”; su correspondencia es con los delincuentes. Se da dentro de las líneas que llamamos los opuestos complementarios, que son extremos que están cada uno en un lugar de la flecha, porque son del mismo nivel.


Así es como funciona la Ley de Correspondencia. Como todo es necesario, es necesario el policía como es necesario el delincuente. Es necesario el médico como lo es el paciente... Uno no puede funcionar sin el otro. Un pedagogo sin alumnos, ¿qué haría? ¿Y unos alumnos sin pedagogo? Un medico sin pacientes, ¿a qué se dedica? Son correspondencias de evolución, correspondencias de destino.


La cuestión entonces debe ser: Si yo voy a generar un frente de defensa la  correspondencia sería...  

Defensa            
====>          Ciento por ciento fuerza o resistencia


Esa es la correspondencia que voy a generar inmediatamente. Pero yo podría decidir otra cosa, porque tenemos el libre albedrío de tomar decisiones. Entonces voy a generar en vez de un proceso de defensa, un proceso de amor:


Amor                ====>          Cero resistencia

Me gustaría que en este punto que usted escogiera en cuál de los dos procesos prefiere estar, porque esa es una decisión personal. ¿Se da cuenta? Las defensas son necesarias. El amor es también necesario... Todo es necesario... La pregunta es: ¿Cuál es el resultado de mis decisiones? ¿En cuál correspondencia quiero o decido yo estar? Y, ¿cómo hago para decidir eso?  Esa es la pregunta de la aceptación.


Las personas tenemos derecho a decidir cualquier cosa, lo que no podemos hacer es tomar una decisión y después decir, “No quiero el resultado que se origina en mi decisión”. Eso si no puedo hacerlo, porque eso sí ya está en contra del orden del universo.


Si yo decido defenderme, habrá agresor. Si yo decido ser un agresor, habrá defensor. Si yo decido perseguir el crimen, habrá crimen frente a mí. Si yo decido ser justiciero, siempre encontraré injusticia. Todo eso es necesario, ¿en dónde me voy a ubicar yo? Si me meto de policía, ¿me aparecerán alumnos? No. Voy a relacionarme con los delincuentes, de ellos va a estar llena mi vida. ¿Está claro esto...?


Otro alumno intervino aquí: “Gerardo, me gustaría que esto lo ampliara porque he encontrado unas personas que toman una actitud que es como muy fácil... de pronto como una forma de defensa y es una actitud muy indolente, “Como esto no es conmigo, no me importa”. De todos modos lo que está viviendo un sistema al cual pertenecemos, de alguna manera es algo correspondiente... (Por supuesto que sí, acota Gerardo)... Somos correspondientes a lo que estamos viviendo... ¿Cuál es la actitud que debemos asumir?... Tú lo dices muy bien: a través del amor... Es justamente cubrir eso dentro de un sistema... digamos de unión, porque podemos  generar también una masa crítica para que tengamos conciencia de que aquello que está sucediendo también nos corresponde actuar... No sé...”


Claro que nos corresponde... como realidad externa, el entorno nos corresponde. O no estaríamos aquí... La decisión que yo tomo a nivel personal con respecto al entorno, va a generar inmediatamente una correspondencia con mi propia decisión. Entonces voy a partir del punto que tú dices. Es muy importante tenerlo claro para nosotros. Digo para nosotros, porque a quien no está en un proceso de desarrollo espiritual, ni siquiera le corresponde conocer esta información. Por lo tanto, no tiene muchas opciones para decidir...


Miremos dos personajes frente a la realidad. Hay un personaje que dice, “Me importa”; y hay otro que dice, “No me importa. A mí no me importa lo que pase porque eso no tiene que ver conmigo”. Fíjense bien en esto, no es suficiente que yo diga, “Me importa algo...” Si yo digo, “No me importa”, ¿de qué estoy hablando? Estoy hablando de una persona sin sabiduría, sin sentimientos, una persona básicamente instintiva que está actuando simplemente desde el instinto de supervivencia... “A mí me importa una sola cosa, sobrevivir yo. Qué hagan los demás para sobrevivir... Eso no es problema mío...”. Usted, ¿qué nivel de desarrollo espiritual le asignaría a la persona que dice eso? Tendría poco desarrollo espiritual, ¿no es cierto?


Pero como estamos hablando de personas con desarrollo espiritual, vamos a quitar esto.


Ahora, la persona “A mí me importa”, tiene dos opciones: partiendo del punto de que sí le importa. Entonces, si eres “A mí me importa lo que está pasando y lo que está sucediendo al entorno de las personas,  pero... yo no sé. No sé por qué sucede, no sé cuál es la razón, el fondo de esto y no sé cómo solucionarlo tampoco. Esa es mi situación, pero a mí sí me importa”. Entonces, ¿cuál de las anteriores opciones escogerías? ¿Ser policía, ser médico porque está viendo pacientes, escogerías ser pedagogo, o un proceso de defensa? ¿De seguridad?¿O escogerías un proceso de amor?


¿Cuál escojo, si no sé? Creo que es obvio lo que escogería si no sé. Me pongo a enfrentar directamente, a cambiar esto a  la brava... me meto a policía, al ejército...  O simplemente no voy a cambiarlo, pero voy a generar un proceso de defensa que me permita eventualmente tener más seguridad... Eventualmente, porque mientras más defensa haya, va a haber más fuerza al otro lado.  Eso, en el caso en que yo diga, “No sé”.


Ahora miremos otro personaje, el que dice, “A mí me importa, pero yo sé la razón del suceso”. ¿Ese sería un personaje diferente? Sí. A los dos les importa, sólo que el uno no sabe la razón por la cual suceden los sucesos y el otro sí la sabe. 


Entonces, ¿el que la sabe, que escogería entre estas 5 opciones? Escogería posiblemente la pedagógica y escogería la de amor. Casi que ni siquiera escogería la de médico. De pronto, el médico, dice, “Hombre... hay que ayudarle a las personas que están siendo víctimas de la guerra, pero... prefiero ayudarles a los heridos antes que causar yo más heridos”. Éste todavía tiene un poco más de desarrollo espiritual porque dice, “Bueno, es mejor sanar una herida que causarla”.


Entonces fíjense bien lo que está pasando... ¿Desde dónde puede una persona que sí le importa, tomar una decisión frente una situación externa a él? La puede tomar desde dos puntos: desde ignorancia, o desde sabiduría... o desde algún punto intermedio de esos dos.


Ya sabemos el resultado del que no sabe: se mete de policía o a generar todo un sistema de defensas. No estudiemos éste, porque ya sabemos el resultado. Estudiemos el otro, que es el que no conocemos. El que sí le importa, pero que sí sabe la razón por la cual está sucediendo algo.


El que sabe dice esto:


“Todo suceso que enfrenta un ser humano en el universo, es un proceso pedagógico del diseño de su destino que necesita enfrentar para poder aprender a amar, para poder aprender a ser feliz. Por lo tanto, comprendo que es necesario el policía, es necesario el defensor y es necesario el médico, pero yo voy a trabajar es con el amor...”


Supongamos que una persona te podría decir desde su bondad, “Yo no estoy interfiriendo... le estoy haciendo un favor a esos niños, porque si ellos están sufriendo con esos problemas, yo los llevo a jugar al parque”. Si eres el rector del colegio, tú le vas a decir: “Mire entiendo su bondad pero por favor no vuelva a interferir...” ¿Qué pasa si todos los días la persona viene y hace lo mismo, no los deja aprender? Tú, como rector o dueño del colegio, ¿qué harías? Le cierras las puertas, o llamas la policía. No lo dejas entrar porque está interfiriendo con tu trabajo. Eso es lo que hacen los maestros de Ley cuando yo trato de hacer exactamente eso mismo.


Trato de impedir las experiencias de las demás personas, porque yo creo que son injustas. Pasa lo mismo con la persona que cree que al niño le colocaron un problema. En vez de decir, “El niño tiene un ejercicio”, piensa que es injusto que a los niños se les pongan problemas... A los niños no les ponen problemas, les ponen ejercicios.


Nosotros en la vida no tenemos problemas; tenemos oportunidades. Si las llego a ver como problemas, ya me equivoqué. Y si yo digo que los demás tienen un problema, y que yo se los voy a resolver, estoy jugando a la interferencia de un proceso pedagógico. ¿Eso qué genera? Genera todos los conflictos y todos los bloqueos que vienen hacia mí, porque yo no estoy aceptando el Orden del Universo, el diseño pedagógico, lo que cada quien necesita aprender y lo que yo necesito aprender. ¿Está claro lo que hacemos para interferir?


Cuando hemos estado tratando de interferir... Todos lo hemos hecho en algún momento de nuestra vida y quizá lo seguimos haciendo aún, ¿cuál ha sido el resultado de estos intentos? ¿Qué ha visto que pasa con eso...? Trato de cambiarle los destinos a los demás, de asumir lo que necesita hacer cada uno de ellos, de echarme las cargas que a mí no me  corresponden, de sufrir por los demás o sufrir con los demás... El resultado es una úlcera, un desgaste, un problema, sufrimiento, angustia, peleas... Y las personas y las circunstancias no cambian; siguen iguales porque ese no es el método.


Sufrir por los demás se llama bondad y no sirve para nada. Sufrir con los demás se llama compasión... y no sirve para nada. Compasión significa acompañar a los demás en su pasión... Con eso no le solucionas nada a nadie. Sufrir por los demás es lo que nos enseñó la cultura como ser bueno... “Si tú no sufres, tú eres malo”. ¡Por lo tanto, para ser bueno necesitas sufrir!...”  Esa es la ignorancia y ése es el proceso que hace el “bueno”. Se siente bueno sufriendo por otro y se siente bueno interfiriendo con su programa pedagógico, tratando de sacarlo de él. Cree que es bueno cuando le hace la tarea al niño... ¿Eso es ser bueno? El se siente bueno, pero no es bueno sino ignorante. Eso es exactamente lo que nos pasa y por eso es que encontramos bloqueos, dificultades  y peleas. Porque me estoy yendo en contra del Orden del Universo sin saberlo.


Si ya entendimos las dos primeras preguntas, ¿Qué tendrías que aceptar previamente para no enfrentar situaciones muy difíciles?... Cuando digo muy difíciles, quiero decir que nosotros necesariamente enfrentamos dificultades, porque las dificultades son parte del diseño pedagógico del Universo. Pero cuando yo complico las dificultades es porque yo me fui en contra de la pedagogía. Una cosa es que yo tenga una tarea, y otra cosa es que yo complique mi tarea. Las tareas son apenas las necesarias... Yo puedo complicarlas. Por terco. Complico mi destino innecesariamente.


Entonces, ¿qué tendría que hacer? Necesito aceptar la realidad de la vida, tanto de la mía como la de los demás. Aceptar la realidad significa aceptar la Voluntad del Padre y no la mía, y necesito aceptar las experiencias propias y ajenas, no interferirlas. Eso se llama no tener miedo a nada. Aceptar la Voluntad del Padre. Mientras yo tenga miedo, no estoy aceptando nada.


Entonces, ¿cuál es el ejercicio? El ejercicio es empezar a trabajar con usted mismo para luego tener una excelente herramienta de servicio hacia los demás. Es inútil pretender servirle a los demás mientras yo no sepa cómo hacerlo. Eso es lo mismo que ir a pedir en un colegio el cargo de pedagogo, cuando no tienes ni idea de enseñar nada, y ni siquiera tú mismo sabes lo que podrías enseñar.


Si una persona inocente, es decir, sin información, va a pedir el cargo de director pedagógico de un colegio... ¿qué le dicen? “Mire señor, qué pena con usted, pero es que usted no es idóneo”. Entonces, cuando yo trato de hacer esto en el Universo los maestros de Ley me dicen: “Usted no es idóneo”; y, ¿cómo me lo dicen?... No con palabras... con bloqueo: no puedo hacerlo. Esa es la respuesta.


Si Usted aspira a fluir con el orden del universo, tengan en cuenta estas dos reflexiones: 


•        Lo único que necesitas cambiar está dentro de ti, nada más necesitas cambiar. Lo que está fuera de ti es perfecto, corresponde al Orden del Universo y a los diseños pedagógicos de Dios y de los Maestros.


•        Sólo enfrentamos situaciones que no hemos comprendido ni aceptado previamente. Es decir, todo aquello que tú ya has comprendido y aceptado, no tienes por qué vivirlo. Por eso cuando una persona dice, con total aceptación y comprensión: “Si sucediera esto, eso no me impediría ser feliz”, eso ya no le pasa. A las personas que dicen, “Lo que yo no aceptaría sería esto...”, les digo, “Es lo primero que te va a suceder”.


Cuando asesoramos parejas que se van a casar les pregunto, “¿Qué es lo único que no aceptarías de tu pareja?” La persona me hace una pequeña lista de lo que no podría aceptar y le dijo: “Será lo primero que te va a suceder porque lo que no aceptas es lo que necesitas aprender”. Si la persona me dice, “A mí no me gustarían algunas situaciones, pero si llegaran a suceder yo las comprendería y no serían un conflicto para mi”,  le digo: “No te van a suceder”...  y no le suceden.


Si una persona por destino necesitara perder una pierna para aprender aceptación, pero previamente dijera, “No hay nada que pueda impedirme ser feliz, así me faltaran las dos piernas...”, ya no necesita ese accidente o esa enfermedad. No la necesita porque ya la tiene aceptada. La necesita mientras no la ha aceptado. O, ¿por qué creen que nos enfermamos los seres humanos? Porque es parte de un proceso pedagógico del Universo, porque necesitamos aprender a no enfermarnos...


Vamos a la siguiente reflexión y a concluir el tema:


Quien comprende, acepta y obedece la voluntad del Padre, ya nada más tiene que aprender del sufrimiento. Por eso es que se puede trascender el sufrimiento con la aceptación.


Cuando tú aceptas la realidad tal cual es, sin sufrir ante ella, tú ya no tienes nada más que aprender del sufrimiento. Puedes continuar el resto de tu vida en paz y en armonía y entonces te llamas Maestro Humano en Sabiduría. Ese es el título que otorga la vida. Mientras yo sufra, no he terminado de aprender.


En los dos últimos capítulos,hemos aprendimos que:
  •  La única causa del sufrimiento es la no aceptación de la realidad del universo y su pedagogía.
  • Aprendimos que la única forma de aceptar algo es comprendiendo la ley que lo rige. Por eso es que necesitamos poco a poco ir comprendiendo que el Universo está regido por leyes matemáticamente exactas y perfectas.
  • Comprendimos también cuáles son los síntomas de la no aceptación. Son síntomas claros de sufrimiento, de angustia, de dolor, de estrés.  Aprendimos cómo verificar que ya aceptamos algo porque se invierte el proceso interior, hay paz, hay aceptación, entusiasmo, alegría, energía, se desbloquean las situaciones. Esos son los síntomas de que ya aceptamos y comprendimos.
  • Aprendimos que la no aceptación trata de desorganizar los procesos pedagógicos del universo por lo cual nos enfrentamos con la ley y la ley evita que yo tenga ningún recurso para poder interferir (bloqueos).
  • Finalmente, aprendimos que no sucede nada que haya sido previamente comprendido y aceptado.  Una persona que tiene aceptada la vida como una maravillosa oportunidad, y que no sufre, no le pasa ninguna cosa que no sea satisfactoria. Solamente cuando luchamos contra la vida nos hacemos correspondientes con situaciones complicadas y, a veces, complicadísimas...  pero eso es la no aceptación; ella es la que produce ese resultado.



Me gustaría invitarlos, para este mes, a hacer dos cositas sencillas: una, lean el manual hasta el tema dos. No se adelanten porque me gustaría que lo que sigue lo pudiésemos trabajar aquí en el taller para hacernos una idea clara de esas explicaciones. Lean la introducción, lean muchas veces los temas 1 y 2. Hagan los ejercicios del tema 1 y 2 también y, por favor, hagan el ejercicio de las dos columnas: lo que no estoy aceptando y lo que tengo aceptado. Esto nos va a tomar hacer un poco de auto-observación. Es el reconocimiento de la parte en la que yo me estoy colocando dentro del orden del universo a través de la aceptación.


Por favor, trabajen en su interior, porque es la única forma de trascender espiritualmente. El trabajo espiritual no lo puede hacer una persona por otra. Yo puedo compartir con usted las experiencias, las herramientas que yo he encontrado, pero el entrenamiento con esas herramientas y el uso de ellas depende de cada uno de nosotros. La única forma de obtener éxito es trabajando, es obteniendo resultados por nosotros mismos.


Continúa en el siguiente capítulo...

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Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 279 Volumén 2:Aceptando la Realidad