Ley de atracción: Bendicelos a todos

Ley de atracción: Bendicelos a todos


El síndrome del Llanero, Solitario

Me ha tomado más tiempo del que hubiera querido llegar a darme cuenta de que no es "hago-hago-hago", lo que ha marcado alguna diferencia en mi vida, sino que es la forma en que fluye mi energía. Siempre había creído que la acción era la palabra mágica, y que nada me llegaría sin esfuerzo y empeño de mi parte.

La verdad es que, sin importar lo que pretendamos corregir, todas las cosas desesperadas que creemos poder llevar a cabo incidirán muy poco en nuestras experiencias. Y no importa lo que hagamos, ni cómo, ni cuánto hagamos, ni con cuánta frecuencia, pues la mayor parte de lo que hacemos se inicia con energía negativa y caprichosa, y no como una actividad creativa, con energía positiva.

Cuando enfrentamos una situación que no nos gusta, de acuerdo con nuestra naturaleza, hacemos cualquiera de estas dos cosas: "levantamos las manos" con frustrada resignación, aceptando nuestro destino, o saltamos en nuestro hermoso caballo blanco, como el Llanero Solitario, y nos lanzamos al galope con los ojos vendados (si no es que con un antifaz) por el camino, gritando: "¡Venga, Silver, vamos adelante!", en busca de alguna acción heroica que nos permita sobreponemos a la enorme injusticia que ha caído sobre nosotros. De cualquier modo, lo único que estamos haciendo es amplificar lo que nos gustaría eliminar de nuestra realidad.

Así, pues, analicemos esta acción. A las acciones desesperadas yo las llamo el síndrome del Llanero Solitario, pues no son más que la necesidad compulsiva de hacer muchas cosas a la vez para pretender solucionarlas todas. Y ésas son, precisamente, las actividades que realizamos con la válvula cerrada.

Casi todo el mundo estaría de acuerdo en que sólo al "hacer" suceden las cosas. Cuando estamos frente a un problema, enseguida manifestamos el síndrome del Llanero Solitario y buscamos con desesperación las mejores formas de vender más, de ganar más, de realizar más, de arreglar más cosas. Arreglar, arreglar y arreglar. 'Y, sin embargo, la creación reflexiva requiere de que produzcamos y dejemos fluir energía para atraer, en lugar de ir contra la corriente, lo cual corresponde al síndrome del Llanero Solitario.

Actuar bajo la influencia de este síndrome nunca funciona. No es posible que emplees tus energías para fluir en las acciones de otras personas, a menos que tus vibraciones reciban una invitación previa; y, al contrario, nadie puede introducirse en tu mundo, a menos que lo hayas invitado con tus vibraciones. No puedes arrastrar algo sin importar hacia dónde, y esperar obtener los resultados que realmente deseas, sin importar qué tan fuerte lo arrastres.

¿Eso significa que dejemos de intentarlo? Por supuesto que no. Sólo debemos sustituir, con cierto grado de inspiración, unas vibraciones por otras para evitar hacer cosas inútiles y dejar de reaccionar ante cualquier circunstancia con angustia. De ese modo, con nuestra atención enfocada con entusiasmo en lo que preferimos en la vida, podremos movemos hacia el sitio correcto para que llegue a nosotros la inspiración de la válvula abierta. La acción se convierte, entonces, en algo alegre, en lugar de un "tener que...". Las ideas abundan. Nos abrimos a la fuerza de la vida creativa y encontramos, paso a paso, fácilmente y sin obstáculos, hacia dónde queremos ir.  El milagro ha sucedido. Ya no somos simples receptores. Somos creadores reflexivos.

Bendícelos a todos

Reconozcamos y enfrentemos esto: siempre habrá contrastes, lo cual implica que siempre habrá cosas que no nos gusten. Eso fue lo que aceptamos y, francamente, es lo que más disfrutamos.

Pero si es Godzila el que viene hacia nosotros, o el piquete de una pulga, sin importar qué tan mala o molesta pueda parecemos la situación, no merece más que la atención suficiente para advertirnos que estamos produciendo energía negativa. ¡Eso es todo! No es el fin del mundo.

Cuando una sensación de alarma te invade como respuesta a una situación específica, y sientes que te tiemblan las rodillas como respuesta al síndrome del Llanero Solitario, sólo tranquilízate y relájate. Eso cambiará tu pensamiento y modificará tu sentir, y éste a la vez a tu vibración, y todo ello permitirá que el universo y tu Ser expandido se hagan cargo de la situación.

Y así, contrariamente a la creencia popular, no tendrás porque recibir un golpe tras otro, antes de que te permitas a ti mismo sentirte bien. Lo único que tienes que hacer respecto de cualquier situación negativa es dejar de pensar en ella (después de todo, no es más que una tontería), dejar de responder a ella, y encontrar alguna forma de sentirte mejor.
Los hábitos de toda una vida -y siglos de heredarlos- no se vencen con facilidad. Será mejor que recuerdes, simplemente, que lo que estás viviendo ahora es sólo resultado del fluido de energía del pasado.

Así pues, da un paso atrás y aléjate de la situación, para que puedas contemplarla desde una perspectiva más amplia.

Recuerda que si "necesitas" que algo cambie, siempre fluirá energía negativa de ti, lo que provocará que ese "algo" se aferre a ti. Encontrar una forma de entusiasmarte por lo que realmente quieres cambiar, traerá consigo un flujo de energía positiva y hará que se inicien los cambios que deseas.

Deja de sentirte tenso y presionado por todo. En lugar de ello, repítete a ti mismo, con toda delicadeza, que sin importar lo desagradables que puedan parecerte las condiciones en estos momentos, no van a controlarte, y que puedes encontrar formas de abrir tu válvula, sin importar lo que esté sucediendo. ¡Y lo harás!

Entonces llegarán tus respuestas. Llegarán las oportunidades, y pronto encontrarás más formas para cambiar tu situación de las que te imaginas.

Así que bendice a todas esas situaciones adversas, si es que puedes, porque sin ellas no habrías podido detectar lo que no quieres. Dirige tu pensamiento hacia lo que puede ser, en lugar de hacerlo a lo que es, y lánzate de lleno a todos los maravillosos sentimientos -no a los anhelos- de lo fantástico que será llegar hasta ahí. De esa forma, lo que está ahí vendrá desde aquí.

Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 96 Volumén 2