La gratitud  es una cualidad que puede contribuir de forma inconmensurable a nuestra  felicidad, porque es un aspecto esencial del amor. De hecho nos acerca a la Fuente esencial de todo  amor. 
Cuando pienso  en los muchos años que tuve el privilegio de estar en presencia de Paramahansa  Yogananda durante su vida, recuerdo con qué frecuencia nos animaba a cultivar  el hábito de agradecer todo lo bueno de la vida, no dando nada por sentado, ni  siquiera las cosas pequeñas. Cuanto más expresamos nuestra amorosa gratitud a  Dios por nuestros bienes, grandes o pequeños, más profunda es nuestra armonía  con el Uno Infinito, y nuestra conciencia de su solícito amor. Además, las  leyes divinas de la abundancia actúan con más plenitud en nuestra vida cuando  reconocemos y apreciamos al dador que está detrás de la abundancia de nuestros  bienes espirituales y materiales. Es enormemente gratificante reconocer lo  bueno de cada momento, de cada experiencia, mirando al Dador con corazón  agradecido. 
¿Cómo,  entonces, podemos cultivar esa gratitud? Una manera de hacerlo es reflexionar  sobre alguna circunstancia de nuestra vida por la que nos sentimos sinceramente  agradecidos. No tiene por qué ser una experiencia trascendental. Es suficiente  una pequeña cosa buena que nos haya sucedido, tal vez una sonrisa que nos  alegró el corazón. Recordar esas experiencias nos ayuda a desarrollar un  espíritu de gratitud. 
Siempre que  experimentes alguna agradable bendición, di interiormente: «Gracias, Dios mío».  Esta sencilla práctica produce resultados de gran repercusión, porque pensar en  lo bueno lo aumenta. Aquello que avivamos en la mente pronto se refleja en  nuestro comportamiento exterior. Así, un profundo sentimiento de gratitud  ennoblece nuestra vida y las de las personas con quienes nos relacionamos. 
A veces el  mayor motivo de gratitud está oculto en las dificultades con las que nos  enfrentamos, porque éstas nos ayudan a volvernos seres humanos más fuertes,  compresivos y compasivos. La idea de dar gracias a Dios incluso en medio de  las desgracias es muy hermosa, y de ella se habla con frecuencia en las  escrituras tanto de Oriente como de Occidente. Más aún, representa la  perspectiva más verdadera que podemos adoptar. Incluso los placeres más  elevados y nobles de esta vida están destinados a acabar. Pero Dios es nuestro  Partidario Eterno, y cuando nos volvemos hacia él ,sin importar que nos  sintamos dichosos o triste ,susurrando palabras de agradecimiento, comenzamos  a trascender las fluctuaciones de la existencia terrena y a anclar nuestra vida  en un amor que perdurará eternamente.
Sri Daya Mata
Extracto del Libro "Gratitud" de Louise L. Hay 
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