Síguenos en nuestro canal de WhatsApp¿Eres capaz de pasar de largo ante la pelea de un vecino sin expresar tu opinión? ¿Te cuesta abstenerte de comentar los asuntos familiares de tus amigos? ¿Sientes un fuerte deseo de dar consejos y expresar tu punto de vista sobre un problema que te ha contado un amigo? ¿Te sientes insatisfecho si no te piden un consejo valioso?
Si al menos uno de estos puntos te identifica, ¡enhorabuena! Tienes la necesidad de ser el salvador de todos los que sufren en el mundo. No te importa especialmente si los que sufren realmente te necesitan. Lo principal es que te escuchen y, preferiblemente, te obedezcan, admitan tus errores, te den las gracias por tu ayuda y se dirijan a ti la próxima vez.
Si al menos uno de estos puntos te identifica, ¡enhorabuena! Tienes la necesidad de ser el salvador de todos los que sufren en el mundo. No te importa especialmente si los que sufren realmente te necesitan. Lo principal es que te escuchen y, preferiblemente, te obedezcan, admitan tus errores, te den las gracias por tu ayuda y se dirijan a ti la próxima vez.
¿Cómo dejar de meterse en la vida de los demás?
El deseo de salvar suele ser propio de las mujeres. Por naturaleza, somos más proclives a ayudar, consolar y empatizar con los demás. Estas cualidades son instintivas, ya que la mujer tiene la tarea de continuar la especie y cuidar de la descendencia. A menudo ve a los adultos como personas que no pueden valerse por sí mismas. ¿Por qué ocurre esto?
La frase “las personas que nos rodean son nuestros espejos” significa que cada persona que conocemos y que nos hace querer ayudar refleja las cualidades de esa persona infeliz en nosotros. Si una mujer interfiere en la vida de sus amigos, parientes, colegas y justifica su comportamiento preocupándose por ellos, significa que su alma desea lo mismo a cambio. Intenta poner su corazón y su alma en la otra persona, creyendo sinceramente que está ayudando, pero en realidad también busca respuesta en forma de amor, comprensión y compasión para sí misma.
Esto ocurre inconscientemente, quizá porque no se ha dado cuenta de su valía en el pasado. Quizá sus padres sólo le prestaban atención cuando ella les ayudaba, quizá los adultos no la cuidaban lo suficiente. Como consecuencia, en algún momento de su vida se dio cuenta de que sólo la querrían si ayudaba a alguien. Esta creencia se reforzó a medida que crecía, ya que se encontró con muchas personas que necesitaban ayuda. Ahora la mujer cree que sólo es significativa en el contexto de otras personas y ayuda en forma de consejo, dar lecciones de moral, guiar o informar del día. Cree sinceramente que sólo sabiéndolo todo de todo el mundo podrá responder a tiempo a una llamada de socorro o advertir de un peligro.
A este tipo de mujeres, en la mayoría de los casos, no se les deja acercarse a sí mismas. Las personas maduras y autosuficientes no necesitan el control de sus vidas y son capaces de hacer frente a sus problemas por sí solas. Las mujeres sufren por ello, se sienten rechazadas y no deseadas.
Las actitudes infantiles sobre su importancia son muy fuertes, y las mujeres sacrifican sus vidas en busca de quienes puedan utilizarlas. Desde la perspectiva de los demás, su comportamiento parece histérico e irracional, ya que se siente claramente ofendida por la negativa a aceptar consejos u opiniones.
Deténgase un momento. De hecho, ¿por qué es tan raro que se acerquen a ti cuando crees que te necesitan? ¿Por qué la gente frunce el ceño cuando expones tu opinión por milésima vez? ¿De dónde sacas la seguridad de que sabes lo que es mejor para los demás? Piensa en lo que es mejor para ti. Deja de pensar en la vida de los que te rodean, aunque sean cercanos a ti. Ocúpate de tus propios asuntos, llena tu vida. Las personas que interfieren demasiado activamente en la vida de los demás no suelen tener una vida propia vibrante, y sólo les queda la vida de los demás.
No hables a menos que te lo pidan. Reduce la interferencia a la mitad, deja que sientan su necesidad de ti. No des tu opinión a quienes no piden oírla. Recuerda que no puedes salvar a todo el mundo. Los demás resolverán sus propios problemas. Al interferir en la vida de otra persona, es como si la humillaras insinuando que no puede valerse por sí misma.
La frase “las personas que nos rodean son nuestros espejos” significa que cada persona que conocemos y que nos hace querer ayudar refleja las cualidades de esa persona infeliz en nosotros. Si una mujer interfiere en la vida de sus amigos, parientes, colegas y justifica su comportamiento preocupándose por ellos, significa que su alma desea lo mismo a cambio. Intenta poner su corazón y su alma en la otra persona, creyendo sinceramente que está ayudando, pero en realidad también busca respuesta en forma de amor, comprensión y compasión para sí misma.
Esto ocurre inconscientemente, quizá porque no se ha dado cuenta de su valía en el pasado. Quizá sus padres sólo le prestaban atención cuando ella les ayudaba, quizá los adultos no la cuidaban lo suficiente. Como consecuencia, en algún momento de su vida se dio cuenta de que sólo la querrían si ayudaba a alguien. Esta creencia se reforzó a medida que crecía, ya que se encontró con muchas personas que necesitaban ayuda. Ahora la mujer cree que sólo es significativa en el contexto de otras personas y ayuda en forma de consejo, dar lecciones de moral, guiar o informar del día. Cree sinceramente que sólo sabiéndolo todo de todo el mundo podrá responder a tiempo a una llamada de socorro o advertir de un peligro.
A este tipo de mujeres, en la mayoría de los casos, no se les deja acercarse a sí mismas. Las personas maduras y autosuficientes no necesitan el control de sus vidas y son capaces de hacer frente a sus problemas por sí solas. Las mujeres sufren por ello, se sienten rechazadas y no deseadas.
Las actitudes infantiles sobre su importancia son muy fuertes, y las mujeres sacrifican sus vidas en busca de quienes puedan utilizarlas. Desde la perspectiva de los demás, su comportamiento parece histérico e irracional, ya que se siente claramente ofendida por la negativa a aceptar consejos u opiniones.
Deténgase un momento. De hecho, ¿por qué es tan raro que se acerquen a ti cuando crees que te necesitan? ¿Por qué la gente frunce el ceño cuando expones tu opinión por milésima vez? ¿De dónde sacas la seguridad de que sabes lo que es mejor para los demás? Piensa en lo que es mejor para ti. Deja de pensar en la vida de los que te rodean, aunque sean cercanos a ti. Ocúpate de tus propios asuntos, llena tu vida. Las personas que interfieren demasiado activamente en la vida de los demás no suelen tener una vida propia vibrante, y sólo les queda la vida de los demás.
No hables a menos que te lo pidan. Reduce la interferencia a la mitad, deja que sientan su necesidad de ti. No des tu opinión a quienes no piden oírla. Recuerda que no puedes salvar a todo el mundo. Los demás resolverán sus propios problemas. Al interferir en la vida de otra persona, es como si la humillaras insinuando que no puede valerse por sí misma.
Empieza a llenar tu propia vida de cosas interesantes y tu mundo se llenará de nuevos colores, sonidos y canciones.
Por Tatiana
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