Biodecodificación: ¿Estas enfermo por juzgar?


Todos, absolutamente todos los seres humanos, aprendemos en un momento de nuestras vidas a juzgar.

Y es que la delgada línea que divide el opinar del juzgar es realmente casi invisible.

Desde niños, comparamos los juguetes que tenemos, con los que poseen nuestros amiguitos.
Desde niños, opinamos sobre las personalidades de nuestros compañeritos o del maestro.
Desde pequeñitos, ya opinamos al respecto de alguna comida o lugar que nos ha gustado o que no nos ha gustado.

Pero de pronto, esa forma de comparar o de opinar, se convierte en juicio. De pronto esa sana opinión al respecto de lo demás, objetiva, natural y honesta se va contaminando al punto en que creemos, que es la única que vale y que “los demás”, deberían opinar como yo.
Y entonces, dejamos de opinar para comenzar a juzgar. Creyendo que nuestra forma de pensar, ser, actuar, reaccionar, responder, vestir o peinar es la única correcta. Y el mundo para a ser ya no un lugar en el que todos podemos ser diferentes, sino en el odioso mundo lleno de “cosas que están mal”.

Ya no es si mis juguetes son diferentes a los de mis amiguitos, no. De pronto es “mis juguetes son los correctos, los mejores y los tuyos no”.

Ya no es “qué diferente es esa niño  a mí”, Ahora es esa niño está mal, se equivoca, así no debería ser.

Y si ya con estos pequeños ejemplos, a nivel “infantil” se puede identificar perfectamente la diferencia entre comparar, opinar y enjuiciar. Imaginen el grado de perfeccionamiento que obtenemos al paso de los años en el arte de juzgar.

Ya como adultos, muchas personas se indignan cuando se les hace ver que están “juzgando”. Y dicen cosas como:
  • ¿Qué? ¿A poco me debo callar lo que pienso?
  • ¿Qué? ¿A poco me debo dejar, me debo aguantar, me debo callar?
  • ¿Qué? ¿A poco debo ser pasivo?
Ya desde ahí, ni qué decir o ni qué decirles…
Muchas escuelas espirituales, nos dicen que debemos ser los observadores, dejar de juzgar. Y sencillamente ésta noble enseñanza consiste en que debemos aceptar las cosas tal y como sucedan, lo que no significa “ser pasivos! o “dejarnos”, sino que significa vivir y dejar fluir.

Pero vivir aceptando sin el EGO, porque si lo vemos desde el ego, seguramente los apreciaremos como ser pasivos, sumisos, dejados.

Se debe vivir desde el corazón, desde el Ser, desde el “todos somos iguales” y aceptando que “todos somos diferentes”.

Viviendo una vida desde el ego, por supuesto que mi equipo de futbol es mejor que el equipo favorito de mi vecino. Viviendo desde el ego, yo tengo una nacionalidad que es mejor a la de mi amigo en otro continente.

Viviendo desde el ego, yo soy mejor que el otro.

Y así vamos por la vida juzgando cómo maneja el conductor del coche de adelante, así vamos por la vida juzgando la decisión que tomó mi mejor amiga o la manera que tiene mi nuera de limpiar su casa.

Desde el ego, mi mujer, mi familia o mi casa, es mejor que la tuya, que todas las demás. Mi hijo es mejor que el tuyo y mi necesidad más grave que la tuya.

Juzgamos todo, nada nos parece, en todo momento tenemos algo malo qué decir de todo y de todos.
Criticamos y juzgamos todo. Y claro, lo disfrazamos muy hábilmente de “esa es mi humilde opinión”, cuando desde luego no lo es. Es un juicio “castigador”, un juicio “asesino”.

Opinar básicamente se limita a decir lo que pensamos al respecto de algo:

  • “Ese es una canción que a mí me gusta” o bien “esa es una canción que a mí no me gusta”.
Un juicio sería:

“Qué estúpida canción”, “quién fue el idiota que escribió esa canción”, “¿a eso le llaman música?”, “ay, ahí van otra vez con la misma canción, qué no tienen otra?”
Opinar, es expresar el gusto propio o el disgusto propio por algo o por alguien.

Juzgar, es calificar a ese algo o a ese alguien como malo o bueno, como equivocado o acertado, como listo o tonto, bonito o feo. Como si nosotros fuéramos perfectos. Como si nosotros pudiéramos hacerlo mejor. Como si nosotros fuéramos jueces calificadores.
Y vivir juzgando, analizándolo desde la Biodescodificación, tiene además de consecuencias muy negativas, porque juzgar, afecta ni más ni menos a nuestra salud.
Algunas enfermedades que pueden derivarse de que yo sea una persona que juzga:
  • Hipertensión
  • Gastritis
  • Colitis
  • Dolor de Cabeza
  • Migraña
  • Estreñimiento
Y es que hacemos “entripados” al juzgar. Lo hacemos con molestia, con enojo, con irritación.

Nadie juzga “de buenas”. 
Al juzgar estamos realmente viviendo una emoción de ira, de coraje, de ansiedad, de desesperación.

Podemos alterarnos a tal grado de convertirnos en personas violentas, agresivas, tanto oralmente como físicamente.

Otro detalle a observar, para que detectar a una persona que juzga, es el hecho de no mencionan que ellos lo saben todo, que ellos son buenos para algo, que ellos son mejores personas. Eso jamás lo escucharás de una persona que juzga, incluso es posible que los escuches decir: “Y mira que yo no estoy diciendo que soy perfecta pero….”

“Y mira que yo no podría hacer eso que él hace pero…”.

Pero de que juzgan, juzgan.

- Juzgan la apariencia de otros: altura, complexión, peinado, maquillaje, ropa, corte de pelo, forma de caminar, cuerpo, tono de voz, etc.

- Juzgan las decisiones de otros, su carácter, su manera de ser, su manera de reaccionar, sus miedos, su forma de hacer las cosas, sus elecciones, etc.
Y casi siempre, en la mayoría de las ocasiones, se trata de juicios hacia personas, es el ego calificando a otras personas.

Rara vez emitimos un juicio político, lo común es emitir un juicio hacia un político, hacia la persona.

Rara vez emitimos un juicio social, lo común es emitir un juicio hacia la sociedad (como si no perteneciéramos a ella).

Por lo tanto, lo mejor es tomar conciencia de qué tanto nuestra equivocada idea de “estar expresando una opinión”, es realmente un juicio, impulsado desde nuestro ego, desde nuestra perfecta forma de ser, de pensar y de hacer las cosas.
Estar más conscientes de todo esto, simplemente hará más fácil la convivencia con los demás y desde luego, mejorará notablemente nuestra salud.

Aceptemos que esa persona que nos rodea hace las cosas distinto a nosotros.

Aceptemos que el vecino tiene ideas diferentes.

Aceptemos que el chofer del auto de adelante, no piensa o reacciona como lo haría yo.

Vive y deja fluir, opinando claro si algo te gusta o si no te gusta, pero no emitas juicio contra nada, contra nadie, será lo mejor para tu salud y verás la vida diferente.
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Por Elizabeth Romero Sánchez y Edgar Romero Franco.
Akasha Sanación Integral