El Miedo en las Relaciones Humanas

El Miedo en las Relaciones Humanas


"El miedo es un imán que nos atrae a las cosas que más tememos."
Sue Patton Trole


En las interrelaciones humanas uno de los factores que juega un papel importante son nuestras emociones, y la calidad de estas es lo que hace la diferencia entre relaciones exitosas y aquellas que simplemente existen.

Al considerar la calidad en las emociones es conveniente recordar que lo que cada persona considera como buena calidad es relativo a su experiencia, y matizado por el entorno en el cual creció y se desenvuelve. Esto tiene que ver con las creencias personales y de grupo que puedan existir en su medio.

En esta ocasión vamos a exponer el tema desde una perspectiva que considere algunas de las maneras en que se manifiesta una de las emociones más inútiles que podamos albergar los seres humanos en nuestro diario convivir con las demás personas. Esta emoción es el miedo.

Cuando decimos que el miedo es la emoción más inútil que pueda albergar el ser humano, queremos ser categóricos al respecto. El miedo es una emoción que inmoviliza, neutraliza a la persona que la experimenta, no le permite actuar ni tomar decisiones; como resultado no le permite vivir, si acaso existir.

Al verlo de esta manera es obvio que esa emoción no nos permite vivir vidas significativas, ni mucho menos tener relaciones gratificantes.

Por otro lado, si nos atrevemos a reconocer que esa emoción existe dentro de nosotros, estaremos dando un gran paso hacia una vida llena de satisfacciones y logros.

Pero, ¿Cómo? se preguntará usted, ¿reconociendo un factor negativo en mi puedo ayudarme?, es muy sencillo. El primer paso para solucionar cualquier situación es reconocer que existe una situación deseable de mejorar.

Y, en este caso, al atrevernos a reconocer que existe en nuestro mundo emocional un factor que de alguna manera sabotea nuestros propósitos lo hacemos desde nuestro poder, que es contrario a la vulnerabilidad que nos hace sentir el miedo, esto en si ya es un gran avance y al hacerlo tenemos más de la mitad del camino andado.

En este punto estamos simplemente a dos pasos del éxito, sólo nos resta decidir hacer algo al respecto y ejecutarlo. Si, simplemente por aceptar que existe, por grande que sea ese paso, sino lo reforzamos con nuestra voluntad podríamos llegar a ninguna parte, y esto no ayudaría en nada.

Se trata de emplear la coherencia, de sincronizar lo que pensamos, decimos, sentimos y hacemos, dirigiéndolo por medio de nuestra voluntad consciente hacia una meta que nos permita expresar a plenitud nuestra esencia.

Nuestra esencia esta plena de voluntad, capacidad y armonía, y por ello el miedo no tiene cabida. Pero, ¿Cómo lograrlo?, esta pregunta pone de manifiesto que ya se dio el segundo paso, decidir hacer algo al respecto, ya nos encontramos a dos tercios del camino hacia el éxito, para completar el proceso de ejecutarlo necesitamos informarnos cómo, veamos.
El miedo y las relaciones son incompatibles. Los miedos (esta emoción se manifiesta de diferentes maneras) pueden hacernos huir del amor y la intimidad, y escondernos de aquellas cosas que decimos que queremos.

Estos patrones de comportamiento por lo general comienzan a una edad temprana y afectan nuestras relaciones. Los mismos hacen desperdiciar una gran cantidad de energía a las personas que los experimentan, al hacerlos repetir los mismos errores una y otra vez, y de alguna manera podríamos decir que los hacen ver la vida en blanco y negro. Por lo general estas personas se perciben a si mismas como perfectas o como inútiles, sin puntos medios.

En cierta forma, las personas que padecen de miedo tienden a alejarse de si mismas, en sentido figurado, es como si se apartarán de creer en si mismas para resignarse a vivir adormecidas, permitiendo que otras personas dirijan sus vidas y llevando, en consecuencia, una gran desesperación en su corazón. Casi se podría decir que están vivas a medias.

Nada atractivo el panorama, ¿Cierto?, pues claro que no, ningún ser humano elegiría conscientemente encontrarse en esa situación. Afortunadamente nunca lo está realmente. Cuando despierta de su sueño que le hacía creer que su vida se había reducido a eso, está en capacidad de retomar las riendas de su voluntad y enrumbarse hacia la plenitud de la existencia. Para esto ayuda conocer algunos detalles sobre la manera en que se manifiestan estos miedos para permitirnos superarlos más fácilmente.

Vamos a señalar algunos de los patrones más frecuentes en que se manifiestan estos miedos conociendo, sus causas y planteando soluciones.

La tendencia a sentirse que no valen nada y que nadie es capaz de amarles. Esta es una tendencia un poco neurótica, y quienes la experimentan cuando dicen "Te Amo", simplemente están buscando aprobación primero y afecto después.

Aunque parezca increíble las personas que experimentan este patrón necesitan sentirse aceptadas antes que amadas. Este es un signo inequívoco de descenso de autoestima y la solución más sencilla sería trabajar en la reconstrucción del amor propio mediante el aceptarnos por lo que realmente "somos" sin importar lo que "hacemos".

Otra tendencia es la de las personas que creen que la mejor defensa es el ataque. Por lo general estas personas temen ser atacadas, tienden a ser muy desconfiadas y viven con el constante temor de que en cualquier momento alguien va a salir de la nada y atacarles, por eso desarrollan lo que consideran que es un mecanismo de defensa al atacar primero.

Estas personas tienden a desprenderse y aislarse por sentirse vulnerables y temer ser heridas, el cual es su mayor temor, y como resultado terminan sintiéndose muy solas.

La manera más característica que estas personas tienen para sabotear sus relaciones es poniendo distancia al juzgar y criticar a todos. ¿Alguna vez le ha provocado acercarse a alguien que no hace otra cosa que criticar por todo y por nada?..., de eso se trata.

Para superar este patrón lo más recomendable es comenzar por recuperar la confianza en si mismo, ayudándose para ello en reconocer la inmensa capacidad que tiene para crear el caos en que se ha convertido su vida, y convencerse que puede emplear esa misma capacidad para construir la vida que "realmente" desea vivir.

Continuando con los siguientes patrones encontramos a las personas que prefieren permanecer totalmente pasivas en una relación. Al asumir este comportamiento sienten que nunca tienen que tomar una decisión o emprender una acción.

Evidentemente estas personas hacen que los demás se alejen de ellas por su neutralidad, son las personas que siempre contestan con un "no se", "me da igual", y frases por el estilo. En el fondo no se sienten merecedores de nada, por eso no hacen nada.

Esto por supuesto revela una baja autoestima. La salida más sencilla en este caso es reconocer que por derecho de nacimiento merecemos ser felices. Como ayuda se puede observar la simpleza y perfección de la naturaleza, en la cual hasta el más diminuto insecto tiene todas sus necesidades previstas antes de nacer.

La impaciencia y la intolerancia también podrían ser causados por el miedo si se presentan de una manera compulsiva y sistemática. Por medio de ese patrón de comportamiento se logra alienar e irritar a otros al actuar impaciente e intolerantemente hacia ellos.

¿Resultado?, ¿Usted qué cree?, claro, son puestos al margen o por lo menos rechazados según las circunstancias lo permitan. Este comportamiento revela inseguridad al relacionarse por temor a que se descubran sus, casi siempre ligeras pero percibidas como inmensas, incapacidades.

Para solventar este comportamiento lo más sencillo es aceptar que si bien la perfección es un ideal deseable de alcanzar, mientras la alcanzamos podemos encontrar ideas prácticas que nos permitan desenvolvernos armónicamente.

Una ayuda puede ser el aceptar que hace falta más valor para reconocer un defecto que para intentar, infructuosamente, ocultarlo y despertar a la realidad de que somos aceptados tal cual como somos. Esto por lo general genera un alivio tan grande que es fácil aceptar la realidad y emplear el recuperado valor para hacer lo mejor de ella.

¿Ha conocido alguna vez a una persona que siempre culpa a otros por todo, llegando a calificarles hasta de abusadores y nunca acepta la responsabilidad por los resultados de sus acciones?, ¿Qué cree?

Este es el miedo disfrazado de víctima, tienden a transferir su responsabilidad por temor a que les pase algo bueno, Si algo bueno. Parece extraño, pero las personas que experimentan este patrón se han convencido de que a ellas solo pueden pasarle cosa malas, y por consiguiente se las arreglan para sabotear todo de manera que así suceda.

Por supuesto, con este comportamiento alejan a las personas y esto a su vez les hace sentirse más víctimas. Para superar esta situación ayuda aceptar que somos los creadores de nuestro propio destino y nosotros elegimos cual realidad queremos crear. Si le cabe duda solo remítase a los hechos presentes.

Una vez recuperado el poder de crear nuestra realidad presente, es sencillo darle un vuelco de 180 grados a lo que hasta ahora habíamos creado para convertirlo en armonía.
Aquellas personas que nunca parecen tener suficiente, están siempre exigiendo más, y tienden a demandar mucho de una relación pero a retribuir con muy poco a cambio, por lo general en el fondo temen ser controladas y/o abandonadas.

Esta manera de manifestarse del miedo hace que quienes lo padecen lleven el autocontrol al máximo, y a desarrollar fuertes adicciones, no necesariamente a substancias, pero a cosas, rutinas o personas.

Aquí lo que se pone de manifiesto es una gran carencia, un vacío muy grande que sienten que nada ni nadie puede llenar. En estos casos lo más común es que la persona olvidó sus orígenes y ha perdido contacto con su ser interno, fuente de inspiración y fortaleza.

Para recuperar ese contacto y reconstruir la armonía basta con recordar nuestra contraparte interna y entrar en comunicación con ella mediante la meditación, oración o cualquier otra actividad que resulte agradable para permitirle manifestarse y poner las cosas en orden.

Una vez logrado esto, lo que antes eran demandas y exigencias se convierten en aprecio y agradecimiento.

La terquedad también puede ser una de las maneras que emplea el miedo para disfrazarse, en este caso se manifiesta como rebeldía y terquedad por el rechazo a la autoridad. La causa está generalmente en la falta de seguridad, y el sentirse amenazado por alguien que tiene apoyo reconocido.

Para superar este patrón es importante reconocer que la autoridad, idealmente, existe para velar por el cumplimiento de las normas para el bien común y eso nos incluye; y recordar que la existencia de esa autoridad de ninguna manera nos resta autoridad a nosotros.

Al concentrarnos en nuestra autoridad reconociéndola en la manera que la empleamos para decidir sobre los eventos cotidianos comprendemos mejor su alcance, nos volvemos conscientes de nuestro poder y decidimos emplearlo constructivamente.

Lo anterior son simplemente algunas de las maneras más comunes en que se manifiesta el miedo para sabotear las relaciones humanas, todos tenemos algunos de estos miedos hasta que emprendemos un trabajo de crecimiento y desarrollo personal, que nos permita entrar en contacto con nuestra realidad para permitirle manifestarse superando cualquier obstáculo que encuentre a su paso.

Comprendiendo estos detalles es fácil entender porque las relaciones pueden ser tan complejas e interesantes a la vez. Es en gran medida el miedo el que nos impide lograr vidas satisfactorias y gratificantes.

Expusimos las dos caras de la moneda, el sentimiento de vulnerabilidad que proviene del miedo y la libertad que proviene de permitir que se exprese toda nuestra capacidad empleando nuestro poder constructivamente.

Si encuentra que se identifica con alguno de los puntos señalados ¡Alégrese!. Si, en serio, le llego el momento de liberarlo para sanar. El solo hecho de reconocerlo revela que es usted capaz de lógralo.

Esta es una aventura, si decide usted aceptarla queda a su criterio con quien compartir los beneficios, y le sugerimos ejercer la prudencia al emplear su poder. ¡Que los disfrute!

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Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 206 Volumén 2: El Miedo en las Relaciones Humanas