Ley de Atracción: Controlar el Sentir.

Ley de Atracción: Controlar el Sentir.


"La emoción es la fuente principal de la conciencia. No puede transformarse la oscuridad en luz o la apatía en movimiento sin emoción." 
Carl Gustav Jung

Paso 3

Sorpresa, admiración, asombro, apreciación, gratitud, excitación, reverencia, admiración. ¿Puedes evocar esa variedad de sentimientos cada vez que quieras? ¿Puedes provocar "asombro", en un abrir y cerrar de ojos, o "excitación" (y no nos referimos al sexo)? ¿Qué tal "reverencia"? ¿Puedes mirar cualquier cosa -aunque sea una piedra- e instantáneamente obligarte a sentir respeto hacia ese objeto inanimado?


"Provocar" se interpreta, generalmente, como el hecho de prepararse para atacar a alguien; pero no es eso de lo que hablamos aquí. Nuestro nuevo tipo de provocación es un esfuerzo consciente e intencional para cambiar a frecuencias más altas, para hacernos vibrar a una velocidad más rápida, como ¡ahora mismo!, en cualquier momento que queramos hacerlo, cada vez que recordemos hacerlo, todo el tiempo, con tanta frecuencia como sea posible, cada hora, todas las horas, o cada vez que veas un auto rojo, un perro extraviado, o una mamá con un bebé. ¡Cuando sea!

No estoy bromeando. Si no aprendemos cómo lograr que nuestras frecuencias se eleven no tendremos ni la más mínima oportunidad de volvernos creadores reflexivos. Lo que significa, desafortunadamente, que siempre seremos creadores rezagados y, por tanto, víctimas.

Puesto que "cambiar frecuencias 101" nunca fue un curso que se impartiera en la escuela, es una habilidad que debemos de aprender solos, por nosotros mismos. Pero con unos cuantos trucos más bajo la manga, esto puede suceder con facilidad.
¡Huuuyyy!

Yo empecé a manipular el flujo de energía aproximadamente un año antes de descubrir las enseñanzas de la Ley de la Atracción. No tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo, pero era divertido y me ayudaba a pasar el tiempo mientras conducía mi auto.

El mercado de financiamiento de hipotecas estaba en pleno auge y yo, como agente, estaba dentro de él, con mi propio negocio de una sola persona, manejándolo desde mi casa. Así que cuando recibía una solicitud de alguien que buscaba algún tipo de financiamiento para su casa, acudía a visitarlo en lugar de la usual rutina de que me vinieran a ver. De esa manera resultaba divertido. Salía de casa, resolvía mis asuntos pendientes al mismo tiempo y conocía ciertas partes de mi ciudad que ni siquiera sabía que existían.

Para pasar el tiempo, mientras conducía de un lado a otro en mi auto para acudir a mis citas, empecé a manipular mi energía: Para entonces ya sabía cómo entrar rápidamente en un estado de ánimo intenso de "sentirse bien", algo breve y divertido que yo llamaba "manejar mi energía". Sencillamente, provocaba en mí cualquier sentimiento positivo, y casi inmediatamente mi cuerpo empezaba a vibrar como respuesta a esa frecuencia, también sabía que si envolvía un deseo en esos sentimientos elevados (es decir, pensar en el deseo mientras me sentía tan animada), abría una buena posibilidad de que el deseo se hiciera realidad. ¡Pero eso era todo lo que sabía! Frecuencias, vibraciones, flujo de energía negativa/positiva, Ley de la Atracción, sólo entendía un poco de esas cosas.

Cuanto más manipulaba mi energía, más cuenta me daba de ese fenómeno extraño que solía ocurrir en cuanto empezaba a sentirme con el ánimo en alto, o con un estremecimiento, como yo lo llamaba. Exactamente en la boca del estómago, en ese lugar donde se pierde el aliento cuando recibes un golpe, percibía un sentimiento de ¡HUUUYYY!, como si fuera de bajada en la montaña rusa a una velocidad capaz de romperme el cuello. En ocasiones, esa sensación duraba sólo una fracción de segundo; pero en otras, si me concentraba en ello con extremo cuidado, podía prolongarla durante varios minutos.


Entonces comprendí que este ¡HUUUYYY! era del mismo tipo del sentimiento de ¡UFFFF! que se siente cuando tienes que virar bruscamente para evitar chocar contra otro auto. O como la sensación que tuve hace muchos años en el preciso momento en el que mi jefe me dijo que estaba despedida. ¡HUUUYYY!, exactamente en la boca del estómago.

Al principio no sabía qué hacer con ello, o cómo relacionarlo. Eran situaciones totalmente diferentes, que provocaban las más diversas reacciones, igualmente poderosas; sin embargo, todas parecían terminar físicamente en el mismo lugar: la boca de mi estómago. De repente, se hizo la luz en mí. Nuestras emociones se registran primero en nuestras glándulas suprarrenales, por lo cual cuando nos sobresaltamos o nos asustamos, experimentamos algo parecido a un golpe en la boca del estómago, o en el plexo solar, precisamente donde están localizadas estas glándulas.

Cuando el miedo nos invade, las glándulas suprarrenales son sacudidas por un repentino estallido de energía electromagnética, lo que causa la inmediata liberación de adrenalina que experimentamos en forma de ¡HUUUYYY! Así que, ¿por qué no iban las glándulas suprarrenales a responder de la misma forma ante una intensa producción de energía proveniente de la alegría? Después de todo, la energía es energía, sin importar lo que la haya provocado. Sea que sintamos la embestida de pánico extremo, o de sublime alegría, la energía fluye a través de nuestro plexo solar, estimula las glándulas suprarrenales y hace que experimentemos una sensación física muy notoria: ¡HÚUUYYY!

Este asunto me tenía realmente intrigada, por lo que empecé a experimentar todavía más. Por supuesto, descubrí que podía controlar qué tan intensas podían ser mis vibraciones de "sentirme bien", de acuerdo con la intensidad del ¡HUUUYYY! que sentía en la boca del estómago, y viceversa: podía controlar la intensidad y la duración del ¡HUUUYYY!, dependiendo de cuánta vibración de "sentirme bien" podía generar.

¡Era fantástico! Menos ¡HUUUYYY! significaba "sentirse bien " con menor intensidad, aunque no había demasiado cambio en las vibraciones.

Pero un gran ¡HUUUYYY!, o un golpe en mi plexo solar, significaba que realmente mis vibraciones habían cambiado a algún tipo de sentimiento positivo: excitación, deleite, profundo aprecio, o lo que fuera. Significaba que volaba alto, sin estimulantes químicos, y lo comprobaba en cada ocasión. El golpe nunca aparecía sin que sintiera algún tipo de alegría. Y nunca, jamás, llegaba esa sensación mientras me sentía "apagada", esto es, ni bien ni mal, sino simplemente sobreviviendo.

¡Estaba tan entusiasmado, que pensé que había descubierto el secreto de la vida! Tal vez lo había hecho, pero sólo en parte. Todavía no sabía cómo dirigir la energía o enfocarme en los "quiero" o "no quiero". Todo lo que sabía hasta entonces era que cuanto más dirigía el "sentirme bien" hacia una sacudida corporal, más atraía mis deseos. Era en comienzo sensacional, pero, ¡oh!, cómo desearía haber sabido "el resto de la historia".

Al principio era yo como Mickey Mouse en la película de Disney Fantasía, que jugaba con el sombrero mágico del brujo sin conocer sus poderes. Me estaba volviendo una experta en fabricar sentimientos positivos y en lograr un ¡HUUUYYY! Podía hacerlo en un abrir y cerrar de ojos, incluso mientras escuchaba alguna desastrosa noticia, anunciando la muerte de alguna encantadora ancianita. ¡HUUUYYY! Llegaba ese sentimiento a mi estómago mientras yo mismo provocaba la alegría, seguida en momentos por una especie de un sentimiento suave y acogedor, o de estremecimiento en todo mi cuerpo.

Cuanto más me estremecía, más negocios conseguía, así que me estremecía todavía más. Era mágico. El dinero fluía tan rápidamente, que hasta dejé de contarlo. Hacer fluir mi energía se convirtió en tal pasatiempo de rutina, que casi podía predecir cuántos negocios llegarían, por la intensidad y frecuencia de mi estremecimiento.

Aunque tenía razón al pensar que las altas frecuencias que estaba originando atraían mis deseos, equivocadamente pensé que eso era todo. "No hay problema, sólo elevo mis frecuencias lo más alto posible, hago fluir mi energía y me como al mundo. "

¡En lo absoluto! Lo que no sabía entonces era que aun el más ligero cambio de enfoque, dirigido hacia cualquier cosa desagradable, no sólo arrastraba consigo consecuencias no deseadas, sino que instantáneamente ponía una barrera entre el flujo de cosas buenas y yo, incluyendo el dinero. Una pequeña lección que no tardaría en aprender.

Durante varios meses, sin embargo, no hubo una sola situación negativa a mí alrededor. ¡Estaba de maravilla! Hacia donde quiera que volviera la vista, las cosas estaban a mi favor. Mi negocio de intermediario hipotecario estaba de maravilla, del cuál obtenía altos ingresos. Sólo me mantenía observando de manera inconsciente las cosas buenas que me rodeaban, haciendo correr mi energía y atrayendo más. ¿Qué más podía pedir?

Entonces, las cosas empezaron a salir mal. El mercado cambió y junto con él mi enfoque. Cuando empezaron a subir las tasas de interés, el negocio comenzó a bajar. Ahora toda mi atención estaba concentrada en: "No, no, por favor, no dejen que suban las tasas de interés. No dejen que se hunda el mercado. No dejen que este increíble tren se estrelle". Si alguien me hubiera dicho en ese momento que "lo que es" es sólo la plataforma desde la cual lanzas tu siguiente creación, le habría roto la nariz con gusto. Estaba verdaderamente preocupado, así que, desde luego, el problema continuó empeorando.

Debido a que estaba tan preocupada con el giro negativo de los acontecimientos, había dejado de sentirme emocionado. En cambio, había modificado mi enfoque completamente hacia lo que no quería (que el mercado empeorara aún más), en lugar de pensar que se podían establecer otras relaciones (muchos negocios, a pesar del mercado). Pero eso no lo sabía. Cuanto más empeoraba el mercado, peor me sentía. Y cuanto más mal me sentía, peor marchaba mi negocio. En lugar de escribir otro argumento para mi historia, y encontrar el sentimiento feliz de cómo quería que sucedieran las cosas, mi temor estaba produciendo aún más temor. El problema me estallaba en la cara en proporciones mayúsculas.

El mercado andaba por los suelos, no tenía ningún nuevo préstamo en perspectiva y todavía tenía deudas que pagar, que había contraído al lanzar la nueva empresa. ¿Necesito decir más? Las condiciones en las que estaba enfocando mi atención se encontraban lejos, lejísimos de ser de mi gusto, y el creciente temor que había detrás de ese enfoque hacía que las cosas empeoraran en todos los sentidos.

Pedí dinero prestado para sobrevivir. Me lancé a cuanta acción desesperada se me ocurrió, como contratar a un vendedor que estaba en un estado de carencia peor que el mío (naturalmente, en mi situación eso fue todo lo que pude atraer), envié volantes fuera de mis puntos de venta tradicionales, a poblaciones cercanas y, en términos generales, me moví con desesperación de un lado a otro buscando nuevos negocios. Los negocios no llegaron. Me había echado de cabeza en la creación negativa mediante un enfoque del mismo tipo, concentrando el 100 por ciento de mi tiempo en todo lo que no quería. Había atrincherado tanto esos "no quiero" en mis vibraciones, y los había convertido en una parte tan predominante en mí, que lo único que logré con ello fue abrir la puerta a cosas todavía más desagradables. No fue una buena época.

Pensando que todavía tenía el secreto, traté de estremecerme de nuevo. ¡Inútil! Con tan apasionado enfoque negativo, en todas las situaciones sombrías que me rodeaban no había podido provocarlo aunque de ello dependiera mi vida (lo real, a esas alturas, era casi así). Mi pobre Ser expandido probablemente estaba diciendo: "¡Olvídalo!", mientras partía a unas largas vacaciones a otro universo, hasta que yo recuperara la razón. Mi vibración predominante era negativa, e igual de negativo era todo lo que estaba recibiendo ¡por montones!

Fue en algún momento, en medio de ese flujo emocional, cuando un grupo de mis entusiastas amigos empezó a insistir en que leyera todo el material que habían recopilado acerca de la Ley de la Atracción. Yo estaba tan hundido en mi tristeza, que realmente no me importaba si habían descubierto un cargamento repleto de lámparas de Aladino, pero para "quitármelos de encima" y poder volver a mi solitaria desventura, accedí.

Cinco minutos fue todo lo que necesité para percatarme de por qué estaban tan entusiasmados. Por fin aquí estaba "el resto de la historia", todas las piezas que durante tantos años no me había dado cuenta siquiera de que faltaban. En ese momento, mi entusiasmo no habría sido mayor si alguien me hubiera regalado 50 millones de dólares. En un día diseñé -e inicié con profunda emoción- mi programa de 30 días, descrito el capítulo 103, el último capítulo de la serie de la Ley de Atracción.

"La peor derrota de una persona es cuando pierde su entusiasmo." 

 H. W. Arnold

Sin embargo, las cosas no empezaron a cambiar de la noche a la mañana; me había convertido en un verdadero "adicto a identificar lo negativo. El cambio financiero favorable fue lento, pero absolutamente firme, y un torrente de ideas empezó a invadir mi cerebro con las más fabulosas maneras de aumentar los negocios de una forma fácil y divertida. Lo que más me alentaba, sin embargo, era darme cuenta de la, ventaja con que contaba al tener conocimientos sobre el flujo de energía, sobre el correr de la energía. Ya sabía cómo provocar, cómo fabricar sentimientos positivos y conservarlos durante largo tiempo; incluso sabía cómo engañarme a mí misma para pensar que me estaba sintiendo bien, hasta que realmente lo conseguía.


Lo que con toda seguridad ignoraba antes, era la regla básica de la Ley de la Atracción que dice: "¡En lo que te enfocas, por supuesto, es lo que recibes!". Todo lo que tenía que hacer era desviar mi enfoque 
del derrumbe del mercado, de mi carencia de dinero en el banco, de que no tenía préstamos en perspectiva, de mis deudas y, en cambio, tomar el control exacto de mi enfoque y zarpar hacia la lejanía al atardecer. ¡Sí, claro!

Me tomó algo más que un poco de tiempo, pero finalmente funcionó. Me convertí en uno de los pocos agentes locales que no cerró el negocio, y continué ganando buen dinero en un mercado en ruinas. ¡Qué alegría! Y en el curso del tiempo, gracias a mi persistente atención en mi enfoque, pude convertir mi negocio de una sola persona en una empresa de éxito, con operaciones en tres Estados del país.


Continuará...

Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capitulo 97 Volumén 2