Hacer el bien 1/2

Hacer el bien 1/2


"Cuando hacemos lo mejor que podemos, nunca sabemos qué milagro se produce  en nuestra vida o en la vida de otros." Helen Keller

Es un privilegio compartir contigo, querido lector, las experiencias y la emoción de todo lo que se puede alcanzar haciendo el bien. En toda la vida no he encontrado mayor dicha que dar. Cuando te percatas de algún talento propio y decides vivir compartiéndolo con los demás, usándolo para hacer el bien, la vida se vuelve un auténtico milagro y una sublime y mágica aventura. Tenlo por seguro.

¡Es tan bello darse cuenta de que uno ya está viviendo su sueño! Por ejem­plo, viajar a los mejores lugares, conocer a personas in­fluyentes, hospedarse en los mejores hoteles, comer los más exquisitos manjares, convivir con gente valiosa, con­versar con una gran plenitud espiritual en el marco de la ayuda mutua. Todo esto es real y me ha sucedido a mí al llevar conferencias y mensajes a quienes los requie­ren. ¡Qué dicha estoy experimentando! Hago el bien usan­do un talento propio. Y lo mismo, exactamente lo mismo, puedes hacer tú, lo mismo te puede suceder, o aún me­jor. Basta que te concentres en examinar tu yo para sa­ber cuál es ese talento propio que posees y puedes desarrollar y usar en beneficio de la humanidad. Es así de sencillo transformar tu vida. Es tan sencillo que lo único difícil es que te percates de lo sencillo que es.

En el camino de crecer desde luego que he tropezado y me he encentrado con problemas que tuve que afrontar para llegar a donde ahora estoy. Es impresionante la canti­dad de envidias y problemas que surgen. Pero es intere­sante observar cómo la envidia -incomodidad por el bien ajeno- es desgastante para quienes la experimen­tan, mientras uno continúa con su misión y, por lo mis­mo, se aleja de ellos. ¿Te ha pasado algo igual? ¿Te has sentido lejos, muy lejos, de aquellos que te envidian y se mueren del coraje por tu innegable éxito en la vida? Si te ha pasado, es un claro signo de que vas por buen ca­mino, haciendo el bien. Es poderosísima la dimensión en que se sumerge una persona cuando sólo enfoca su mente en hacer el bien. Nada malo te sucede. Nadie te alcanza. Nadie te afecta para mal. Tu vida se convierte en una sublime aventura diaria de éxito. En esto coincido con Wayne Dyer, Anthony Robbins y Patrick Combs.

"Mantén tu rostro al sol y así  no verás las sombras." - Helen Keller


Es curioso que cuando buscas el amor y la felicidad, éstos te eluden, pero cuando te conviertes en ellos, están ahí precisamente. Es formidable apreciar a to­das las personas que se te acerquen, sean quienes sean, tengan las costumbres que tengan; vale la pena hacer el bien a quien se acerque. Es una oportunidad de ayuda que no debes despreciar. Fíjate bien y verás cómo tu propia familia se te acerca con frecuencia. Ahí están las oportunidades rodeándote continuamente. Siempre al­guien se te acercará porque necesita algo de ti.

Si está en ti la posibilidad de ayudar, haz el bien y sigue tu camino. Luego, observa qué te sucede. No pasará mucho tiempo para que algo mágico te suceda a ti. Es la ley de la vida. Cada vez que alguien quiere imitar nuestros pasos pienso en la bella frase de Concepción Arenal, escritora y socióloga española: "El mejor home­naje que puede tributarse a las personas buenas es imi­tadas".

En una bella ciudad de la provincia mexicana un empresario comentó que en varios momentos se había sentido muy solo, ya casi con nadie intimaba y eso lo hacía sentirse mal. Le comenté que eso es lo más natural en la vida de un líder, y que esa sensación de soledad es más fuerte cuando se está "hasta arriba".

"No conozco ningún otro signo de superioridad que la bondad." 

Ludwing Van Beethoven

Ese "hasta arriba" es un lugar muy solitario, pero es el propio de los líderes que actúan con bondad. Además, esa soledad es muy subjetiva, porque con el tiempo la persona se habitúa, pero súbitamente surgen amigos en ese nivel-muy pocos, es cierto-. El simple hecho de que no se tengan las costumbres de varios de los empleados y colaboradores de una empresa, hace que se les margi­ne de convivíos entre "ellos". De hecho, cuando el líder se presenta en una reunión de la empresa, todo cambia en el ambiente de ese momento. "Llegó el jefe", y no se puede tener la confianza que se tenía en su ausencia.

Cuando por la posición que se ocupa en la sociedad -académica, económica, moral o espiritualmente-, se brilla demasiado, se ha llegado a la "Edad del sol" espiri­tual: la sol-edad.


No importa el talento que tengas, sea el que sea, úsa­lo cuanto antes para hacer el bien. Tu vida cambiará. Habrá envidias y personas que te quieran derribar, ha­ciendo hasta lo indecible por dañarte. Eso es normal y confirmará rotundamente tu brillo. Ésa es una innegable señal de que los demás te empiezan a ver muy alto. Felicí­tate cuando lo vivas. Tienes un talento dentro de ti, ten la certeza. Si crees erróneamente- que no tienes nin­guno, es que no te has dedicado concienzudamen­te a buscado, a conocerte, o bien, cabe la posibilidad de que estés encaprichado con poseer un talento que real­mente no tienes, y así estás dejando de lado uno que sí tienes, y al que no le has hecho caso. Piénsalo.

Continuará...

Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández. Capítulo 49