Cómo se Forman las Creencias parte 1/2

Cómo se Forman las Creencias parte 1/2



“Un mundo nuevo no es más que un nuevo modo de pensar." 
 Willian C. Willian 


Cada uno de nosotros tiene una serie de creencias personales adquiridas a lo largo de nuestra vida. 

Las creencias no se basan en un sistema de ideas lógicas. Han sido interiorizadas en nuestra mente conciente e inconciente provenientes de nuestro medio ambiente sobre todo en los importantes años de la infancia nuestra familia juega un papel fundamental, desgraciadamente en nuestra cultura, es un cariño condicionante, cuando los padres quieren que sus hijos reaccionen como ellos desean, suelen comportarse de maneras particulares. Estas maneras pueden ser: 

Mártires: controlan al niño haciéndolo responsable de su sufrimiento y culpable por todo lo que pueda querer o hacer que no le caiga bien a estos mártires, a quienes nada les viene bien, y recurren a las quejas, los reproches, las lagrima, las amenazas de que les va a dar una ataque, etcétera.

  1. ¿Ves cómo me sacrifico por ti y no te importa?
  2. ¿Dejé todo para criarte y me lo pagas haciendo eso?
  3. ¿En qué nos equivocamos que nos haces estas cosas?
Dictadores: controlan al niño o a la niña atemorizándolos cuando hacen algo no autorizado, son estrictos y amenazantes para que obedezcan y todo los enfurece. Condenando de manera inapelable al niño, con burlas, gritos, despliegue de poder y dominación.
  1. ¿Cómo puedes ser tan estúpido/a, cómo no te das cuenta de las cosas?
  2. ¡Te avisé y ahora vas a ver lo que te pasa por no obedecer!
  3. Yo no tengo que darte explicaciones, lo haces porque te lo ordeno y punto.

A veces estos roles (mártir y dictador) se combinan, se alternan y agregan más confusión a los niños porque también van acompañados con demandas o manifestaciones de cariño. Y si un hijo llega a quejarse, a llorar o a reclamar por el trato que recibe puede volver a ser juzgado, culpado y descalificado. 

Según se hayan comunicado nuestros padres con nosotros así van a ser los ingredientes que se incorporen a nuestra personalidad, nuestra conducta, nuestra manera de juzgarnos y de relacionarlos con los demás. 

Esas voces quedan resonando dentro de nosotros toda la vida. Por eso hay que aprender a reconocerlas y anular su poder para que no nos sigan haciendo sufrir, para liberarnos de esos mandatos distorsionados y para no volver a repetírselos a nuestros hijos e hijas. 

Ninguna forma de maltrato es educativa y ningún mensaje o comunicación que culpabiliza, critica, acusa, insulta o reprocha es un buen estímulo para nadie. Y menos en la infancia, cuando no hay posibilidades de defenderse, protegerse o entender que es la impotencia y el desconocimiento de otras formas de trato lo que lleva a los padres y madres a asumir ese papel de mártir o de dictador. 

Lo primero que hay que entender es que no podemos hacernos cargo toda la vida de los problemas que amargaron o hicieron de nuestros padres y madres personas mártires o dictadoras. Basta con empezar a investigar de qué manera nos afectaron esas actitudes, para comenzar a liberarnos de sus efectos y no repetir nada de esto con los propios hijos e hijas, con nuestros alumnos, con cualquiera de nuestros niños o niñas que puedan estar a nuestro cuidado. 

Entender esto es muy importante porque QUE SEAN CUALES SEAN LAS CIRCUSTANCIAS, EL EXITO O EL FRACASO DE LAS PERSONAS, SE ESTARA BASADA EN SUS OPINIONES, CREENCIAS Y CONVICCIONES. 

La función de esta forma de ver el mundo que nos fué enseñada no es coincidir con la realidad. Recuerden que la mente no sabe lo que es real y lo que no es real, sino que las creencias que forman una parte esencial de nuestra estructura mental. Por lo tanto las creencias funcionan como la fe; no hay un sustento concreto que las compruebe, son generalizaciones mentales a las cuales les damos el poder de convertir en realidad lo que no se ve. Las creencias se pueden instalar por medio del aprendizaje o por alguna vivencia. 

Cuando tenemos una creencia instalada, actuamos como si fuera verdad y eso nos da mucha fuerza para sacar los recursos necesarios para llevarla a cabo y así comprobamos nuestra creencia. 

Detrás de cada una de nuestras estructuras mentales, hay una creencia. Algunos ejemplos cotidianos y muy sencillos son: te lavas los dientes porque crees que es bueno; fumas porque crees que te tranquiliza; tomas un café porque crees que te despierta; no tomas vino tinto porque crees que te da dolor de cabeza (si así fuera, toda Europa tendría dolor de cabeza). Nuestras creencias varían en intensidad y nuestras creencias dan sentido a nuestro mundo y nuestra forma de ser porque son ellas las que nos motivan (y también nos desmotivan, si son limitantes). 

Continuará...


Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández