Lo que hagamos en esta vida se decide nuestro futuro para toda la eternidad

Lo que hagamos en esta vida se decide nuestro futuro para toda la eternidad



¿Y de dónde puede venir esa creencia en pecados heredados de los antepasados? 
Lo que sí que ocurre es que uno ha de responder por sus propias acciones y éstas pueden venir de vidas pasadas, de modo que puede ocurrir que algunos de nuestros antepasados fuéramos en realidad nosotros mismos viviendo una encarnación anterior. Este es el único sentido correcto en que puede interpretarse una creencia semejante y sólo es entendible si se acepta la existencia de la reencarnación. 

También has dicho que la creencia en que la sexualidad es algo pecaminoso y que el que se abstiene de relaciones sexuales es más puro y elevado que el resto no es cierta 
Así es. Y me gustaría saber de dónde han sacado esa afirmación que ha servido para imponer el voto de castidad para los religiosos, sean estos sacerdotes, monjas o frailes.
 
Supongo que se basa en el ejemplo que dio Jesús. 
¡Vosotros no conocéis la vida íntima de Jesús para afirmar que no tuvo relaciones sexuales! Jamás dijo Jesús públicamente que abstenerse de las relaciones sexuales era acercarse a Dios o ser más puro. Si así fuera y todos los humanos tomaran la decisión de abstenerse de relaciones sexuales de por vida ¡en un plazo de 120 años se habría extinguido la vida humana de la Tierra! ¿No os parece que entra en contradicción con lo de “creced y multiplicaos”? Ya me diréis si conocéis otra forma de multiplicarse que no sea a través de la relación sexual. ¡Porque en épocas pasadas no podían recurrir la fecundación in vitro

¿He de entender de tus palabras que la relación sexual ha de tener siempre como motivo la procreación? 
No, hombre. Ya hemos hablado de ello ampliamente. La relación sexual para el espíritu avanzado es una manifestación de amor íntimo. Otra cosa muy diferente es cuando para satisfacer los deseos sexuales se cometen abusos de todo tipo y se vulnera el libre albedrío de las personas, sobre todo de las más indefensas, como mujeres y niños que son dedicados al comercio del sexo (hablo de la prostitución y la pedofilia), o se manipula y engaña de mil maneras para obtener sexo diciendo que se ama cuando en realidad es mentira, algo que ocurre muy frecuentemente en vuestro mundo. Todo eso sí que lo denunció Jesús. Tened en cuenta que en la época de Jesús, la mujer era considerada poco más que una esclava del hombre en todos los aspectos, incluido el sexual, y no tenía prácticamente ningún derecho. Los hombres podían hacer lo que les viniera en gana sin que nadie les dijera nada y la mujer tenía que soportar los abusos del hombre con la bendición de la religión, como por ejemplo cuando se repudiaba a las mujeres condenándolas a la prostitución por no tener forma alguna de sobrevivir. Jesús luchó mucho por defender los derechos de la mujer, para que dejara de considerársela una esclava sexual, y también para reprender a aquellos que las culpabilizaban, haciéndoles ver que ellos eran responsables de su lamentable situación. Pero la Iglesia ha transformado todo esto en un alegato contra la sexualidad. 

Pues la Iglesia ha hecho bandera de esa relación entre la pureza y la castidad con el ejemplo de la Virgen María, la madre de Jesús. 
Dejando a un lado el tema de la concepción de Jesús, María, como la mayoría de mujeres, fue virgen sólo hasta que empezó a tener relaciones sexuales con su pareja, José, fruto las cuales tuvo varios hijos e hijas, que son los hermanos de Jesús. Y lo más llamativo, es que esto último está recogido en los evangelios que los cristianos dicen seguir, cuyos autores no vieron ningún problema en que Jesús, como la mayoría de seres humanos, tuviera hermanos, y no se tomaron la molestia de ocultarlo, como intenta hacer la Iglesia actualmente. Que María tuvo más hijos, y que éstos tenían nombre y apellido está reflejado en diversos versículos de los evangelios (Marcos 6, 3; Mateo 13,55, Mateo 12, 46-47 o Lucas 8,19-20). Os cito algunos a modo de ejemplo: 

“Mientras él aún hablaba a la gente he aquí que su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar. Y le dijo uno: Aquí están tu madre y tus hermanos que quieren verte.” 

“¿No se llama su madre María y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? Otros decían: "Pero, ¡si es Jesús, el hijo de José, el carpintero! María es su madre, y sus hermanos son Santiago, José, Simón y Judas. Sus hermanas aún viven aquí. ¿Cómo es que Jesús sabe tanto y puede hacer estos milagros?" ¿Por qué, si los evangelistas no tenían ningún problema en que Jesús tuviera hermanos, recogiendo este hecho en sus escritos sin ningún pudor, lo tuvieron los que vinieron después? 

¿Y qué me dirás de la creencia en que por lo que hagamos en esta vida se decide nuestro futuro para toda la eternidad, con penas eternas e infierno para los malos y no creyentes, y que sólo los cristianos o creyentes se salvan y consiguen la gloria eterna? 
De esto ya hemos hablado largo y tendido cuando explicamos la ley de la evolución espiritual y cómo funcionan las cosas en el mundo espiritual, pero lo volveré a decir por si no ha quedado suficientemente claro. Absolutamente todos los espíritus son inmortales y su destino es alcanzar las mayores cotas de evolución espiritual. Por tanto, ningún ser humano está excluido del esquema evolutivo, independientemente de sus creencias religiosas, políticas, de su raza o cualquier otra razón Es decir, que crean o no crean en Dios, en Jesús o en la Iglesia Tal o Cual, y aunque hayan sido un auténtico desastre como personas, jamás perderán su condición de inmortalidad ni su posibilidad de mejorar espiritualmente. Por tanto, no existe ni la muerte ni la condenación eterna para nadie. Si miramos lo suficientemente atrás en el pasado espiritual de todos y cada uno de nosotros, encontraremos que en alguna vida anterior todos hemos sido asesinos, caníbales o ambas cosas a la vez, y si ahora no lo somos y lo consideramos una aberración es porque hemos evolucionado espiritualmente, y porque hemos tenido innumerables oportunidades de ir enmendando los errores cometidos, a base de encarnar una y otra vez para ponernos a prueba en nuestras capacidades. Si no hubiera oportunidad de rectificar y por lo que hiciéramos en una sola encarnación se decidiera nuestro futuro para toda la eternidad, os aseguro que no quedarían plazas para entrar en “el Infierno” de tan atiborrado que estaría, y “el Cielo” estaría más despoblado que el desierto del Sahara. 

Entonces, la creencia de que un arrepentimiento de última hora ante el sacerdote redime los pecados... 
El destino del espíritu después de desencarnar depende exclusivamente de sus acciones en vida, teniendo siempre la oportunidad de evolucionar, de mejorar y, por tanto, de “salvarse”, a partir del momento en que quiera dar el paso. Pero esto no va a suceder de la noche a la mañana, sino que implica un cambio profundo en el espíritu, que necesita de tiempo de reflexión, toma de conciencia y de un esfuerzo para modificar las actitudes negativas. Además, para que uno se deshaga de sus deudas espirituales o actos contra la ley del amor ha de reparar el daño que hizo y esto requiere mucha voluntad y tiempo por delante para efectuarlo. De esto se deduce que una absolución en el último minuto de la vida ante el sacerdote no cambia en nada el destino del espíritu después de la muerte del cuerpo físico.

Continuará... 



Título: Las Leyes Espirituales     
Autor: Vicent Guillem 
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