El poder de su identidad, parte II

El poder de su identidad, parte II


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"Y sobre todo, nunca pienses que no eres suficientemente bueno. Un hombre nunca debe pensar eso. Mi creencia es que en la vida la gente te toma según te valores ". Anthony Trollope


Para abundar de una manera muy enriquecedora en lo que usted y yo estamos conversando, permítame platicarle una de mis historias favoritas. Está relacionada con Carlos Castaneda y su maestro espiritual, el nagual Don Juan. Tras haber sido perseguido durante varios días por un jaguar en las montañas y estar convencido de que ese jaguar iba a desgarrarlo miembro a miembro y comérselo, Castaneda por fin consiguió escapar de la feroz bestia. 

Durante tres días había vivido con el miedo de que iba a ser destrozado y devorado por el jaguar. Cuando su maestro le preguntó por esta experiencia, Castaneda, según consta en su obra "El Poder del Silencio", respondió: 



-"Lo que quedó en conciencia fue que un león de las montañas -puesto que no podía aceptar la idea de un jaguar-nos había perseguido montaña arriba, y que don Juan me preguntó si me había sentido ofendido por que pudiera arremeter contra mí aquel gran gato. Yo le dije que era absurdo que pudiera sentirme ofendido, y él me respondió que debía sentirme igual respecto a las arremetidas de mis congéneres humanos. Debía protegerme o apartarme de su camino, pero sin la sensación de ser tratado de un modo moralmente incorrecto". 

Era obvio que no tenía sentido "ofenderse" por el ataque de un jaguar, porque el jaguar sólo estaba haciendo lo que hacen los jaguares. Del mismo modo, cuando sentimos que alguien nos ofende, es momento para pensar que no es posible que nada ni nadie nos ofenda, lo único que sucede es que esa persona que nos gritó y que nos ofendió, está haciendo lo propio de un ser hostil y gritón; alguien que parezca lastimamos y herimos simplemente está haciendo lo propio de una persona con esa identidad. 

Esa es la percepción que tiene de sí mismo y actúa tan sólo en consecuencia. Reflexione y tenga presente que cabe la gran-posibilidad de que todo lo que le ofenda represente su identidad de "ofendido" o de víctima. Por ello, establecer reglas de cómo se le debe tratar es una forma de garantizar que se convertirá en un ofendido crónico. 

Recuerdo alguna ocasión en que me encontraba dictando una conferencia motivacional acerca de valores humanos a un grupo numeroso de reclusas en una prisión al oriente de la ciudad. La experiencia fue muy interesante; por primera vez en mi vida asistía a ese medio tan hostil. Verdaderamente no era nada agradable; lo gris de las celdas, el rostro nada amigable de los guardias, el pesado ambiente de tensión, etc. Mi conferencia estaba programada para iniciar a las 12:30 hrs., y cuando eran las 13: 15 hrs. aún no lograba empezar. La razón fue que la mujer líder de las reclusas estaba en desacuerdo con ir a escucharme y organizó a todas las prisioneras para llegar tarde y así intentar desesperarme. Por fin, después de larga espera, pude iniciar y la mayor sorpresa es que a la mitad de mi conferencia, mientras me encontraba hablando, se levanta la líder y me grita en medio del auditorio: -"Licenciado, habla más fuerte porque no se te oye aquí atrás". En ese momento empezaron a reír todas sus compañeras y excuso decirle cómo me encontraba yo. 

Era la primera vez en mi trayectoria dando una plática que me sucedía algo similar. 
Haciendo un alarde de mi paciencia logré terminar mi plática y, por cierto, percibí que conforme avanzaba mi conferencia, la atención de la audiencia se iba incrementando, pero lo que pasó al final me dejó una gran lección de vida. Estaba pronto a retirarme y me llamó la atención que la mujer que me gritó a media conferencia se había quedado sentada y no se movía de su lugar. Tan sólo tenía su mirada fija en el piso y recargaba su cabeza sobre sus manos. Cuando iba de salida pasé muy cerca de ella y pude escuchar un intercambio de palabras que mantuvo con el guardia que la vigilaba continuamente: 

"Me pasa esto de valorarnos a nosotros mismos, me cae que estuvo re-bonito" 

- dijo en tono muy áspero y vago. El guardia que estaba cerca de ella la escuchó y le dijo: -"Pues qué lástima que no te hubiera 'pasado' antes de caer prisionera, otra seria tu suerte". 

La mujer lo volteó a ver, le clavó la mirada como no entendiendo lo que acababa de escuchar y respondió: -" Pus cómo quieres, si no lo conocía". 

''No lo conocía", nunca había identificado en su persona los valores de los que fui a hablar en esa ocasión. Fue entonces cuando me pregunté, ¿cómo es posible que alguien sea bondadoso cuando nunca antes había conocido la Bondad?, vamos, ni siquiera sabía que existía. ¿Cómo le podemos pedir a un niño o a un joven que sea honesto, si nunca ha visto ese valor en su familia? ¿Cómo podemos invitar a vivir en unión, lealtad y fraternidad a alguien que nunca tuvo una familia, a alguien sin padre ni madre, a verdaderos huérfanos... ...con padres vivos? Con lecciones como ésta es cuando más interés tengo en que ayudemos a crear una nueva conciencia de nosotros mismos. 

Nuestra identidad se empieza a forjar con el conocimiento de los diferentes valores y virtudes del ser humano. No nacimos con una identidad ya predeterminada. Cuando usted ha asistido a un hospital para felicitar a la mamá que tuvo a su primer hijo, ¿qué pregunta suele hacer?, ¿qué fue, niño o niña? ¿Verdad que es la pregunta más común? Pues bien, puede preguntar eso y la respuesta de la nueva mamá también podría ser una de dos: niño o niña. Se imagina que la mamá le respondiera: -"Soy la más feliz, tuve a una pianista, o a un electricista, o tuve un pequeño bebé cardiólogo". Absurdo ¿verdad? Pues desde ese momento, nuestro nacimiento, inicia una larga jornada para poder identificamos con nosotros mismos y actuar en consecuencia. No niego que existan factores genéticos que nos favorezcan para tal o cual identidad, pero como dije en el capítulo anterior, ello tan sólo favorece, no determina. 

¿Quién es usted?, por favor le suplico que suspenda su lectura en este momento y se permita pensar en algo trascendentemente valioso, en su propia identidad. Le aconsejo que tome papel y lápiz y ponga por escrito quién es usted. 

Posteriormente haga una lista de comportamientos que avalan su propia identidad. Por ejemplo, si en la parte superior de su hoja escribe "Soy una persona bondadosa", a continuación escriba todos los comportamientos que lo avalen, como que todos los fines de semana visita algún asilo, comparte lo más valioso de su tiempo con sus hijos y pareja, ayuda económicamente a alguien de manera anónima, ayuda con el mantenimiento de algún niño de la calle, etc. ¡Hágalo ahora mismo!. Escriba cuantas identidades crea poseer: soy bondadoso, soy alegre, soy nervioso, etc., y justifique cada una de ellas. Verá que le será más fácil en aquellas identidades que "realmente" son usted. Entérese de usted mismo; le garantizo una gran lección de vida. Si gusta compartir con el grupo lo que encontró en éste ejercicio, adelante, hágalo por favor.



Del Taller de Autoestima Volumén 1 de Juan Carlos Fernández