Serenidad: el único secreto budista que te permitirá ser feliz

Serenidad: el único secreto budista que te permitirá ser feliz


“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado. La mente lo es todo. Nos convertimos en lo que pensamos”.

Cuando tu respiración está en completa sincronía con los latidos de tu corazón; al sentir que tu mente se encuentra tranquila con ella misma y que tus pensamientos, aunque no se detengan, fluyen al mismo ritmo al que el mundo gira; cuando de entre tu piel logras ver los restos de luz y calor que desde el centro de la Tierra se conectan a ti y sin mucho esfuerzo encuentras el silencio traslúcido para escuchar los buenos deseos de tu propio destino, entonces has descubierto el único secreto del budismo para encontrar la felicidad.

Sin saber, muchos se pasan la vida buscando buscando eso que nos llena: la serenidad. En ella se esconden las pistas que llevan a cualquier hombre a tocar la fe, es un mapa dibujado por la estrellas para recorrer la felicidad mas no para llegar a ella. Y también se trata del secreto más grande y valioso de la doctrina budista.

Más que un concepto o una característica mental la serenidad es un estado del alma que llena el espíritu de dicha y vacía las entrañas de rencor. La mente sin serenidad está enferma. Aplacar el ego, desarrollar la inteligencia emocional y controlar el pensamiento son parte de la cura. Lograr este cambio mental requiere de un proceso invaluable: la voluntad, misma que constantemente se ve suprimida por la razón, primer enemigo de la serenidad.

La razón no es voluntad y sin voluntad no existe la serenidad

Para un mundo como el nuestro fue imposible no llegar al punto en el que nos encontramos ahora. Nuestra existencia gira en torno a la razón, la cual coopera con la imperiosa necesidad del ser humano por explicarse todo lo que percibe y conoce, y lo que no también. Por esa razón el fundamentalismo científico ha reprimido nuestra mente pues a partir del razonamiento humano nos consideramos simplemente reacciones bioquímicas cerebrales y de neurotransmisores.

La realidad es que no sólo somos eso, somos mente y por lo tanto poseemos voluntad. Esta última nos acompaña en cada uno de nuestros intentos por descubrir la serenidad, la cual va mucho más allá de los pensamientos. Lastimosamente el ritmo de vida que la mayoría de nosotros llevamos hoy nos dirige hacia el lado opuesto de la serenidad, volcando nuestra existencia en un gran sufrimiento.


El secreto de Buda “la flor de la serenidad”

Buda se encontraba reunido con los aldeanos en la falda de una montaña cuando apareció un príncipe con todo su ejército frente a él. Aquel caballero extendió su mano para entregarle a Buda una flor de oro mientras le preguntaba ¿cuál era su secreto para ser feliz?

Buda tomó la flor con sus dos manos hasta levantarla a la altura de su pecho, ahí la sostuvo durante algunos minutos sin decir absolutamente ninguna palabra. Todos a su alrededor, quienes esperaban escuchar una gran explicación de parte del maestro para entender cómo se conseguía gozar de la felicidad, se quedaron atónitos y algo desconcertados.
Buda curó la mente a partir de la serenidad, la cual él entendió como un estado de ánimo, una actitud, una voluntad y no como una explicación en palabras sobre sus pensamientos.


El budismo como una puerta abierta hacia la serenidad

A diferencia de otras religiones o filosofías, el budismo no se enfrenta a la vida a  través de un debate que la razón lleva a cabo. Para los budistas aceptar la duda forma parte de la serenidad; la felicidad no se trata de creer, menos de saber, sino de sentir.

Sidharta dijo que la sabiduría no podía ser comunicada, con eso se refería a cómo todo lo que sabemos, al igual que el pasado y el futuro o la verdad y la mentira, no existe en realidad; todo se encuentra en nuestro interior y la felicidad también.

“La única vida vive en nosotros” - Mónica Cavalle

Cuando Buda se dio cuenta de que un estado mental como la serenidad no podía ser explicado con palabras también supo que la felicidad perdida se encontraba enfrascada donde la razón. La felicidad se basa en aceptar que a veces la razón no es la que debe actuar, sino la voluntad. Todos los seres humanos poseemos mente, por lo tanto todos podemos ejercer nuestra voluntad y con ella dejar de enaltecer a la razón.


Es decir, los pensamientos, las dudas y todo con lo que hace que la mente se olvide de la serenidad puede salir completamente de nuestro sistema a través de la voluntad y de esa forma tocaríamos la felicidad.


“La mente es algo más que un pensamiento”.
“La voluntad es una realidad si crees en ella”.
“La serenidad es la felicidad perdida”.


Deja de pensar tanto las cosas, sólo hazlas o si no te siente listo no las hagas. No te culpes, sólo ámate. No te arrepientas, sólo fluye con el presente y poco a poco ve encontrando la paz mental que te acercará a la felicidad eterna.


Autor: Olympia Villagrán
Fuente: Culturacolectiva.com