Guía práctica para elevar tu autoestima

Guía práctica para elevar tu autoestima


En general, todos estamos de acuerdo en algo: tener una alta y sana autoestima es beneficioso para cualquier ser humano. No solo te ayuda a lograr tus metas en todos los ámbitos de tu vida, el familiar, personal, laboral, social, sino que al tener suficiente amor propio y valoración positiva de ti mismo, te sientes más satisfecho, motivado y feliz en el proceso que es la vida.

También hemos visto casos de personas que carecen del más elemental aprecio propio. Usualmente se la pasan comparándose con los demás (y siempre salen perdiendo), lo cual los hace parecer negativos y criticones, o pasivos y víctimas. Usualmente este tipo de personas termina alejando a los demás, lo que empeora su problema de autoestima y caen en ese círculo vicioso de rechazo propio.


Guía práctica para elevar tu autoestima

Ahora bien, ¿qué es en realidad la autoestima? Es la valoración que hacemos de nosotros mismos, de cómo somos física y mentalmente, de nuestras habilidades, aptitudes y actitudes. En pocas palabras, la autoestima es la opinión que tenemos de nosotros mismos. Hay muchos factores que influyen en la autoestima; su desarrollo empieza desde el mismo momento en que nacemos, y puede ir aumentando o disminuyendo a medida que crecemos y superamos las etapas normales de la vida humana: niñez, adolescencia, adultez y vejez.

¿De qué depende que la autoestima aumente o disminuya?
En principio, cuando somos niños la autoestima va a depender mucho de la crianza de nuestros padres. Si nos sentimos amados, valorados, aceptados y motivados por ellos, tendremos una sensación de seguridad aun en las situaciones más sencillas como juegos o cualquier otra actividad infantil. Y como padres no se trata de alabar cada cosa que haga el niño. Se trata de elogiar el comportamiento positivo, pero igualmente hay que corregir el comportamiento negativo. No se le puede regañar haciendo énfasis en la personalidad o cualidades del infante, sino que debe ser dirigido directamente a la acción incorrecta que cometió para que evite hacerlo de nuevo.

La etapa de la adolescencia es una de las más cruciales en el afianzamiento de la autoestima. Los adolescentes empiezan por primera vez a tomar sus propias decisiones y por lo general, son bastante influidos por sus compañeros y amigos. Que un adolescente tome las decisiones correctas y que lo beneficien, va a depender de su nivel de autoestima. Si la tiene lo suficientemente alta, sabrá qué es lo mejor para él/ella y tomará el camino que más le convenga.

Por otro lado, si tiene baja autoestima no será capaz de asumir los retos que surgen a esa edad, dependerá exclusivamente de la opinión de sus compañeros, podrá incluso deprimirse si no es aceptado socialmente y, en definitiva, sentará las bases para un futuro fracaso. Esto no es ley de vida, muchas personas han sufrido de baja autoestima durante su adolescencia y al madurar se han dado cuenta de dónde radicaba su problema y han podido prosperar y alcanzar metas muy altas, motivados particularmente por sus circunstancias pasadas. Así que nunca es tarde para analizarnos internamente y entender si realmente nos amamos lo suficiente, y en caso de no ser así tomar las acciones y decisiones para aumentar nuestra autoestima.

La primera acción es el análisis interior.
Lo bueno de este análisis es que lo puedes hacer con toda la sinceridad del mundo porque solo lo vas a saber tú. Puedes contestar las siguientes preguntas en una hoja de papel, y luego romperla en mil pedazos o quemarla. Nadie sabrá jamás lo que escribiste, solo basta que seas sincero contigo mismo:

¿Qué pienso de mí mismo? ¿Me amo, me gusto, me acepto tal como soy? ¿Constantemente me estoy comparando con los demás? ¿Cómo salgo en esa comparación? ¿Creo que todos los demás tienen una vida más perfecta que la mía o me siento satisfecho con lo que he alcanzado? ¿Considero que la gente a mí alrededor me ama y me valora? ¿Creo que soy valioso e irremplazable? ¿Amo y acepto mi singularidad como ser humano o me avergüenzo de ella? ¿Creo que doy aportes a la sociedad o me siento un cero a la izquierda? ¿Cuáles son mis más grandes cualidades y cuáles mis defectos? ¿Me da temor opinar o hacer alguna actividad por las críticas de los demás? ¿Si me critican, me derrumbo completamente o tomo esa opinión como una oportunidad para crecer y mejorar? ¿Me siento en capacidad de lograr todas mis metas o definitivamente no vale la pena ni soñar porque simplemente no puedo?

Una vez que hayas contestado con honestidad esas preguntas, podrás ver objetivamente la cantidad de cosas positivas y negativas que escribiste sobre ti mismo. Puedes incluso utilizar ejemplos reales de tu vida diaria. Si la cantidad de cosas negativas excede con creces las positivas, puede que tengas un problema de autoestima. Lo siguiente es entender el origen de esta baja autoestima. ¿Fuiste muy criticado por tu familia mientras crecías? ¿Tuviste problemas para socializar en el colegio? ¿Tuviste alguna deficiencia de aprendizaje que te hizo sentirte incapaz o menos inteligente que los demás? ¿Tuviste algún trauma durante tu adolescencia que acabó con tu seguridad? ¿Las personas con las que convives actualmente te critican y no te valoran? Puede haber mil razones para la baja autoestima, pero seguir enfocado en eso no te ayuda en nada; es imprescindible que te enfoques en la solución.

Entiende que lo que haya pasado antes no tiene que necesariamente definir tu futuro y que eres tú y solo tú quien crea las circunstancias de tu vida. De aquí en adelante puedes hacer cambios que modifiquen la percepción que tienes de ti mismo. Básicamente, aumentar la autoestima es una cuestión de hábitos. Un hábito es una actividad que realizamos regularmente, a veces hasta sin pensarlo, porque ya nos hemos acostumbrado a ella. Si creas hábitos positivos, tendrás resultados positivos. Como todo, al principio puede ser difícil, pero dicen los expertos que para crear un hábito es necesario repetirlo con constancia por tan solo veintiún días. Vale la pena probar.

El primer hábito que hay que desarrollar es sustituir los pensamientos negativos por positivos.
Hay que callar esa pequeña voz interior que te dice que no puedes, que eres un fracaso, que la gente no te quiere, que eres muy poca cosa para determinada persona o actividad. Apenas sientas que aparece esa odiosa voz, hay que hacer un esfuerzo consciente, determinante por reemplazar esas frases por otras como “Claro que eres capaz, ya lo has hecho y lo puedes volver a hacer”, “Eres valioso por x,y,z”. De nuevo, al principio puede que cueste un poco y que se desate en tu interior una pequeña lucha interna entre tu voz negativa y tu voz positiva. Puede que incluso tengas que callarla como si fuera una confrontación, pero con el tiempo y la práctica, verás que tu voz positiva aparece cada vez con más regularidad y facilidad y la voz negativa se va apagando por sí sola. No se trata de convencer a nadie más, sino a ti mismo, lo demás viene por añadidura.

El segundo paso es hacer una lista de todos tus logros y cosas positivas
Por las que estás agradecido en vez de enfocarte en lo negativo o en las cosas que careces. Puedes incluso llevar un diario, anotar en una pequeña agenda o libreta tres o cuatro frases diarias de las cosas buenas que te sucedieron en el día y sobre todo de las cosas que hiciste que te hicieron sentir satisfecho y feliz contigo mismo. Si descubriste una nueva habilidad o sobresaliste en cualquier actividad, anótalo. Esto te ayudará como pequeños recordatorios de tu gran valor y de tus logros para esos momentos en los que sientas que no eres capaz y que nada de lo que haces tiene valor o sentido. Intenta llevar este registro de forma constante aunque al principio cueste un poco, verás que encontrarás la disciplina para continuarlo y revisarlo con regularidad.

El tercer hábito es hacer ejercicio y cuidar de tu aspecto físico.
Esto es muy importante ya que una persona con una alta autoestima se cuida físicamente, tanto en la dieta como en el ejercicio. Claro, es necesario tener unas expectativas realistas con respecto a tu propio cuerpo y aspecto físico. La sociedad nos ha impuesto patrones y tendencias que son poco saludables con respecto a la imagen física, como por ejemplo, que una mujer debe estar excesivamente delgada para ser bella. De nuevo, aquí lo importante es cómo te sientas tú contigo mismo. Es normal querer mejorar algún pequeño aspecto de nuestro físico, querer perder unas libritas de más, no hay nada de malo en ello, el problema empieza cuando por querer parecernos a esa mujer que aparece en las revistas (cuya imagen está completamente distorsionada con Photoshop), cometemos locuras con nuestros cuerpos, como dietas exageradas, exceso de cirugías plásticas o ejercicio compulsivo. Una persona con suficiente autoestima cuida de su cuerpo, se arregla para verse lo mejor posible, pero no cae en excesos que sean perjudiciales para su salud física o mental. Y básicamente lo hace por sí misma, no para ser alabada y aprobada por el resto de la sociedad.

El cuarto hábito es socializar con gente que te agrade de verdad.
Y hago énfasis en la segunda parte, debes salir, pasar tiempo y socializar con gente positivapara que esos encuentros sean productivos y aumenten tu autoestima. No se trata de socializar con cualquiera y mucho menos con gente tóxica, a esos hay que apartarlos y erradicarlos de tu vida, sino de disfrutar esos encuentros sociales en los que te sientas cómodo y relajado con gente que aprecie tu compañía.

Si de entrada te cuesta socializar, puedes buscar actividades que te gusten o inscribirte en cursos de cosas que te interesen. Sin embargo, ten en cuenta que algo muy importante para consolidar tu autoestima es evitar buscar la aprobación de las demás personas. A todos nos gusta recibir halagos y sentir aprobación, pero no podemos basar nuestras acciones en caerle bien a los demás. Por ello es importante relacionarte con personas que te acepten tal cual eres, que aunque te den una opinión con la mejor intención, tú sepas cuándo tomarla en cuenta para mejorar o cuándo desecharla, y que aún a pesar de las diferencias te respeten y valoren.

El quinto hábito es aprender a no ser perfeccionista.
Queremos hacer de todo y hacerlo perfectamente. Esta no es una visión realista de la vida. Enfócate en las cosas que haces bien y que amas hacer, y pon todo el empeño en ellas. Esto conducirá a que tengas éxito en lo que hagas y se cree un círculo virtuoso en el que te sientas seguro y confiado para intentar realizar otras cosas diferentes y retadoras. Aun así, es necesario entender que siempre requerirás ayuda para algún aspecto de tu vida y que solicitarla no te hace menos capaz. Por último, recuerda que tener alta autoestima no significa ser arrogante, por el contrario, la arrogancia por lo general esconde un complejo de inferioridad y de infravaloración. Las personas con alta autoestima no necesitan demostrarle nada a nadie, solo a sí mismos.

Desarrollando estos hábitos podrás elevar tu autoestima, te amarás más a ti mismo, y por ende, proyectarás esa seguridad al exterior y atraerás todo lo positivo que la vida tiene para ofrecer. Empieza hoy, no dejes para mañana algo que puede elevar tu calidad de vida y hacerte más feliz y completo como ser humano.

Autor: Laura Posada
Vía Inspirulina.com