Tocar fondo. Lo único bueno es que ya sólo puedes ir hacia arriba.

Tocar fondo. Lo único bueno es que ya sólo puedes ir hacia arriba.


¿Cuántas veces hemos escuchado que es necesario "tocar fondo" para poder cambiar, mejorar, aprender o crecer? Seguramente muchas.

Incluso, en los casos de adicciones, es necesario, por decirlo de alguna manera, tocar fondo, para poder liberarse de ellas pero, ¿qué significa tocar fondo?

Tocar fondo significa, no poder estar peor.


Es cuando sea cual sea nuestro comportamiento, acciones o circunstancias no hay nada más allá, nada más grave, nada más triste, o nada más malo.

Es caer hasta el fondo de ese precipicio en dónde la salvación o recuperación, pareciera imposible.

Se puede tocar fondo en el aspecto emocional, en el aspecto social, en el aspecto laboral, en el aspecto económico, etc.

Tocar fondo. Lo único bueno es que ya sólo puedes ir hacia arriba.

Y siempre sentiremos miedo y tristeza, quizá hasta terror o coraje, y justamente es este grado de estado emocional de sentirnos "perdidos", lo que nos permite tomar consciencia por un segundo.

“El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor.” dice Fiodor Dostoyevski.

Descubrir de pronto que sólo existe el camino de la rendición o de sobreponerse y salir adelante, es la gran disyuntiva que nos impulsa a elegir el buen camino y a decidir lo correcto.

Cuando uno está lleno de dolor, cuando uno siente que ya no puede ser peor y cuando no vemos ninguna solución, es cuando nos debemos preguntar qué aspectos positivos de la vida no estamos viendo o valorando.

Pongamos como ejemplo a un hombre felizmente casado, con una esposa maravillosa y dos hijos saludables, inteligentes y bellos.

Por cuestiones no previstas, éste hombre queda viudo y de un momento a otro, pierde por completo las ganas de vivir.

Comienza a beber, a faltar a su trabajo y no está consciente de que ahí hay dos niños que aun necesitan de él.

Él siente que ha tocado fondo, que no puede más, que prefiere dejarse morir cuando, por un segundo, voltea a ver a su alrededor. Mira sus niños jugando y riendo por toda la casa y un pequeña luz aparece en su consciencia, entiende que no es el fin del mundo, que hay otras cosas por las cuáles vivir y muchísimas más razones para levantarse.

Es difícil llegar a éste punto, porque realmente se necesita de un grado de consciencia para no rendirse y visualizar toda la vida desde afuera.

Comúnmente la persona que está inmersa en dolor o en tragedia, sólo tiene pensamientos negativos y un pesimismo gigante.

Es necesario apoyo psicológico, platicar, hacer que hable, propiciar que él mismo o ella misma descubran que hay más cosas a su alrededor. Se trata de lograr que la persona, pueda imaginar una catástrofe mayor a la que ya ha sufrido. Logrando ésto, es automática la toma de consciencia.

En el caso de éste hombre, que ha quedado viudo, y que ha dejado de percibir que aún están los hijos, habría que hacerlo imaginar, que a sus hijos también los pierde y en circunstancias peores que lo sucedido a su esposa.

Es una labor difícil, pero una vez que se logra, sólo existe la liberación total.

En ese momento la persona descubre que si bien su dolor es infinito, aún pudiera existir más y se niega a bajar, a descender hacia algo más malo.

Hay personas que sienten que es el fin del mundo cuando acaban de terminar con una pareja y están muy lejos de estar en el peor estado de soledad posible.

Llevar un dolor, si bien profundo, a un estado de "fin del mundo", suele ser una comedia para las personas alrededor. Y esta sensación de no ser comprendido, hace que cuando tocamos fondo, nos cueste tanto trabajo salir y superarlo.

El sufrimiento nos hace sabios.
No existe nada en la vida de una persona que pueda hundirla si ella realmente no lo permite.

Nosotros ponemos los límites, los tiempos y somos nosotros los que interpretamos la indiferencia de los demás como falta de comprensión.

Siempre sentiremos que somos víctimas y eso debe cambiar, y sólo está en nosotros hacerlo.

Hay personas que viven momentos tristes y terminan tristes y entristeciendo a los demás.

Hay otras que se transforman su tristeza en un trampolín que los impulsa a buscar lo que realmente desean para su vida: ya saben lo que es sentir tristeza y no lo desean para ellos ni para los demás. Son personas de luz, nacidas de lo gris de su existencia.

Cuando superamos nuestra idea de ser incomprendidos, cuando rechazamos más dolor, cuando aceptamos que los demás pueden pensar lo que quieran de nosotros, es cuando descubrimos el verdadero sentido de nuestra existencia.
Pues sólo tocando fondo, se comprende el proceso. y la único opción que queda es salir adelante, subir nuevamente, ser feliz, sano y pleno otra vez.
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