La clave para una vida mejor

La clave para una vida mejor


"Somos lo que imaginamos ser." 
Albert Einstein

Durante la pasada década Han surgido nuevas teorías y conceptos acerca del “ser”,  se han desarrollado, además nuevos métodos, basados en estos hallazgos, los cuales han conducido a cambios verdaderamente dramáticos de la personalidad, y así también se han operado cambios en la salud e incluso, aparentemente, en las capacidades y talentos básicos del ser humano. Las frustraciones crónicas se han convertido en verdaderos éxitos. Los estudiantes fracasados se transformaron en estudiantes de primera, en unos cuantos días, y sin necesidad de guías extras. Las personalidades tímidas e inhibidas se han convertido, también, en personalidades felices y emprendedoras.

“Al comprender la psicología del ser, podemos expresar las diferencias que existen entre el éxito y el fracaso, el amor y el odio, la amargura y la felicidad. El descubrimiento del ser verdadero puede restaurar el afecto en un matrimonio desgraciado, rehacer una carrera fracasada y, por último trasformar a las víctimas del tipo de la personalidad de fracaso. Por otra parte, el descubrimiento de su ser real que puede darle a entender la diferencia que existe entre la libertad y las coacciones de la conformidad.

La clave para una vida mejor

El descubrimiento Psicológico más importante de cualquier persona, consiste en el hallazgo de su autoimágen, la cuál representa el concepto de la clase de persona que soy. Ha sido creada a base de nuestras propias creencias acerca de nosotros mismos. Pero muchas de estas creencias –la mayoría de ellas- acerca de nosotros mismos, han ido tomando cuerpo inconscientemente a base de nuestras experiencias del pasado, de nuestros éxitos y de nuestros fracasos, de las humillaciones sufridas, de los triunfos alcanzados y del modo con que otras personas han reaccionado con respecto a nosotros, especialmente en la primera infancia. Con todo ello hemos formado un concepto mental y emocional de “ser”, que es nuestra propia “verdad”, con la cuál vemos y navegamos por la vida.

Puede esta autoimagen estar formada por cosas reales o no, peo siempre nos harán actuarán como si precisamente fuera verdad. Esta autoimagen se convierte en una llave de oro para obtener una vida mejor, a causa de un descubrimiento importantísimo:

Todos sus actos, sentimientos y conducta –inclusive sus capacidades de todo orden –hállense siempre contenidas dentro de esta autoimagen.

En pocas palabras, usted “se desempeñará en la vida real” como la clase de persona que usted mismo concibe que es. No sólo ello, sino que literalmente no puede actuar de otra manera, a pesar de todos sus esfuerzos conscientes o de toda la fuerza de su voluntad. El hombre que se conceptúa a sí mismo como perteneciente al tipo de personalidad de fracaso hallará algún modo de fracasar, no obstante si la oportunidad ocurre a sus manos. La persona que se tiene por víctima de la injusticia, como individuo que debe sufrir, hallará, de una u otra manera, las circunstancias que le han de conducir a la verificación de estas opiniones.

La autoimagen es como una “premisa”, una base o un fundamento sobre el cual su completa personalidad, su conducta e incluso las circunstancias y personas que atrae, se van formando automáticamente basado en su autoconcepto. A causa de ello, nuestras experiencias parecen verificarse, reforzando, por lo tanto, nuestras autoimágenes y creándonos un círculo vicioso o benéfico, según sea el caso determinado en que estas circunstancias y experiencias van formándose.

Por ejemplo, el alumno que se ve a sí mismo como un mal estudiante del tipo de fracaso, o como poco apto para el estudio de las matemáticas, encontrará siempre en su libreta de calificaciones la justificación de la mala opinión que tiene sobre su persona. Ello es, las calificaciones obtenidas serán la “prueba” contundente de sus fracasos. La joven que tiene una imagen de sí misma que corresponde a la persona de quien nadie gusta, hallará realmente que todo el mundo la evita en la escuela de danza. Ella misma invita, literalmente, al rechazamiento. Sus expresiones apesadumbradas, sus dudas, sus ansiedades por complacer, o quizás las hostilidad inconsciente hacia todos los individuos por quienes espera ser ofendida, todo ello concurre para alejar de sí a las personas que por otra parte desearía atraer. De la misma forma, un vendedor o un hombre de negocios hallará también que sus experiencias reales tienden a demostrarse la corrección de su autoimagen.

A causa de esta prueba o demostración objetiva, ello acontece muy raramente a la persona cuyas dificultades y tropiezos yacen en su autoimagen o autoapreciación. Dígale a un escolar que el motivo de sus fracasos consiste en que él solo “piensa” en que no puede dominar el álgebra, y éste pondrá en duda su propio estado mental. Ha hecho todo lo posible para dominar esta materia, y, sin embargo, la libreta de calificaciones nos relata toda la historia del asunto. Dígale a su vendedor que es víctima de la “idea” de que él no puede ganar más que una cierta cantidad, y, con su libro de órdenes a la vista, le tratará de demostrar que está usted equivocado. Sabe demasiado bien cuánto la ha costado probar y fracasar. Sin embargo, como veremos más adelante, una vez se les ha insinuado la necesidad de que cambien sus autoimágenes, pueden operarse cambios casi milagrosos en cuanto se refiere a la capacidad del vendedor para obtener mayores ganancias y la aptitud del estudiante en la que respecta a sus éxitos en los estudios.

La autoimagen puede ser cambiada. Numerosos casos han demostrado que el individuo nunca es demasiado joven ni demasiado viejo para que no pueda cambiar su autoimagen y por lo tanto emprender un nuevo género de vida.

Una de las razones por la que al parecer le ha sido más difícil a determinada persona el cambio de sus hábitos, personalidad y modo de vida consistió en que casi todos los esfuerzos que hizo para operar el mencionado cambio solía dirigirlos, para decirlo así, al exterior de su ser, más bien que a si mismo. Muchas personas afirman que han trabajado con cambiar su forma de pensar a un enfoque positivo, sin resultado alguno. No obstante, después de un ligero interrogatorio, obtenemos que estos individuos han empleado “el pensamiento positivo”, o intentaron emplearlo, con respecto a particulares circunstancias externas o bien relacionado a un hábito particular o algún defecto del carácter (“Conseguiré ese empleo.” “Procuraré estar mas sereno y descansar más en el futuro.” “Este negocio debe salirme bien”, etc.) Mas nunca pensaron en cambiar sus ideas con respecto a si mismos, que es, definitivamente, el motor que ha de impulsarnos a conseguir estas cosas.

El “pensamiento positivo” no puede usarse como remiendo o parche a la anterior autoimagen. En realidad resulta materialmente imposible tratar de pensar positivamente acerca de una situación particular en tanto mantengamos un concepto negativo con respecto a nosotros mismos. Por otra parte, numerosos experimentos han demostrado que una vez se logra el cambio del concepto sobre sí mismo, las otras cosas que se hallan dentro del nuevo concepto del Yo se logran con facilidad y sin esfuerzo.

La personalidad es como un “sistema de ideas”, todas las cuales deben ser vistas como conformadas unas con otras. Las ideas que no se muestran compatibles con el sistema son rechazadas, “no creídas”, y, por lo tanto no actúan con respecto a éste. Por otra parte, las ideas que parecen compatibles con el sistema son aceptadas de inmediato. Exactamente en el centro de este sistema de ideas –como piedra de toque-, se halla la base sobre la que todo se construye –el “ego-ideal” del individuo-, la autoimagen de la persona o el concepto que de sí misma ella tiene.

Si logramos transformar nuestra autodefinición, lograremos también cambiar los resultados de nuestra vida, ya que equivale a mover las cercas de los límites que nosotros mismos hemos puesto. Es como cambiar la programación de capacidad y efectividad en los diversos ámbitos de nuestra vida.

Cambiar el concepto de nuestra propia capacidad hace milagros, como el hombre que se asustaba tanto de las gentes extrañas que raramente se atrevía a salir de casa y que ahora se gana la vida como locutor público; el vendedor que ya había dispuesto una carta de dimisión porque “no había nacido para vender”, y seis meses más tarde se convertía en el número uno entre un equipo de cien vendedores; el supervisor de una fábrica,  que estaba considerando renuncia a su trabajo, debido al estrés que le producía dirigir una cuadrilla de personal y ahora es el gerente del área.

Un cirujano plástico descubre la relación entre la psicología de la autoimagen y la cirugía estética, al juzgar desde el exterior de nuestro campo visual, parece ser que no existe ninguna conexión entre ambos, pero quedo impresionado por los súbitos y dramáticos cambios que se operaban en el carácter y en la personalidad del paciente a quien le era corregido algún defecto facial. Hubo muchos casos en que se encontró con que al cambiar la imagen física de un individuo determinado solíamos crear también una nueva persona. En un caso después de otro, el bisturí que mantenía en las manos llegó a convertirse en una varita mágica que no sólo trasformaba la apariencia del paciente sino también toda la vida del mismo. El tímido e inhibido llegó a trasformarse en audaz y valeroso. Un muchacho retraído y estúpido logró convertirse en un joven brillante y alerta, consiguiendo llegar a ser el presidente ejecutivo de una importante casa comercial. Un vendedor, que había perdido el tacto social y la fe en sí mismo, logró transformarse rápidamente en un individuo modelo, posesionado de autoconfianza.

Realmente era fácil explicar el éxito. Por ejemplo, el que se relacionó con el muchacho que poseía unas orejas demasiado grandes y del cual se decía que tenía el aspecto de un taxi con ambas puertas abiertas. El pobre jovencito había sido ridiculizado durante toda su vida, y a veces con crueldad extremada. La reunión con los amigos significaba para él una serie de humillaciones y penas sin fin. ¿Por qué no trató de evitar los contactos sociales? ¿Por qué no llegó a temer a la gente y a concentrarse en sí mismo? Pues ello le llegó a acontecer con el transcurso del tiempo. Terriblemente temeroso de expresarse en cualquier forma, se la consideraba como un estúpido. Sin embargo, cuando se le corrigió el defecto de las orejas, le pareció natural la causa de su pena  y humillación, y, habiéndole sido extirpado ésta, pensó que yo no tendría por qué sentirse turbado y que debería asumir un papel normal en la vida, como asimismo lo hizo.

Estamos hablando simplemente de un autoconcepto de un algo exterior nuestro, hay personas que adquirieron rostros nuevos y continuaron usando la misma vieja personalidad, que es la principal cirugía en sentido figurado que necesitamos hacer.

Del Taller de Autoestima de Juan Carlos Fernández. Capítulo 116 Volumén 2: La Importancia del Autoconcepto